Atreyub
En busca y captura
Entiendo perfectamente lo que cuentas, Henry. Pero al 100%. Porque es como si te pegaran un tiro emocional cuando paseas (o paseabas) por la calle de tu videoclub habitual y ver que aquello ya no era un videoclub sino eso que dices: de todo casi menos un videoclub o verlo reconvertido en un locutorio, un sitio frío y completamente ajeno a lo que uno estaba acostumbrado. Aquel videoclub de dos plantas donde lo pasado o antiguo se encontraba arriba y la actualidad abajo, o aquel otro donde sólo tenían un ejemplar de cada título y muy apelotonado porque era un cuchitril pero era la familiaridad con la que te trataban.
En este caso recuerdo la dependienta intentar convencer a mi madre que "Cobra" sí se podía ver, que no era tan violenta y mi madre erre que erre que no, que aquella peli no era para críos (yo, lógico, estaba de lado de la dependienta) pero quien ganó, lógicamente, era mi madre. Ahora entiendo porqué: yo, de ser el padre y mi madre la hija tampoco se la hubiera dejado vero pero eran aquellos momentos donde los dependientes del videoclub no eran meras personas sino gente que uno tenía por poco menos que dioses de un Olimpo al que uno accedía como sie entrara en otro mundo.
Es una pena pero todo eso las juventudes de ahora no saben ni sabrán lo que es eso. No sabrán jamás lo que era prepararse un sábado después de la siesta con la familia o con tus tías o ir con el listado de posibilidades en la cabeza y ver si tenías la suerte de encontrarla. Sí, ahora todo es más fácil, rápido, cómodo y demás. Y yo también soy partidario de esa opinión pero esa sensación de encontrar esa película que querías ver, de conseguir después de tantos días esa película que siempre estaba alquilada porque todos los amigos del dueño ya la han visto o descubrir ese estreno de miércoles (porque los estrenos salían siempre los miércoles) y que tenías la suerte de ser el primero en pillarla (me pasó con "Robin Hood, príncipe de los ladrones", no lo olvidaré en la vida... me marcó esa peli gracias también a ese momento de correr como un gamo hasta tener la carátula en la mano, el dependiente lo flipó porque desde la entrada hasta donde estaba la peli, al fondo fondo fondo del videoclub habían muchísimos metros pero cuando uno es chiquillo la vista le rula que es un primor).
Hoy todo es distinto. Y estas historias de abuelo cebolleta desaparecerán en la vida como videoclubs en el olvido.
En este caso recuerdo la dependienta intentar convencer a mi madre que "Cobra" sí se podía ver, que no era tan violenta y mi madre erre que erre que no, que aquella peli no era para críos (yo, lógico, estaba de lado de la dependienta) pero quien ganó, lógicamente, era mi madre. Ahora entiendo porqué: yo, de ser el padre y mi madre la hija tampoco se la hubiera dejado vero pero eran aquellos momentos donde los dependientes del videoclub no eran meras personas sino gente que uno tenía por poco menos que dioses de un Olimpo al que uno accedía como sie entrara en otro mundo.
Es una pena pero todo eso las juventudes de ahora no saben ni sabrán lo que es eso. No sabrán jamás lo que era prepararse un sábado después de la siesta con la familia o con tus tías o ir con el listado de posibilidades en la cabeza y ver si tenías la suerte de encontrarla. Sí, ahora todo es más fácil, rápido, cómodo y demás. Y yo también soy partidario de esa opinión pero esa sensación de encontrar esa película que querías ver, de conseguir después de tantos días esa película que siempre estaba alquilada porque todos los amigos del dueño ya la han visto o descubrir ese estreno de miércoles (porque los estrenos salían siempre los miércoles) y que tenías la suerte de ser el primero en pillarla (me pasó con "Robin Hood, príncipe de los ladrones", no lo olvidaré en la vida... me marcó esa peli gracias también a ese momento de correr como un gamo hasta tener la carátula en la mano, el dependiente lo flipó porque desde la entrada hasta donde estaba la peli, al fondo fondo fondo del videoclub habían muchísimos metros pero cuando uno es chiquillo la vista le rula que es un primor).
Hoy todo es distinto. Y estas historias de abuelo cebolleta desaparecerán en la vida como videoclubs en el olvido.