Respuesta: "Sherlock Holmes: A Game of Shadows" (Juego de sombras)
Cuando no se puede, no se puede. No son necesarios tantos planos artificiosos cuando la solución más sencilla parece mucho mejor y factible. No debe pensar así el señor Ritchie ni los productores de la Warner. A la audiencia hay que darle ante todo artificiosidad. Y se me viene a la mente Tuco, buscando desesperadamente su tesoro en El Bueno, el Feo y el Malo con barridos de cámara que junto a la música de Morricone le daban emotividad y narración al conjunto. Pero, no, ahora si tienes un ordenador y dos fotos haces una secuencia total que parece una cámara lenta que se vuelve rápida, que hace Zooms instántáneos mientras nuestros actores no se mueven. ¿Aporta algo? Absolutamente nada.
Tenemos un buen material de partida, las novelas de Arthur Conan Doyle con personajes inquietantes... Pero en la Warner deben pensar que hay que ser positivos, que si Sherlock Holmes puede ser un héroe de acción graciosete, es mejor que mostrarnos a un tipo cuya mayor baza es su inteligencia. Y tenemos dos horas y media de metraje para contar una simple historia que complican sin necesidad cuando la base es sumamente elemental, querido espectador. Moriarty es malo y quiere generar la I Guerra Mundial antes de tiempo ya que se ha comprado todas las fábricas de armamento de Europa. Y nuestro drogadicto amigo con la ayuda de su amigo el Dr. Watson debe detenerlos. ¿Cómo cuentas eso en dos horas y media? Perdiendo el tiempo en tonterías, ridiculeces y momentos que bien podrían haberse quedado en la sala de montaje. Es una película que logra aburrir al espectador, lo que ya supone un gran merito para los que han perpetrado esta producción.
Otro gran mérito, como no, es desperdiciar una serie de elementos con los que no hubiera sido difícil construir una solvente película, taquillera, que es para lo que se hace, por supuesto, pero además, interesante, que no es un sinónimo de aburrido. Es curioso ver en esos quince minutos finales, donde dos son para enviar a un cementerio nuclear, que con ese villano y un Sherlock menos drogado que de costumbre, se podría haber hecho algo bien en todo el metraje anterior, jugando con el guión al ratón y al gato, a una lucha de mentes y de ingenio frente a las cámaras lentas. Esa parte final, con esa partida de ajedrez como metáfora de la lucha de los dos intelectos, logra ser algo que recupera la atención del espectador, pero uno se lamenta de que no hubieran jugado más con esa idea, que se hubiera visto una lucha en las sombras entre dos rivales equivalentes.
Pero Guy Ritchie ve mejor insistir en las bromas cómplices con el público lobotomizado, en "sorprender" cuatro o cinco veces con una pelea donde Sherlock Holmes narra su estrategia de ataque, o rellenando huecos de la historia con lo que había hecho Sherlock anteriormente para hacer que el público se quede con la boca abierta al final. Por no tener, no tiene ni juegos de deducción como la primera, no vaya a ser que el público, o lo que sería más inquietante, el mismo se pierdan.
Y es una pena, porque Jared Harris está muy bien interpretando a un desaprovechadísimo Moriarty, porque si se pone Downey Jr. a actuar, casí siempre saca algo, pero como estas películas no requieren de su esfuerzo ya que es interpretarse a sí mismo (con acento británico y amanerado, eso sí), simplemente se queda haciendo la nada. Y es para lamentarse. Se puede hacer esta película con cierta espectacularidad para atraer al público, pero sin aburrir al espectador con ese tono burdo e infantil. Que el espectáculo se puede hacer muy bien e igualmente divertido. Y eso también vende, señor Ritchie.