Sería una de posesiones diabólicas y una de zombis o infecciones, no del todo lograda, pero cuyo éxito se entiende tal vez, no sólo por un puñado de secuencias de impacto, sino por proponer cierta alternativa a una década de “terror elevado”, relamido y elegante en exceso. Y algo tiene que ver la pandemia, el peligro del que no podemos huir por mucho que sigamos unas normas estrictas que conforman la peculiar mitología del “embichado”. Armas de fuego (que reproducen el mal en lugar de alejarlo), luz eléctrica (que en lugar de iluminar acaba por invocar a la bestia), animales… quizá lo podría haber aprovechado mejor, con alguna proximidad a un realismo mágico por la manera tan fácil con que se aceptan los acontecimientos (el nene que acaba de ser testigo de cómo un perro le come la cabeza a su hermanita, y al poco rato está tan tranquilo).
Los personajes son más bien miserables, torpes y poco heroicos, con poco o nada que puedan hacer ante semejante adversario, arrastran un pasado no del todo respetable; se percibe la sombra del maltrato, pero la mujer tampoco es que sea muy agradable precisamente. Un enemigo interior remueve los malos instintos, juega con ellos, al tiempo que es una Cosa carpenteriana, un horror purulento y deforme que los exterioriza. Bastante potente la primera mitad, donde vemos por cierto la ineficacia de las instituciones en el campo argentino, los terratenientes que siguen siendo la autoridad (se busca extirpar el mal para que las tierras no pierdan valor, esconderlo bajo la alfombra antes que arrancarlo de raíz)…
Situaciones muy desmadradas, con gente perdiendo los papeles de una forma no sé si involuntariamente cómica incluso, a lo Peter Jackson, o bien involucrando a niños, a personas discapacitadas, con tal de poner de los nervios al personal. Una marca de culpa imborrable, como derrota última y consumación definitiva y terrenal de esa maldad. La infancia otra vez como máscara que encubre el horror bajo un aspecto inocente, y a partir de aquí, una cinta mucho más convencional, con niños malvados, con su medium, un aparato mágico que parece sacado de la manga… y pierde, creo yo, bastante interés y fuelle.