Recomendaciones del último cine de terror/fantástico

Yo personalmente me quedo siempre con Rec porque me sigue pareciendo maravillosa (aunque la autoría es claramente compartida), aunque REC3 es muy disfrutable tmb. Y La Abuela me encanta también (soy un fanboy de Vermut, así que poco puedo hacer).

La de la monja, yo no diría truño pero sí completamente olvidable para mí.
 
Coincido con Visitor en Hermana Muerte, no en REC (sí en la 3)

Yo soy muy fan de Vermut, pero La Abuela me parece muy irregular, demasiado. Aunque no creo que sea culpa de él. Tampoco le compro Quién te cantará.
 
Vista Hermana muerte y bueno... una más de terror, y bajo mi punto de vista lejos de otras cintas de Paco Plaza. Tiene cositas interesantes, las actuaciones bien, pero el guión y la estructura narrativa no sé... no me termina de convencer. De todos modos, como han dicho por ahí, para un ratito de Netflix y no esperas nada del otro mundo dentro del género, pues ni tan mal.
 
vA A ser muy difícil superar a Veronica & el segmento de historias para no dormir de Chicho que hizo. TOP y bastión artístico.
 
Vista Cobweb.
Casi un cuento de hadas oscuro modernizado inquietante y con tensión bien llevada hasta la parte final que tira de lugares más comunes(y no tan creíbles/bien explicados). Está bien,pero podría haber sido mejor por lo visto durante 80% metraje.
 
Reciente lo que se dice reciente no es, pero...

Oculus, el espejo del mal, de Mike Flanagan (2013)

Ocurrencia que llegó a película, con dos mequetrefes en una casa enfrentados voluntariamente a un espejo maligno capaz de manipular sus mentes; puro mcguffin sobrenatural, del que no sabemos su origen (y al final tampoco es que importe) para dar pie a un ejercicio de horror en recinto cerrado a cargo de un director un tanto flipado, en especial en lo que respecta a un filigranesco montaje que alterna presente y pasado (trágico) que tuvo lugar en ese mismo sitio y con esos mismos protas, superponiéndose uno al otro de manera un tanto onírica. Millonésima variación de “El resplandor”, con familia feliz que se muda a su nuevo hogar y allí pasan cosas raras hasta que acaba el asunto como el rosario de la aurora y todos majaras perdidos.

¿Será posible escapar, una década más tarde, a la maldición del espejo de marras? Eso intentarán comprobar la protagonista, listilla y preparada con un arsenal de inventos digno de “Sólo en casa”, y su hermano, un pobre chaval traumatizado y con problemas para distinguir la realidad de la fantasía; una idea a todas luces estúpida, sin mucho sentido... pero sin la cual no tendríamos película.

Final con un par, desde luego nada edulcorado, del que se desprende una circularidad del mal, una imposibilidad de sustraerse a su influjo, con historias y finales que son como un reflejo y que apuntan a una culpa secreta, al lado oscuro de cada uno, o unos demonios que son peores que los de carne y hueso. Pero esto es así un poco a medias, ya que la peli, en su condición de videojuego o scape room, tiene mucho de trampa, y el director, de hábil ilusionista que propone un duelo de ingenios, el humano y el sobrenatural, donde no hay igualidad de condiciones; el poder del peculiar artefacto es tan enorme y es tal la confusión de realidad e irrealidad… que la cosa deriva en un todo vale (ni siquiera cámaras y móviles, que pretenden ser pruebas objetivas, son garantía de nada) que tampoco va a ningún lado.

Al final, pues lo de siempre; espantos del tren de la bruja, toques gore bastante gratuitos y desagradables… y unas dudas iniciales sobre trastorno mental frente a existencia de lo sobrenatural sobre las que la peli acaba por no arrojar muchas dudas.
 
Prevenge, de Alice Lowe (2016)

Una premamá psicópata que deja un reguero de asesinatos a sus espaldas conforme a las instrucciones de su bebé aún no nacido es la gamberra idea que sirve de base para esta comedia british de terror cuya directora, actriz principal y guionista estaba embarazada de verdad cuando la hizo. Más allá de la curiosidad, se trata de una película de tono bastante indefinido que, pese a las risas y la mala leche que se gasta en forma de sátira social, guarda en sí un drama en torno a una viuda reciente que, enloquecida, planea una venganza personal y se siente sola y desvalida en un mundo inhumano que la rechaza, donde cada cual persigue su propio beneficio sin pensar en nadie… conforme se adentra en una espiral de nihilismo y misantropía.

