Star Wars y todo su universo

Filas de diseñadores haciendo dibujos y modelos durante días. Entra Lucas y todos tiemblan. Silencio. "Ése, y ése". Silencio. "Y ése". Nadie dice nada. Se va. Los fanboys vuelven a las mesas.
 
Este Jueves y Domingo hay un concierto en el Palau de la Música "La música contraataca"

Ficha artística
Orquestra Camera Musicae
Cor Jove de l’Orfeó Català (Esteve Nabona, director)
Salvador Brotons, director

Programa
La guerra de las galaxias y otras bandas sonoras de John Williams: ET, Indiana Jones, Superman, Jurassic Park

A raíz de la expectación por el estreno mundial del nuevo capítulo de Star Wars, previsto para el 18 de diciembre de 2015, os ofrecemos dos sesiones en las que podremos recrear musicalmente algunos de los pasajes más celebrados de esta saga de películas. La música épica del genial John Williams para esta epopeya nos transportará a estas poderosas escenas. En la primera parte también sonarán algunos fragmentos de otros filmes del mismo Williams.


A mi me regalaron ayer las entradas, no tenia ni idea. Creo que ya no quedan...

(enlace al programa)
 
Le he dado una segunda oportunidad a la nueva trilogía, que no había vuelto a ver desde el cine, y se me ha caído el mito de que Lucas la hizo por el puro interés económico y por aprovechar el tirón. Me parecen unas películas cuyo resultado puede considerarse fallido en el mejor de los casos (los episodios II y III), cuando no lamentable (el episodio I, que lo está reivindicando la gente últimamente). Ahora bien, yo creo que Lucas sí que era honesto al querer hacer una trilogía con ideas y ambición, en la cual probar los últimos medios tecnológicos y ampliar el mundo fantástico que había creado con las primeras entregas. Ni idea de cómo será lo que se nos viene encima de la mano de Disney, pero me atrevería decir (y tal vez me trague mis palabras) que va a ser nostalgia en vena, respeto cobarde y servil por la trilogía clásica, a modo de homenaje vacío y exprimiendo artificialmente la gallina de los huevos de oro.

El amigo George es alguien con un talento demostrado para lo “pulp”, con una creatividad visual muy estimable, que le hace tener una mano especial para el diseño de universos de fantasía, criaturas, armas, naves... pero como guionista y director, tiene unas ideas que no acierta a plasmar ni a conectar entre sí, obteniendo un resultado burdo y acartonado. Lo peor de la nueva trilogía yo lo resumiría en lo siguiente; malos diálogos (cuando no infames), puerilidad galopante, artificiosidad y nula naturalidad, inconsistencia argumental... y muy especialmente, abuso despiadado del ordenador (lo cual resta gran parte del encanto artesanal), así como los tan comentados fallos de continuidad y traiciones al espíritu original del universo Star Wars, señalados por los fans. Lo del ordenador no lo veo un mal en sí mismo, y está bien el interés por las nuevas tecnologías, pero no así de mal empleado, gratuito, excesivo, cansino. La presencia de personajes como Boba Fett y los dos robots parece más un intento de establecer lazos con el pasado y con los nostálgicos, muy a la desesperada.

