Big bad wolves, de Aharon Keshales y Navot Papushado
Un profesor sospechoso del asesinato de unas niñas, un policía caído en desgracia por sus métodos expeditivos y el vengativo padre de una de las asesinadas. Los juntamos a los tres en el sótano de un apartado caserón, y ya la tenemos liada. Thriller gore y comedia negra, todo en uno, con el beneplácito “molón” de Tarantino (los dos directores tampoco se molestan mucho en disimular influencias). La película supone una gamberrada a partir de temas más bien jodidos; violencia, ojo por ojo, moralidad muy discutible... jugando al despiste con la culpabilidad (o no) del supuesto criminal y pederasta, que no llegamos a conocer hasta el final. Incluso entonces sigo dudándolo (SPOILER ¿puede ser que la niña sea realmente su hija, que esté dormida... o ya nos pasamos de rebuscados? FIN SPOILER).
Por lo demás, los protagonistas son caricaturas en toda regla, presentándonos un panorama humano absolutamente desolador y cabrón, siendo el tío del caballo el único “normal” (imagino que eso nos pretenden decir). No faltan las pullas políticas, es decir, la violencia que ha sido asimilada como algo inherente a una sociedad que debe convivir con ella, a dos pasos de la cotidianeidad más inocente, como quien dice (el manido recurso de meter el “Everyday” de Buddy Holly en momentos perturbadores). Me da la impresión, eso sí, de que la narración se empantanara y no avanzara como debiera, el tingado del sótano termina convirtiéndose en Hostal Royal Manzanares y el policía lo encuentro algo desdibujado (pasa de ser un chungo a ser casi el bueno de la historia).
En cualquier caso, no está mal, bastante interesante a pesar de sus posibles torpezas. No tan salvaje como se ha vendido tal vez, pero lo retorcido del asunto ya es más que suficiente.