Casillas: el ocaso catódico.
Julian Ruiz. Cortador de césped.
Richard Wagner ya contó la historia de Sigfrido y Brunilda, repetida vulgarmente, como el caso Casillas-Sara Carbonero, en su escandalosa y grandilocuente El ocaso de los dioses. Brunilda, a partir de la muerte de Sigfrido, necesitaba narrar la juventud de su amante para reivindicarle. Brunilda hasta profetizaba una guerra de su dios, que podía traer consigo el fin del mundo. Casillas o el fin de la arcadia feliz de Florentino Pérez. La misma Brunilda Carbonero que nos decía que había problemas en la plantilla del Real Madrid por culpa de Mourinho, porque no quería poner a su Sigfrido. La misma que contó el mini golpe de estado de Casillas, con Sergio Ramos como adlátere, para yugular a Pérez y amenazarle de que si no se cargaba a Mourinho, ellos se cargaban al Madrid. Algo que todavía jamás he comprendido nunca, porque Pérez claudicó.
Casillas no es un cáncer en el pulmón blanco. Es algo bastante peor. Se trata de un enemigo del actual orden, que intenta un asalto al poder, como un general-jugador golpista, amparado en lo que él se cree con un poder plenipotenciario, cuando se ha convertido en tan sólo un grotesco portero en su ocaso, en su crepúsculo y que no sabe administrar su propia decadencia por su falta de inteligencia y su presión femenina. Sus últimas declaraciones son un vertido pestilente del engendro de una especie de ridículo "mini golpe" de estado, alentado por algunos periodistas que le han hecho creer que él es más importante que la propia entidad, que el propio club y, desde luego, más dios que el ser superior Pérez.
Es el topo de los topos. Tan torpe como reconocer que su Brunilda sabe cien veces más de lo que ha podido comentar, como confirmando que era ella la portavoz del topo y que sólo ha dado conocer el 10% de los secretos del vestuario. Decir que se sintió aislado, porque no le ponían en el equipo, es un fraude al respeto profesional. Una desvergüenza contra técnicos como Mourinho y Ancelotti. Menudo elemento que menosprecia a cualquier tipo que no le haya ensalzado. Peligroso. Un tipo peligroso. Todo ha sido elegido para el alcance de la entrevista, la razón y el medio.
Casillas patrocina un personaje tan esperpéntico como la mismísima Norma Desmond (Gloria Swanson) en la película de Billy Wilder, El crepúsculo de los Dioses (Sunset Boulevard). Donde una acabada y decadente estrella del cine mudo todavía no se había enterado que el cine ya no era silencioso. En la gran película, el periodista que trata de magnificarla y recuperarla su estrellazgo, muere trágicamente en lapiscina de la estrella. Y era el gran William Holden.