Si la primera trilogía es un cuento arquetípico sobre la lucha del bien contra el mal, la segunda introduce un concepto nuevo, que antes era sólo una cuestión de fondo; la política. La historia de los episodios I, II y III no es sólo la de unos personajes, sino la de una república antaño gloriosa, pero que ahora vive síntomas de decadencia. Bajo una apariencia de democracia y estabilidad, los burócratas y los corruptos hacen su agosto. Las maneras opulentas de la capital contrastan con el olvido de unos planetas que se hunden en la miseria, donde la esclavitud hace estragos y a nadie parece importarle. Los políticos idealistas como Amidala también existen, pero no dejan de ser unos ilusos, pues todo está en manos de plutócratas y organizaciones comerciales con sus propios intereses. Las tres películas muestran el mal no como amenaza externa, sino como parásito, inadvertido al principio, imposible de diferenciar de lo establecido, que mina desde dentro y sin que lo parezca los cimientos del estado hasta precipitar la guerra civil y el hundimiento del orden político. La paz, la diplomacia, el civismo, dejan paso a la escisión, a la fuerza bruta y al gobierno tiránico. Y en paralelo a ésto, Anakin. Alguien especial, excepcional, de quien todos esperan grandes cosas. La oscuridad va pudriéndole por dentro, destruyéndole hasta convertirlo en una cáscara vacía, en un simulacro de ser humano, en una réplica infame de paladín de la justicia. Termina convirtiéndose en aquello que debía combatir, termina causando él mismo el aterrador futuro que debía evitar, es decir, termina cumpliéndose la ironía trágica del destino.

El Episodio I me parece que funciona muy bien durante el arranque, con los dos jedis en la nave... pero se va al carajo por completo en cuanto aparece el niño en pantalla. Una película mal planteada ya desde el papel, porque la solemnidad del tema político (con impuestos, votaciones, bloqueos comerciales...) chirría frente al infantilismo galopante que desprende todo. La orden jedi a su bola, el niño con sus carreritas, las idas y venidas de la reina y compañía, todo es de su padre y de su madre. A lo inconexo y gratuito del desarrollo (lo de las vainas ocupa un metraje desmesurado y no pasa del simple lucimiento digital) se le añade, por si no fuera suficiente, la presencia del personaje más odiado del cine reciente; Jar Jar Binks. Aquí podemos ver a Lucas con su nuevo juguete, el motion-capture, y se nota mucho que estaba orgullosísimo, por eso intenta meter al engendro casi en cada escena, convirtiéndolo en el protagonista en la sombra. Lo peor no es lo gratuito que resulta su papel en la historia, lo peor es que sus constantes payasadas y meteduras de pata no tienen la menor gracia. Una película que no hay por dónde cogerla.

El Episodio II creo que mejora algo y Lucas está más centrado en lo que quiere contar. El gran fallo lo encuentro en Anakin; personaje antipático y muy maltratado, lo convierte en un niñato malcriado con alguna tara mental que le hace parecer un cani de Móstoles, o bien un psicópata en potencia. No vemos esas grandes cualidades, esa nobleza interior que nos debería producir admiración y pena por su conversión al mal. Lo peor es la opción por lo más evidente, por lo más grueso, por un romance horrible y nada natural, forzado en todo momento y cursi hasta el vómito. Las perlas que sueltan los dos no tienen desperdicio, pero el carisma nulo y la expresividad inexistente de Hayden Christensen no ayudan. El resto es un “noir” curioso donde lo mejor vuelve a ser una ambientación y un detallismo muy conseguidos, y lo peor, la incompetencia narrativa en forma de cabos sueltos y explicaciones a medias. El final es un desbarre digital muy gordo que satura mucho, con tanta acción (la fábrica, el coliseo, el campo de batalla... sin respiro) y tanta tontería (Yoda en plan Dragon Ball). En cualquier caso, más intenciones que resultados.

Por último, el Episodio III lo encuentro el mejor de los tres, aún estando tan lleno de caspa como los anteriores. Aquí es donde estalla el componente trágico y donde los conflictos llegan a impresionar de verdad, tal vez por la mayor proximidad a los orígenes, pero es el fatalismo irónico del que hablaba antes lo que más destaca y donde una y otra mitad de la saga encuentran su enlace gracias al verdadero protagonista, Darth Vader (y tal vez no tanto Anakin). La conversión está mejor planteada de lo que recordaba, es más bien una huida hacia delante por parte del joven y confuso Jedi. Una épica moderna con todas las de la ley y una tragedia shakespeariana en versión pop. Lucas, desde luego, no se iba a quedar con las ganas de meter algo muy ridículo, y entonces mete al emperador; cuando es Palpatine y le come la cabeza al Anakin se me encogen los huevos, cuando se convierte en la bruja piruja, ofreciendo un festival de gestitos y frases lamentables, entonces quiero morir. Me quedo con la imagen de Yoda dejando caer el bastón, y con la de los dos amantes mirándose desde la lejanía, intuyendo el horror que se les viene encima.
 
