Le he dado una segunda oportunidad a la nueva trilogía, que no había vuelto a ver desde el cine, y se me ha caído el mito de que Lucas la hizo por el puro interés económico y por aprovechar el tirón. Me parecen unas películas cuyo resultado puede considerarse fallido en el mejor de los casos (los episodios II y III), cuando no lamentable (el episodio I, que lo está reivindicando la gente últimamente). Ahora bien, yo creo que Lucas sí que era honesto al querer hacer una trilogía con ideas y ambición, en la cual probar los últimos medios tecnológicos y ampliar el mundo fantástico que había creado con las primeras entregas. Ni idea de cómo será lo que se nos viene encima de la mano de Disney, pero me atrevería decir (y tal vez me trague mis palabras) que va a ser nostalgia en vena, respeto cobarde y servil por la trilogía clásica, a modo de homenaje vacío y exprimiendo artificialmente la gallina de los huevos de oro.
El amigo George es alguien con un talento demostrado para lo “pulp”, con una creatividad visual muy estimable, que le hace tener una mano especial para el diseño de universos de fantasía, criaturas, armas, naves... pero como guionista y director, tiene unas ideas que no acierta a plasmar ni a conectar entre sí, obteniendo un resultado burdo y acartonado. Lo peor de la nueva trilogía yo lo resumiría en lo siguiente; malos diálogos (cuando no infames), puerilidad galopante, artificiosidad y nula naturalidad, inconsistencia argumental... y muy especialmente, abuso despiadado del ordenador (lo cual resta gran parte del encanto artesanal), así como los tan comentados fallos de continuidad y traiciones al espíritu original del universo Star Wars, señalados por los fans. Lo del ordenador no lo veo un mal en sí mismo, y está bien el interés por las nuevas tecnologías, pero no así de mal empleado, gratuito, excesivo, cansino. La presencia de personajes como Boba Fett y los dos robots parece más un intento de establecer lazos con el pasado y con los nostálgicos, muy a la desesperada.
Si la primera trilogía es un cuento arquetípico sobre la lucha del bien contra el mal, la segunda introduce un concepto nuevo, que antes era sólo una cuestión de fondo; la política. La historia de los episodios I, II y III no es sólo la de unos personajes, sino la de una república antaño gloriosa, pero que ahora vive síntomas de decadencia. Bajo una apariencia de democracia y estabilidad, los burócratas y los corruptos hacen su agosto. Las maneras opulentas de la capital contrastan con el olvido de unos planetas que se hunden en la miseria, donde la esclavitud hace estragos y a nadie parece importarle. Los políticos idealistas como Amidala también existen, pero no dejan de ser unos ilusos, pues todo está en manos de plutócratas y organizaciones comerciales con sus propios intereses. Las tres películas muestran el mal no como amenaza externa, sino como parásito, inadvertido al principio, imposible de diferenciar de lo establecido, que mina desde dentro y sin que lo parezca los cimientos del estado hasta precipitar la guerra civil y el hundimiento del orden político. La paz, la diplomacia, el civismo, dejan paso a la escisión, a la fuerza bruta y al gobierno tiránico. Y en paralelo a ésto, Anakin. Alguien especial, excepcional, de quien todos esperan grandes cosas. La oscuridad va pudriéndole por dentro, destruyéndole hasta convertirlo en una cáscara vacía, en un simulacro de ser humano, en una réplica infame de paladín de la justicia. Termina convirtiéndose en aquello que debía combatir, termina causando él mismo el aterrador futuro que debía evitar, es decir, termina cumpliéndose la ironía trágica del destino.
El Episodio I me parece que funciona muy bien durante el arranque, con los dos jedis en la nave... pero se va al carajo por completo en cuanto aparece el niño en pantalla. Una película mal planteada ya desde el papel, porque la solemnidad del tema político (con impuestos, votaciones, bloqueos comerciales...) chirría frente al infantilismo galopante que desprende todo. La orden jedi a su bola, el niño con sus carreritas, las idas y venidas de la reina y compañía, todo es de su padre y de su madre. A lo inconexo y gratuito del desarrollo (lo de las vainas ocupa un metraje desmesurado y no pasa del simple lucimiento digital) se le añade, por si no fuera suficiente, la presencia del personaje más odiado del cine reciente; Jar Jar Binks. Aquí podemos ver a Lucas con su nuevo juguete, el motion-capture, y se nota mucho que estaba orgullosísimo, por eso intenta meter al engendro casi en cada escena, convirtiéndolo en el protagonista en la sombra. Lo peor no es lo gratuito que resulta su papel en la historia, lo peor es que sus constantes payasadas y meteduras de pata no tienen la menor gracia. Una película que no hay por dónde cogerla.
El Episodio II creo que mejora algo y Lucas está más centrado en lo que quiere contar. El gran fallo lo encuentro en Anakin; personaje antipático y muy maltratado, lo convierte en un niñato malcriado con alguna tara mental que le hace parecer un cani de Móstoles, o bien un psicópata en potencia. No vemos esas grandes cualidades, esa nobleza interior que nos debería producir admiración y pena por su conversión al mal. Lo peor es la opción por lo más evidente, por lo más grueso, por un romance horrible y nada natural, forzado en todo momento y cursi hasta el vómito. Las perlas que sueltan los dos no tienen desperdicio, pero el carisma nulo y la expresividad inexistente de Hayden Christensen no ayudan. El resto es un “noir” curioso donde lo mejor vuelve a ser una ambientación y un detallismo muy conseguidos, y lo peor, la incompetencia narrativa en forma de cabos sueltos y explicaciones a medias. El final es un desbarre digital muy gordo que satura mucho, con tanta acción (la fábrica, el coliseo, el campo de batalla... sin respiro) y tanta tontería (Yoda en plan Dragon Ball). En cualquier caso, más intenciones que resultados.
Por último, el Episodio III lo encuentro el mejor de los tres, aún estando tan lleno de caspa como los anteriores. Aquí es donde estalla el componente trágico y donde los conflictos llegan a impresionar de verdad, tal vez por la mayor proximidad a los orígenes, pero es el fatalismo irónico del que hablaba antes lo que más destaca y donde una y otra mitad de la saga encuentran su enlace gracias al verdadero protagonista, Darth Vader (y tal vez no tanto Anakin). La conversión está mejor planteada de lo que recordaba, es más bien una huida hacia delante por parte del joven y confuso Jedi. Una épica moderna con todas las de la ley y una tragedia shakespeariana en versión pop. Lucas, desde luego, no se iba a quedar con las ganas de meter algo muy ridículo, y entonces mete al emperador; cuando es Palpatine y le come la cabeza al Anakin se me encogen los huevos, cuando se convierte en la bruja piruja, ofreciendo un festival de gestitos y frases lamentables, entonces quiero morir. Me quedo con la imagen de Yoda dejando caer el bastón, y con la de los dos amantes mirándose desde la lejanía, intuyendo el horror que se les viene encima.