DeLorean DMC-12: Volvamos atrás en el tiempo y recordemos este fallido y mítico deportivo.
- «Me estás diciendo que has construido una máquina del tiempo... ¡¿con un Delorean?!»
- «Yo pienso que si vas a construir una máquina del tiempo en un coche, ¡¿por qué no hacerlo con clase?!»
El DeLorean original no llevaba "condensador de fluzo". Tampoco llevaba en la parte trasera ningún Mr. Fusion para conseguir una reacción atómica que generase 1,21 Gigavatios con la que poder abrir un agujero de gusano desde el que viajar a través del espacio-tiempo.
De hecho, frente al product placement que impera en muchas grandes producciones actuales, el DMC-12 llevaba tres años sin fabricarse cuando se rodó Regreso al Futuro, y la DeLorean Motor Company estaba en quiebra.
Eran americanos, se fabricaban en Irlanda, cerca de Belfast. Se produjeron ocho mil quinientos vehículos hasta que el sueño de John Z. DeLorean se esfumó.
El DMC-12 era un coupé de diseño italiano. Adelantado a su tiempo, sin pintar, de acero inoxidable y con alas de gaviota. Un deportivo para la clase media que miraba de reojo a los grandes coches italianos. Un Ferrari para pobres. Contaba con un motor derivado de Volvo, de una joint venture entre la marca sueca con Renault y Peugeot. Tenía 170 cv de potencia, que quedaban en 130 para el mercado americano debido a las piezas que debían instalarle para cumplir con las normas de emisiones en EEUU. Por lo tanto su comportamiento junto con un chasis y sistema de suspensiones y frenado derivados del Lotus Spirit, fueron francamente decepcionantes. Salió a un precio de venta que equivaldría a sesenta y cuatro mil dólares a día de hoy. Lejos de los legendarios muscle cars americanos.
Eran otros tiempos. John Z. DeLorean abandonó una meteórica carrera en General Motors culminada con el Pontiac GTO y decidió ir a por todas, fundando su propia automovilística y teniendo muy claro que coche quería hacer. Fundó la DeLorean Motor Company. Instaló su fábrica en Dunmurry, en Irlanda del Norte, en un enclave entre dos comunidades con grandes diferencias religiosas, dos comunidades que se odiaban. Los trabajadores entraban por dos sitios diferenciados, según de donde viniesen, según como rezasen. Pero dentro se juntaban y cooperaban codo con codo. Allí trabajaron tanto católicos como protestantes, aparcando sus diferencias. No tenían experiencia previa en la producción de automóviles y sus primeros coches nacieron con deficiencias en cuanto a calidad debido a esa inexperiencia. Las autoridades americanas emitieron informes desfavorables sobre ciertos aspectos del vehículo y obligó que las deficiencias tuvieran que ser corregidas en el concesionario antes de entregar el vehículo. Un esfuerzo entre la fábrica y el apoyo de las autoridades americanas permitieron mejorar la terminación global del vehículo y ofrecer garantías. Posteriormente hubo problemas entre clientes y concesionarios sobre reparaciones en garantía ya que esos arreglos no eran reembolsados por parte del fabricante.
El modelo nació en plena crisis del petróleo. El primer prototipo era de 1976, no empezó a producirse hasta 1981 por problemas de ingeniería y presupuesto. Sus primeras ventas fueron espectaculares, pero en 1982, la tendencia cambió. Otro doloroso golpe fue que las anteriormente colaborativas autoridades del Reino Unido, cambiaron de parecer respecto a que DeLorean fabricara sus coches allí. Para proteger a la industria local, subieron los impuestos a la DMC y le retiraron las subvenciones. Además, detrás estaba el persistente problema político y social que allí tenía Reino Unido. Viendo que iba a ser difícil y poco rentable seguir construyendo coches en Irlanda, John DeLorean construyó en tiempo record otra fábrica en su casa, en Detroit, pero era demasiado tarde. DeLorean Motor Company tenía graves problemas financieros y el golpe de gracia se lo dio el propio John DeLorean en otoño de 1982.
