Respuesta: Sir Scott vuelve a Alien, o no: Prometheus
Considero que Scott es un tío muy inteligente y que sabe muy bien lo que se trae entre manos, lo mismo que Lindelof. A modo de experimentación (y de negocio, claro) creó el corte de ALIEN en el 2003.
Percibió muy claramente que en las nuevas audiencias la percepción de ritmo y timing de las escenas cambiaba, y puso al día la película dotándola, dentro de lo posible con el material disponible, de escenas más rápidas y numerosas.
De ahí su rescate de las secuencias descartadas de la transmisión y la conversión en huevos de Brett y Dallas. No porque el material le interesase, sino por su intención de darle mayor densidad y ritmo al conjunto. No olvidemos que incluso es más corta que el original.
Y de ahí llegamos al remake-precuela encubierto, que no lo es tanto, de Prometheus. Potenciando el ritmo trepidante sin sacrificar su elegante e hipnótica puesta en escena, de nuevo completamente original. Un pupurri de ideas que se digieren mejor en postvisionados.
Así pues, y tomando de nuevo todas las ideas que funcionaron en la original, fabrica un nuevo artefacto de thriller alienígena adaptado al nuevo concepto de relaciones personales que nos envuelve. Gente muy preparada, pero treméndamente cretina en sus actos.
Todos los errores que muchos apuntáis en el guión de Prometheus ya estaban presentes en ALIEN. Tenemos la estupidez de Kane metiendo la cabeza en un huevo abierto ante el que cualquier mortal huiría. Tenemos la estupidez de enviar a solas a Brett a por el gato, cuando precisamente iban en grupo acojonados a capturar al bicho. O a Ripley buscando un gato cuando el león acecha. Y como esas muchas más que la fuerza de la costumbre nos ha empujado a tomarlas como normal, y hasta perfectas en un guión que no lo es. Su potente puesta en escena y su manejo de la tensión elevan el producto final por encima de sus partes, consiguiendo una obra maestra del fantástico.
En Prometheus, y con un par de cojones, repiten la fórmula pero completamente adaptada al público contemporáneo e innovando en todo sin repetirse.
Tenemos al biólogo que se acerca a la anguila cual Kane al huevo, o el estúpido que no hace amigos cuál Parker obsesionado por la paga.
Ahora el público no se aterroriza como antes. Como consecuencia de ello el terror más primario hacia el depredador se ve sustituido por el asco a lo grotesco, hacia aquello que nos puede diluir en la nada como entes amorfos y gelatinosos. Algo que ya experimentaron directores como Cronenberg o Carpenter.
Pero sin duda el personaje más evolucionado es el de la nueva Ripley: Una mujer que lejos de huir aterrorizada por pasillos intermitentes sollozando acojonada por la criatura, se enfrenta a ellas con dos ovarios demostrando el nuevo concepto de mujer luchadora.
Si, Cameron ya lo explotó en su Aliens, pero no dejaba de ser la misma mujer aterrorizada que deseaba huir de los bichos. Ahora no solo les planta cara, sino que va en su busca para darles su merecido.
Todos los personajes están estudiados al milímetro, apartándose lo suficiente del cliché realista pero sin llegar a la parodia. Gente que no hace amigos porque van a por el dinero, frialdad en las relaciones cuál robots (muy bien encajado el chiste ahí), auténtica lacra de nuestra sociedad. Como el pasotismo que demuestran ante una mujer ensangrentada con grapas en su vientre.
Un robot que, para variar, resulta más humano que los humanos, inocente en su inexperiencia pero consecuente con su necesidad de comprender a los humanos.
No me extiendo más. Pero sin duda tras este guión se encuentra un minucioso trabajo que en absoluto responde a errores de principiante. Una nueva entrega dirigida hacia un público marcado por la sociedad del siglo XXI. Pero con un atisbo de esperanza mostrado en el sacrificio de los más puros, y al mismo tiempo retrógrados, de la tripulación. Y en esa nueva Ripley dispuesta a salvar a la humanidad.
Un diseño de producción y una puesta en escena que será de nuevo imitada hasta la saciedad.
Un gran thriller fantástico de nuevo más valioso en su conjunto que en sus partes, que no da tregua, y que una vez digerido, nos devuelve al mejor y más valiente Scott en décadas.
Dos horas de puro fantástico de calidad que no dan tregua ni aburren en ningún momento. Bravo Scott. Tal vez no sea lo que muchos esperaban. Pero ahí radica su principal encanto, en su afán de reinventarse sin miedo al ridículo.