Después de veros divagar el pasado año con bastante envidia por mi parte, y aprovechando la compra del pack , me he pasado una semana digiriendo blinis de plomo servidos por este buen señor… Ya conocía alguna otra (con recuerdos desiguales) pero me las he visto en riguroso orden y quizá haber esperado un cierto tiempo para hacer este viaje ha merecido la pena.
No voy a comentar mucho porque creo que es un cine que no precisa de excesivo comentario, y al igual que la buena poesía, desmenuzarlo en cuestiones formales le resta parte de su misterio; además ya habéis dejado dicho por aquí mucha cuestión… Iré comentado paulatinamente que sigo con la digestión…
La infancia de Iván: no la conocía y me ha encantado. A pesar de ello se percibe inexperiencia -sobre todo narrativa- aunque compensada por una indescriptible puesta en escena y un uso del espacio que ya deja claro cuál será uno de los puntales de su cine. Un espacio geográfico que siempre será el protagonista. Espacio que respira, vive, siente y conforma de alguna manera la esencia de los humanos que transitan por él.
Andrey Rublev: Vista por segunda vez y ufff…. es complicado acreditar una obra maestra en Trakovsky, o discernir cual es su película más “completa”. Rublev eso sí creo que siempre estaría entre las 2 ó 3 escogidas. Fresco insultantemente gigantesco a todos los niveles. La obra de un artista que se sabe como tal por encima de todo, que conoce su condición y que utiliza la biografía del pintor ruso para hacer una declaración de intenciones colosal. “Artista en tiempos revueltos” podría denominarse; la necesidad del arte como respuesta a la barbarie y al horror. Necesidad por otra parte alimenticia y práctica, profesión al servicio del gestor de dicha barbarie, y las dudas que eso acarrea, en un paralelismo suicida y brillante de la situación del propio Tarkovky en la Unión Soviética. Si a lo largo de la historia el hombre ha necesitado del arte, de la religión y de la ciencia como las tres patas sobre las que asentar la significación del mundo y por tanto su autoconocimiento, podría decirse que el cine del ruso significa la más perfecta combinación de esos tres elementos en su respuesta a los enigmas que atenazan a la condición humana. La búsqueda de una fe, amparada en -depende del contexto de cada película pero la llamada angustiosa hacia algo trascendente es siempre la misma- algo que en primer lugar posibilite la existencia de esa fe, es el tema constante de su obra. En este caso el arte es una de esas respuestas, un arte que reivindica a un Dios que permite la matanza indiscriminada y el dolor. Que se le va a hacer, es la Edad Media!… pero ojo que estamos en los prolegómenos del s. XV; toda Europa sigue sumida en tiempos oscuros que la historiografía posterior ya ha dejado más o menos claro que no son tan oscuros… Hacia esas fecha más o menos en Florencia ya hay un puñado de tipos -Brunelleschi, Masaccio y Donatello entre otros- que amparados en un espíritu de su tiempo que había empezado tiempo atrás, están a punto de dar la “campanada”, nunca mejor dicho. Precisamente en esa escena final, ante la enorme campana que anuncia un tiempo nuevo, un grupo de embajadores italianos -¿florentinos?- contemplan la hazaña. Es un tiempo de descubrimientos y grandezas que se entresacan de la brutalidad. Como el “viaje” en globo del principio, protociencia leonardesca. O la humanidad verista con que Rublev siente y entiende las figuras sagradas, ya claramente diferenciado del periodo anterior. En cuanto a técnicas y capacidades artísticas del film, haría falta un paquete de folios y letra pequeña porque no es de este mundo. Uno de los topes absolutos del arte del cine, sin ninguna duda.
Solaris: Curiosamente una de las que nunca había visto, y que pensaba que me iba a gustar algo más. Junto con Sacrificio quizá la que menos me ha llegado, aunque eso no quiere decir que sea floja. Pero creo que ha envejecido mal en algunos aspectos. No ayuda el protagonista hierático, y disfrazado de chapero de provincias. Fuera de coñas, el rodaje casi entero en interiores no ayuda a la consecución de uno de los puntos fuertes de Takovsky, la conexión con la naturaleza. Además creo que está demasiado dilatada, y no me refiero a planos como el de la autopista, que es hipnotizante incluso en su eternidad. Es que narrativamente tiene momentos que agota en su escasez expresiva. Por otra parte el tema en sí, la significación del ser humano en su vertiente filosófica y biológica, en especial las escenas dentro de la biblioteca, son abrumadoras. El arte y el gusto como esencias humanas y acotadoras del ser. A pesar de ello son muchos los interrogantes que mantengo, y es una peli que necesita de mucha discusión y visionados diversos… pero dejaré esperar un tiempo la verdad.