Fue arrestado en Los Ángeles en octubre de 1982 tras ser grabado tratando de vender un maletín de cocaina por veinticuatro millones de dólares para salvar a su empresa de la quiebra. En 1984 fue declarado inocente tras comprobarse que los agentes le incitaron a cometer el delito. Pero ese hecho fue el detonante de la entrada en bancarrota de la DeLorean Motor Company, que completó su último coche el 24 de diciembre de 1982 en Dunmurry.
Tras el escándalo, John DeLorean trató de resucitar su empresa. Era demasiado tarde. Nadie quería tener negocios con un tipo que había sido acusado de traficar con droga. Hasta su muerte en el año 2005, hizo algunas cosillas como patentar un sistema de ferrocarril monorraíl. Cuando murió, con ochenta años, John DeLorean todavía trabajaba en el proyecto de una empresa de relojes de alta gama, DeLorean Time. Pero su muerte causó su disolución.
Con las piezas que no llegaron a ensamblarse se hizo un verdadero negocio. Los restos de inventario fueron comprados por algunas empresas que terminaron algunos vehículos ya empezados y dejó otras almacenadas como repuestos. De ahí surgió la nueva DeLorean Motor Company, ahora instalada en Texas. En 1995 un empresario fundó en Texas un taller dedicado a reparar coches DeLorean. El negocio fue creciendo y el 2007 se anunció que el mítico DMC-12 volvería a ser producido en series limitadas gracias las piezas que este empresario compró provenientes de los restos de la antigua fábrica irlandesa. Según Stephen Wyne, que así se llama el caballero, tiene piezas para producir unos quinientos coches. Y de hecho, los produce, a un precio de unos cincuenta y siete mil quinientos dólares y con algunas mejoras respecto al modelo original como conexión para el iPod, Bluetooth o GPS. En 2013 se ha anunciado un DMC-12 con motor eléctrico y autonomía para 160 kilómetros.
Toda la historia de este coche, daría de por sí para hacer una película. Desgraciadamente para la compañía, y afortunadamente para los frikis como yo, cuando el coche ya era un juguete roto, el producto de un sueño desecho, renació. Se hizo mítico al convertirse en la máquina del tiempo de las películas "Regreso al Futuro".
En las primeras versiones del estupendo guión de Robert Zemeckis y Bob Gale para Regreso al Futuro, la máquina del tiempo era una nevera. Pero las preocupaciones por la seguridad de los niños, que podrían usar sus refrigeradores para viajar al otro barrio, hicieron que Spielberg, productor del film pidiese otras ideas. Hubo varias, antes de elegir el DeLorean, como un rayo láser, pero igualmente la idea fue desechada por ser un cliché.
Todos estos cambios de guión, a día de hoy podrían considerarse aciertos. En primer lugar porque al final se decidieron con algo que daría más juego, que la máquina del tiempo fuera móvil. El DeLorean era una opción muy adecuada. Su diseño era futurista, construido en acero inoxidable y quedaría perfecto para la escena donde Marty viaja por primera vez atrás en el tiempo estrellándose contra una granja. Ese miedo en los cincuenta a las invasiones extraterrestres, tenían su respuesta en este coche que parecía una nave espacial. Y daba el pego. Daba oportunidades. En diseño de producción hicieron un gran trabajo para hacer de este coche la mítica máquina del tiempo. Era adaptado y reinventado en en cada entrega de acuerdo los requerimientos de guión. De ahí tenemos ese coche que deja un reguero en llamas, que vuela o que lleva neumáticos de los años cincuenta o es montado sobre una vía férrea con reparaciones y soluciones "artesanales". En cada entrega, el DeLorean tiene su encanto, y por si mismo es otro personaje más de la cinta. Aunque no actúe, aunque no tenga líneas de diálogo, todos sabemos conducirlo, y sabemos que detrás de nuestro asiento está el condensador de fluzo que posibilita los viajes en el tiempo, y junto a tu asiento tienes el interruptor para activar los circuitos temporales y que hacen ese ruido tan característico. Los botones, las luces, los cacharros y los cables que recorrían la carrocería de acero del vehículo mejoraban al original. No pasaría la ITV, pero tenemos grabado en la retina como es el DMC-12 tuneado como máquina del tiempo. Así, un proyecto fallido pasó a convertirse en un icono pop.
John Delorean escribió una carta a los responsables del film tras ver la película agradeciendo que se hubieran acordado de su bebé.
'Thank you for keeping my dream alive,'