CASTELLÓN, CAMINA O REVIENTA
Llega la hora de la verdad y caminas con la cabeza agachada camino de la salida cómo los corderos que van al matadero. Miedo es lo que sientes. Miedo de no saber hasta cuándo aguantará tu gemelo derecho. Disparo de salida y empiezas a correr escuchando cada una de las señales que tu cuerpo te da. Voy al ritmo planeado y de momento todo correcto.
En el km5 empiezas a notar que algo no está bien. No le haces caso pero sabes que no es buena señal. Y en el km13, justo al llegar dónde está Toñi, una amiga de Barcelona, el gemelo te lanza una puñalada directa al corazón. Y dejas de correr y cuando ella te pregunta qué te pasa, le dices con todo el dolor de tu corazón que no vas a poder acabar.
Su cara es un poema y la tuya, que os voy a contar. Te masajeas un poco y vuelves a arrancar sabedor de que será en vano y lo único que consigues es retrasar lo inevitable. Corro con dolor y no puedo evitar bajar el ritmo. Al llegar a la media me arranco la pulsera de tiempos y pasamos definitivamente al plan B, acabar a cualquier precio.
Aparecen los primeros patinadores y empiezan a salvarme la vida. Reflex en las piernas como si no hubiera un mañana. Haciendo de tripas corazón consigo llegar al km34 con un buen tiempo y a partir de ahí la debacle. Comienza a fallar también el gemelo izquierdo y empiezan las rampas. Aguanto cómo puedo hasta el km38 y a partir de ahí la agonía.
Paro en los avituallamientos para reordenar la cabeza y que las piernas descansen, pero en ese punto ya están muertas. Llevo muchos kilómetros forzando la postura para no castigar los gemelos y los cuádriceps se han llevado la peor parte. Están literalmente destrozados.
En el último kilómetro las rampas son constantes. La primera es suave, no le haces caso y sigues corriendo, y entonces el gemelo como venganza te lanza una más fuerte que te desestabiliza haciendo que casi te caigas. Y paras, te agachas a masajearte y miras hacia adelante. Enclavijas los dientes con rabia y vuelves a arrancar con lágrimas en los ojos. La cara de la gente es una mezcla entre admiración y pena al ver lo cerca y a la vez lo lejos que estás de lograrlo.
Cruzas meta levantando los brazos con furia pero no sueltas ni una sola lágrima. Ya no te quedan. Las llevas todas en la manga de esa camiseta que tanto significa para ti. Porque cómo una vez le oí decir al gran @valentisanjuan "Lo hizo porque nadie le dijo que era imposible". Y eso es lo que sucedió, todos los Bunicus me dijeron que podía.
Y una vez más tenían razón...