El retorno del Jedi
Con “El retorno del Jedi”, el director Richard Marquand retoma la historia empezada en “El Imperio contraataca” (Irvin Kershner, 1980), con Luke, Leia Organa (Carrie Fisher), Chewbacca (Peter Mayhew) y Lando Calrissian (Billy Dee Williams) en una misión para rescatar a Han Solo (Harrison Ford) de las garras del lord del crimen Jabba el Hutt. Por otra parte, el Imperio Galáctico ha vuelto a construir una nueva Estrella de la Muerte con la que pretenden aniquilar de una vez por todas a la Alianza Rebelde, y para asegurarse de ello Darth Vader supervisará la construcción de la estación espacial junto al Emperador (Ian McDiarmid). En esta ocasión, el sentido de la aventura vuelve a primar por encima del drama y nos encontramos con una producción en la que predomina la presentación de cuantas más criaturas extravagantes por encima de los personajes, y en la que un tono ligero se sobrepone a una película cuya historia principal esta bañada por un manto fatalista.
Es una contradicción que se cierne durante toda la película y que se ramifica en todos sus aspectos, empezando por el guión coescrito entre Lawrence Kasdan y George Lucas. En rasgos generales, a parte de una voluntad de recuperar un interesante sentido de la aventura, predominan dos tramas en la película, una principal que sigue a Luke en su sino para enfrentarse contra Darth Vader, sabiendo ahora quien se esconde bajo el casco; y otra con Han Solo como líder de un escuadrón para infiltrarse en una base secreta. La primera es la que guarda toda la carga dramática y de la que poco se le puede achacar, pues tanto las situaciones como los diálogos resultantes fluyen con naturalidad y desarrolla con perfección el conflicto vivido y, si en “El Imperio contraataca” se profundizó en el lado luminoso de la Fuerza, aquí somos testigos de las intrincaciones del lado oscuro a manos del Emperador. Se genera un conflicto a tres bandas en el que cada personaje lucha por sus propios intereses y cada uno de ellos sobresale por la característica que le define. En esta parte destaca la creación del Emperador, haciendo lo imposible al presentar a un personaje todavía más siniestro y retorcido que Vader. Es un personaje maquiavélico y omnisciente, poseedor del control sobre todo lo que sucede a lo ancho y largo de la galaxia.
Por otra parte, Han queda relegado aquí como un personaje que cae en un punto intermedio entre héroe de aventuras y comparsa cómico. Aunque no hay ningún problema en ser un héroe aventurero, la película guarda una serie de escenas rocambolescas que tienen entre poco y nada de sentido, y que viene precedido por una secuencia inicial en la que la gratuidad se eleva como adjetivo definitorio. En dicha secuencia solo destacan las presentaciones de Jabba y de Luke Skywalker, quien sufre las consecuencias de las heridas recibidas al final de “El Imperio contraataca”; porque por todo lo demás, el desarrollo de la acción solo se puede tildar de torpe. Por desgracia, no es más que una presentación de lo que vendrá a continuación hasta llegar al emocionante clímax. Sin embargo, peor parado queda Han como personaje, pues se desdibuja su personalidad al darle rasgos azucarados, celosos e incluso enclenques; en detrimento de su carácter original de pícaro. Poco se puede decir del resto de personajes, dado que a Fisher le sucede algo parecido a Ford y Lando simplemente pasa por allí. Afortunadamente, los robots C-3PO y R2D2 siguen teniendo buenos momentos y aguantan por pura fuerza de carisma.
“El retorno del Jedi” tiene un peligroso equilibrio entre lo bochornoso y lo espectacular, la comedia infantilizada y la tragedia griega; y junto con esto, también hay momentos memorables seguidos de momentos que rompen todo el sentido de la incredulidad. A la dirección de Marquand se le echa de menos más épica y sensación cinematográfica, y su trabajo queda un tanto rudimentario, por no decir televisivo. Se fuerzan escenas en las que se denota una puesta en escena que se acerca más a la comedia familiar que al drama que pide la historia, y retrae parte de la seriedad que surgen de los conflictos. Por suerte, el film encuentra finalmente su lugar en un clímax en el que se desarrollan hasta tres tramas paralelas en las que todos los departamentos siguen una misma dirección: la de ofrecer espectacularidad y dramatismo a partes iguales; si bien es cierto que en una de esas tramas se falla levemente por motivos que van más allá del guión. Si hay algo especialmente destacable en el final son los efectos especiales creados por la Industrial Light & Magic, quienes a lo largo del desarrollo de la película ofrecen momentos visuales interesantes y memorables, pero no es hasta la secuencia final donde el virtuosismo de los técnicos estalla en un festival audiovisual que consigue transmitir la desesperación de las situaciones, ayudado, eso si, por la memorable partitura de John Williams. A parte de recuperar temas emblemáticos de la franquicia como la fanfarria inicial o “La Marcha Imperial”, crea una canción melódica con “Luke & Leia”, tema principal de la película; compone tres suites llenas de dinamismo, dramatismo y tenebrismo tituladas “La batalla de Endor I”, “II” y “III”; escribe una partitura dedicada al místico tema de la fuerza titulado “Light of the Force”, y concluye la película con una composición que ha cambiado con el paso del tiempo, una de tonos tribales para la versión original y otra con un tono más agridulce pero esperanzador para la reedición en VHS del 1997.
Para muchos, la franquicia de Star Wars murió con el estreno de “Star Wars: Episodio I – La amenaza fantasma” (George Lucas, 1999), y para otros esto sucedió directamente con “El retorno del Jedi”, cuando las intenciones empresariales de Lucas empezaban a ponerse por encima de las cinéfilas. Y es muy comprensible dado el cambio de tono (e intenciones) con respecto a “El Imperio contraataca”, película que terminaba con una nota pesimista. “El retorno del Jedi” es, en definitiva, una película para niños con pequeñas dosis trágicas guardadas para una confrontación final con unos niveles dramáticos que llegan francamente tarde, hecho que se agrava al venir precedido por un primer acto innecesariamente largo; y un segundo acto irregular. Sin embargo, la película encuentra su éxito en una aventura que nunca aburre, varios momentos memorables, un último tercio espectacular, unos actores y personajes que, según cual mejor o peor caracterizados, perduran hoy en día como unos de los más emblemáticos que ha ofrecido el cine; y todo ello viene acompañado además por unos rompedores efectos especiales y una espléndida banda sonora del maestro John Williams.