Coincido plentamente con lo comentado por Harkness con respecto a las precuelas. Hay un claro interés económico, pero las intenciones detrás de cada una de las películas son demasiado complejas como para tildarlo de un simple producto para llenar las arcas. El problema es que Lucas debería haber delegado las funciones de guión y dirección, porque a nivel visual y de argumento no están nada mal.

Estoy muy de acuerdo sobretodo en las escenas que destacas del episodio III. Son momentos en los que realmente sientes lo que sucede, y gran parte de ello se debe a la increíble música de Williams.

Muy de acuerdo también con lo comentado respecto a Palpatine, es glorioso ver como seduce a Anakin, pero las risas, gestos y cada de malo a partir de su lucha contra Windu lo echan a perder. De hecho, toda la primera mitad del episodio 3 me parece bastante correcta, pero la cosa cae en picado tras la lucha entre Palpatine y Windu. Una pena...
 
Recuerdo las risotadas en el cine del doblaje en esa escena con Palpatine y Anakin jajajaj hablaba como un sudamericano y luego ya el grito de chillando como un cerdo de Windu. ..
 
Lo más destacable de las secuelas es la apasionante historia de amor entre Anakin y Padme.
Épica.
.
.
.
 
Yo coincido con el análisis de los mejores momentos de la segunda y la tercera película, es decir, todo el rollo noir de la segunda y la primera mitad de la tercera en la que se va cocinando la tragedia con varias escenas memorables por su mal rollo entre Anakin y Palpatine.

Que hay mucho curro en la gestación de las películas, en su esqueleto, en las líneas base de la historia, es evidente con sólo verlas. Es cierto que falta mucha frescura sobre todo en los diálogos y, quizás también, en el desarrollo de la historia, como si no hubieran ocurrido accidentes afortunados de rodaje o improvisaciones para mejorar escenas, todo parece, a ratos, demasiado prefabricado. Después está lo digital que, más de 10 años después de la última, directamente mata todas las virtudes visuales y de producción (que no son pocas).

Pero dicho esto, no coincido para nada con la defenestración de la primera película y, mucho menos, cuando aparece el niño, de hecho esa calma, esa paz que precede a la tempestad, ese encuentro crucial en un planeta a tomar por culo de todo y el cariño con el que está rodado toda esa fase me parece uno de los momentos mágicos de toda la saga. De hecho, la inocencia de ese niño y la empatía que genera es lo que le falta al Anakin crecido, en esa primera película sí que se genera perfectamente el resorte emocional que hará que la tragedia importe, y ahí coincido en que el Anakin crecido falla, está bien escrito pero mal desarrollado e interpretado porque desprende demasiada soberbia desde el minuto 1 y no cae bien a nadie. El romance idílico en ese lugar de cuento de hadas es una idea fantástica y Williams casi consigue el milagro, pero es cierto que los diálogos no están a la altura, ni Christensen tampoco; la Portman sí.

Coincido en que el final de la segunda es lo más flojo, especialmente lo de la fábrica que es un pegote de mucho cuidado, y además corta sin demasiadas explicaciones el desarrollo de lo que sí importaba en la película que era la trama noir. Ahí Duku me parece una gran creación y Palpatine detrás de los 2 bandos una genialidad, directamente. En el Coliseo, otra vez, bien como concepto, pero lastrado por lo digital.
 
Para mi la única (muy) buena escena de las precuelas es la de la ópera en EPISODIO III. Por una vez, el diálogo, la planificación, hasta con ese espectáculo al que asisten, sirviendo de clara metáfora visual (ohhh Lucas) no suena torpe, tonto o falso.

 
Lo mejor de las precuelas es el final de La Venganza de los Sith:
Luke en Tatooine y Leia en Aldeeran.

