Casino ( 1995 )
Revisada como se merece , emerge como un monumento del italoamericano hacia el derrumbe de una serie de valores en el ambiente menos apropiado para que esas virtudes permanezcan, y la que sus personajes se ven fatalmente abocados.
Un inmejorable dueto protagonista ( sensacionales De Niro y Pesci , en unos roles que saben diferenciar muy bien de sus anteriores colaboraciones con Scorsese pese a la dificultad que entraña ) a la que se suma una Sharon Stone entonada aunque algo lastrada por un exceso de metraje y cierta deficiencia en la escritura de su personaje ( que no de su interpretación, está fantástica ) , en especial su relación con el fantoche que le cae en desgracia ( James Woods )
Martin centra la primera parte de su pelìcula en la descripción de la estructura interna del casino y su gestión diaria, para después aproximarse mucho mas a sus protagonistas e interrelaciones, poniendo el foco en la esfera íntima de cada uno, pero sin dejar de estar presente en ningún momento el negocio y su influjo en sus vidas, hasta el punto de que parecen estar contaminados de todos los vicios que el juego les ha supuesto en su discurrir.
Así Ace Rohstein , un as de las apuestas como su apodo indica, falla el tiro al creer que será capaz de enderezar el comportamiento de Ginger, una buscavidas fatalmente encadenada a su chulo y a todo tipo de adicciones, demostrando una falta de sensibilidad latente al creer que todo se puede comprar, incluso algo por definición carente de precio como es la
confianza.
Ello le arrastra a un vaivén del que no se recuperará, hasta el punto de cometer el fatal error de despedir a un empleado muy bien situado politicamente, lo que será su fin profesional como gerente del casino. No es casual que en su recibimiento al cuñado del despedido, un alto cargo texano, se vista con unos pantalones del mismo corte. Desea equipararse a él, pero el otro no pica el anzuelo y le deja bien claro que ahí es él el que está de paso. Roshtein no es de allí y está invitado, su estancia en el paraíso es efímera, y será expulsado.
Nicky Santoro por su parte arriesga desde el primer momento con todo y arrasa sin importarle las consecuencias, pero su vena familiar ( con un matrimonio estable a pesar de todas sus infidelidades y abusos, hasta llega a pegar a su mujer para a continuación besarla con cariño y un hijo al que adora ) le cuesta cara: será por ahí por donde recibirá su mayor condena, en una de las secuencias mas brutales de la historia del cine , sobre todo hablando de un film de estudio con intereses comerciales claros como esta.
Santoro simboliza el lado salvaje de Las Vegas y por eso funciona tambien su sociedad con Ace, uno aporta la frialdad de diagnosticar los errores y sus víctimas y el otro las ejecuta. El problema surge cuando Santoro desea ocupar ese mismo puesto y equipararse, al aspirar a un puesto de mayor calado y querer contar con su amigo para dirigirlo, pero Rohstein no lo ve claro, ya que necesitar parapetarse bajo una fachada ( ya sea un casino o las apuestas deportivas ) para no mostrar su lado oscuro y admitir que es otro tramposo, aunque con sus valores.
Será la amistad entre ellos dos, tensada hasta el límite lo que hará tambalearse ambos universos y por efecto sísmico, el de la propia Las Vegas. Y es que con ese derrumbe de los casinos antiguos y Scorsese no solo nos cuenta lo evidente, el fin de una época , sino una decadencia moral de mucho mas alcance. Se acabaron una serie de comportamientos y leyes éticas no escritas nos quiere decir, adiós a los detalles y la educación, al trato personalizado y en definitiva, a un tipo de horterismo para caer en otro (
parece Disneylandia nos dice Rohstein en off ) mientras vemos a una serie de ancianos obesos constituyéndose en la nueva clientela.
La irrealidad de esa escena , casi una pesadilla visualizada subjetivamente por Rohstein , es una evocación de lo que ha sido su propio periplo en Las Vegas, seguramente un sueño bastante fantasioso donde todo ha sido hortera y no glamouroso, brutal y no sutil, excesivo y no prudente, todo lo opuesto de lo que él aspiraba a ser. Los ecos bíblicos ( con la formidable elección musical de la Pasiòn de San Mateo de J.S. Bach sonando de fondo junto con Georges Delerue )
nos ponen sobre la pista del verdadero relato que nos ha contado Martin Scorsese: la expulsión del jardín del Edén por probar demasiadas manzanas envenenadas ( dinero, mujeres, sangre , juego y drogas )
Tal vez de ahí que el ultimo plano sea el de Ace mirando a cámara sin gafas, el gesto mas humilde, desnudo y honesto que le veremos hacer.
En una obra tan ambiciosa ( 2 h 58´ ) los momentos para el recuerdo son varios, desde el arranque con unos inmejorables títulos de crédito ( ecos de Saul Bass ) y una portentosa dirección artística de Dante Ferreti ( uno llega a emborracharse de tanto dorado , entendiendo muy bien el límite el horterismo del estado estadounidense ) , luciendose especialmente la cámara con las panorámicas en los interiores del casino . Pero si por algo destaca la dirección es de nuevo por el montaje de Thelma Schoonmaker, en especial en ese maravilloso momento en el que Santoro se cambia hasta 6 veces de coche evitando a la CIA y se encuentra en el desierto con Ace, el momento mas emocionante de la cinta por el trasfondo dramático ( es la ruptura entre ambos ) , enclave , planificación ( maravilloso el plano de la llegada en coche reflejada en los cristales de las gafas ) y confesión ( la voz en off desvelando los miedos interiores )