Kundun (1997). Fascinante redescubrir estos Scorseses "menores", sobre todo conociendo tanto al autor y sus temas. De todas formas, buceando un poco me doy cuenta de que esta película no tiene para nada, a nivel crítico, ninguna maldición, de hecho, está tratada con bastante cariño y su poco reconocimiento popular está más relacionado con el contraste tonal (como pasó también entre The Wolf y Silence) y temático frente a sus inmediatas antecesoras gangsteriles, ya que llegaron a muchísimo público.
Kundun es una propuesta genuina y muy significativa dentro de lo que es el corpus autoral de Scorsese, un tipo que se autodefine entre el gángster y el cura, entre la violencia y la espiritualidad aquí se redime de toda la sangre que corrió por Goodfellas y Casino con el santo grial de la no-violencia, la historia del 14º y todavía actual Dalai Lama. Y se trata de una aproximación interesantísima, con unos extraordinarios Dante Ferretti, Roger Deakins y Philip Glass con los que Scorsese fabrica una obra profundamente artística, tan honesta como discreta y modesta, nunca intenta epatar con opulencia sino que entiende, precisamente, la modestia del budismo y del pueblo tibetano y lo traslada tanto al tono de la película como a su protagonista. Es radical en el uso del punto de vista, ya desde ese arranque con el niño de 2 años despertándose y hace del subjetivismo la manera de narrar la película con insertos, incluso, de sueños, de sentimientos, de imágenes en su cabeza, ... El uso de actores tibetanos sin presencia occidental ya da una idea de que no iba, precisamente, a romper el mercado y la hacía para sus adentros. Es una historia tristona, de un tipo tan perdedor como cualquiera de sus protagonistas, con una infancia en la que domina la extrañeza por un mundo y unas relaciones antinaturales, y una adolescencia llena de dudas y de toma de decisiones trascendentales que le llegan demasiado pronto en su vida. Especialmente, el tramo final de la película me parece maravilloso como consigue transmitir tanto el pesar como el convencimiento espiritual de la decisión del exilio. No es la obra maestra que llegó a hacer con Silence, pero es una dignísima parte central de su trilogía religiosa Last Temptation/Kundun/Silence.