Así, esto da pie a situaciones en las que se ve la exclusión de las embarazadas en el ámbito laboral, los gañanes que solo te quieren como interés sexual, cierta crisis de los cuarenta… sin dejar de ser nuestra chiflada una futura mamá como otra cualquiera, con sus problemas y sus desvaríos, que quizá esté sacando las cosas un poco de quicio. Aún así, da la impresión de que no le saca todo el partido que pudiera a tan edulcorado imaginario como es el de lo maternal, más todavía en nuestros días.

El film creo que intenta disimular a duras penas su condición de sketches unidos entre sí, en una estructura que avanza mediante encuentros de la prota con un personaje, con otro, encuentros que concluyen con sangrientos resultados. Recurre al pasado traumático que emerge, con algo de rompecabezas; uno espera algún tipo de revelación final o sorpresa, por chusca que pudiera ser, que nunca llega. Por lo demás, la propuesta tiene sus momentos, sus chistes con enjundia (“he tenido que hacer recortes”) y algún que otro hallazgo visual, como cierta iconografía de Halloween, un ambiente de ciudad neblinosa como fondo, o un soundtrack que sigue la estela retro-ochentera, aunque aquí no es que cuadre mucho con una estética grisácea, realista y de bajo presupuesto… por otra parte, decir que las escenas de los crímenes (salvo tal vez una que involucra un plano desde abajo de una mesa de cristal) están muy torpemente rodadas. Al final (al que no le falta un golpe de efecto de rigor) parece que la cosa va más de supervivencia y redención, de aceptación y superar los propios demonios que otra cosa.

A destacar el inserto puntual de un film mudo de 1934 que está viendo ella, “Las furias”, que parece todo un hallazgo del expresionismo visual de aquellos años.
 
Pues la de Cuando acecha la maldad es un ejercicio de terror directo, sangriento y que busca incomodar y provocar el efecto, con una representación gráfica del horror sobrenatural, muy física, pese a tratarse de una amenaza abstracta; una “maldad” que flota y se propaga, que está en todas partes y en ninguna y que acaba por ser ese mal que todos llevamos metido dentro y a la espera de la ocasión propicia, que brota de algún lugar infecto en el fondo de la mente pero que está a dos pasos de tomar la vida real.

(Sigo en Spoiler por si desvelo algo)

Sería una de posesiones diabólicas y una de zombis o infecciones, no del todo lograda, pero cuyo éxito se entiende tal vez, no sólo por un puñado de secuencias de impacto, sino por proponer cierta alternativa a una década de “terror elevado”, relamido y elegante en exceso. Y algo tiene que ver la pandemia, el peligro del que no podemos huir por mucho que sigamos unas normas estrictas que conforman la peculiar mitología del “embichado”. Armas de fuego (que reproducen el mal en lugar de alejarlo), luz eléctrica (que en lugar de iluminar acaba por invocar a la bestia), animales… quizá lo podría haber aprovechado mejor, con alguna proximidad a un realismo mágico por la manera tan fácil con que se aceptan los acontecimientos (el nene que acaba de ser testigo de cómo un perro le come la cabeza a su hermanita, y al poco rato está tan tranquilo).

Los personajes son más bien miserables, torpes y poco heroicos, con poco o nada que puedan hacer ante semejante adversario, arrastran un pasado no del todo respetable; se percibe la sombra del maltrato, pero la mujer tampoco es que sea muy agradable precisamente. Un enemigo interior remueve los malos instintos, juega con ellos, al tiempo que es una Cosa carpenteriana, un horror purulento y deforme que los exterioriza. Bastante potente la primera mitad, donde vemos por cierto la ineficacia de las instituciones en el campo argentino, los terratenientes que siguen siendo la autoridad (se busca extirpar el mal para que las tierras no pierdan valor, esconderlo bajo la alfombra antes que arrancarlo de raíz)…

Situaciones muy desmadradas, con gente perdiendo los papeles de una forma no sé si involuntariamente cómica incluso, a lo Peter Jackson, o bien involucrando a niños, a personas discapacitadas, con tal de poner de los nervios al personal. Una marca de culpa imborrable, como derrota última y consumación definitiva y terrenal de esa maldad. La infancia otra vez como máscara que encubre el horror bajo un aspecto inocente, y a partir de aquí, una cinta mucho más convencional, con niños malvados, con su medium, un aparato mágico que parece sacado de la manga… y pierde, creo yo, bastante interés y fuelle.
 
Por lo menos, esto da para unos pajotes con la Melissa Barrera, que la tipa está hecha una pieza de las grandes


 
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