Y porque es el final de esa agonía....también.
 
¿Te refieres a ese momento en Tatooine de

-"Cariño, mira, ese viejo extraño de ropas largas y holgadas nos ha regalado un bebé"
-"Muy bonito, cariño... ¡Oye! Te has dado cuenta de que tenemos dos soles???"
 
sith_anakin.jpg


:pensativo

makinavaja.jpg
 
Para mi la única (muy) buena escena de las precuelas es la de la ópera en EPISODIO III. Por una vez, el diálogo, la planificación, hasta con ese espectáculo al que asisten, sirviendo de clara metáfora visual (ohhh Lucas) no suena torpe, tonto o falso.

joder, lo he vuelto a ver y me parece igual de ridiculo que el resto. Actores acartonados, discurso restregandote la indirecta, planificacion plomiza (esos mini zooms altmanianos), fotografia de telenovela CGI...
 
Y con esto termino… Hasta que vea El despertar de la fuerza el jueves por la noche.

Star Wars: Episodio III - La venganza de los Sith


Durante su primera mitad, “Star Wars: Episodio III – La venganza de los Sith” ofrece un buen equilibrio entre drama, aventuras y espectacularidad. El director y guionista George Lucas presenta muy correctamente a los personajes, los múltiples conflictos, el estado de la galaxia, y, en resumen, pone todas las fichas encima de la mesa para el inevitable clímax trágico que, quien más quien menos, conocerá. Crece la tensión entre Anakin Skywalker y todo su entorno próximo: los discursos de la Orden Jedi encabezada por Yoda (voz de Frank Oz) y Mace Windu (Samuel L. Jackson) parecen más propios de villanos que de héroes; los motivos detrás de las acciones del aclamado Senador Palpatine (Ian McDiarmid), líder de la fracturada República, parecen cada vez más turbios; y su maestro y amigo Obi-Wan Kenobi (Ewan McGregor) hace lo que puede para apoyar a su discípulo, aunque finalmente sea otra víctima de las corruptas exigencias gubernamentales. Todo ello ahoga al joven protagonista en un mar de desconfianza y aflicción dados los lazos que le unen a todos ellos, y no ayuda el mantener a escondidas una relación sentimental con Padmé Amidala dado que a los Jedi no les está permitido las relaciones personales. El punto de inflexión que romperá su fragilidad emocional será una visión de su mujer sufriendo, presuntamente a punto de morir. Lejos de quedarse sentado preocupándose, emprenderá en una búsqueda a una posible resolución de su conflicto, una pesquisa que sacará a relucir los verdaderos colores de las diferentes fuerzas operando en los altos poderes. Y en su encrucijada, Anakin tomará una decisión que cambiará su destino, y el del resto de la galaxia.

Tras un prólogo pirotécnico, un manto amargo se apodera de la película a medida que vamos viendo como cada bando se aprovecha para sacar tajada de la posición especial de Anakin. Sentimos su choque de emociones al ser un simple títere en un mar de conspiraciones que no nos permiten distinguir la línea que separa al bien del mal, y cuando llega el momento clave se puede incluso entender la decisión del protagonista, a pesar de las obvias manipulaciones. Sin embargo, la película se tuerce, en sentidos que van más allá del desarrollo de los acontecimientos, cuando la historia tiene que llegar al desenlace previsto. Puede que Lucas se vea lastrado por la cantidad de cosas que debe afrontar, porque durante la segunda mitad de la película los personajes pierden coherencia y se ven sometidos a las estrictas exigencias narrativas. A partir del mid point, se desdibuja completamente al personaje de Christensen hasta el punto que no sabemos exactamente como se convierte en la persona que vemos una vez entramos en el tercer acto. Puede que simplemente nos tengamos que dejar llevar por la premisa y disfrutar del tono apocalíptico de las imágenes y, sobretodo, de la música, porque dramáticamente resulta muy poco coherente con lo presentado hasta ese punto. En general, se resume y simplifica unas cuestiones complejas que definen el camino que decide seguir Anakin, y finalmente todo se va al traste por una mala ejecución.

Lucas también falla en su apuesta por construir todo el universo de la película a partir de imágenes generadas por ordenador, dado que con esta decisión solo consigue poner la cámara, la planificación y toda la puesta en escena al servicio de las limitaciones tecnológicas de ese momento. No es una exageración decir que en muchas ocasiones las imágenes parecen sacadas de un videojuego. A pesar de haberse tratado de unos efectos digitales, no solamente punteros, sino revolucionarios en su día, ahora mismo esas imágenes han envejecido muy mal y quita toda credibilidad a los mundos imaginarios salidos de la mente de Lucas. A parte, considera que el mejor modo de exponer sus diálogos es a partir de largos planos en los que los personajes están o bien sentados o andando muy despacio, sin percatarse de la pérdida de dinamismo que eso conlleva. Dicho esto, Lucas demuestra pericia a la hora de presentar las espectaculares batallas bélicas de la película, que se extiende cuando la acción sucede en planetas exóticos. Hay un puñado de momentos bien ejecutados en todos los aspectos que no solo sobresalen a nivel cinematográfico, sino que además hacen recordar la magia y misticismo de la consagrada trilogía original compuesta por “La guerra de las galaxias” (George Lucas, 1977), “El Imperio contraataca” (Irvin Kershner, 1980) y “El retorno del Jedi” (Richard Marquand, 1983), y que tanto se añoraron en “La amenaza fantasma” (George Lucas, 1999) y “El ataque de los clones” (George Lucas, 2002).

Asimismo, la película es todo un acierto en varios frentes, entre ellos el nuevamente espectacular diseño de producción de Gavin Bocquet con planetas y personajes de todo tipo que amplían el ya inmenso universo de Star Wars. Los efectos especiales convierten la película en casi una de animación, pero las secuencias de acción son tremendamente espectaculares en su amplitud dramática, y cuando se lo propone Lucas ciertamente sabe cómo hacer conmover. Sumado a las logradas escenas mencionadas, es un auténtico placer ver a Ian McDiarmid recitar los que son, con mucha diferencia, los mejores diálogos de la película; también lo es ver a Ewan McGregor como un fuerte y sabio caballero Jedi, ejemplo de lo que el grupo de defensores tendrían que representar para la galaxia. Hayden Christensen resulta muy convincente en todas las facetas de su personaje, pero es una pena que finalmente sea un personaje tan mal escrito, porque no hace más que desmerecer su trabajo. Natalie Portman por otra parte esta magnífica incluso en los momentos más bochornosos producto de unos diálogos pésimos, pero su papel finalmente resulta más testimonial de lo que debería. A nivel musical, John Williams es una constante, y por tanto vuelve a dar lo mejor de si. “Battle of the Heroes”, “Anakin’s Betrayal”, “Anakin’s Dark Deeds”, son temas llenos de tragedia y dramatismo; “Palpatine’s Teachings” utiliza sintetizadores y crea una canción hipnótica y tétrica, muy acorde con lo que sucede en ese instante; “Padmé’s Ruminations” mezcla el romanticismo de “Across the Stars” con lo trágico de los primeros temas comentados; y los temas finales siguen teniendo el mismo tono dramático, empañados por otra parte por un tono esperanzador para no terminar con una nota tan pesimista.

Star Wars: Episodio III – La venganza de los Sith” es en definitiva una película mayoritariamente fallida, pero entretenida y trágica a partes iguales. George Lucas falla al querer meter demasiados elementos en esta película, y finalmente queda una película que deja entrever el potencial narrativo desperdiciado, hecho que se agrava al valorar lo poco que sucede en las dos películas anteriores a esta. Consecuentemente, el tono trágico de la película no se limita a lo que sucede durante la narración, sino que se extiende por toda la trilogía de precuelas que deberían, y podían, haber sido mucho más satisfactorias. Una autentica lastima.
 
Arriba Pie