Para ser una opera prima, me ha parecido soberbia. El propio Raúl Arévalo reconoce influencias claras de "Perros de paja" o "Malas tierras", así que se trata de una película que no esconde sus fuentes, que son tan recurrentes como efectivas. No cuenta nada nuevo, pero lo hace con un aplomo, una seguridad, una rotundidad, una agresividad... que hacen pensar en un director a tener muy en cuenta. Referencias muy bien digeridas. Es difícil verle titubeos en lo que, ojo, es un debut. Sorprende la fuerza que le imprime a la narración (siempre tensa, inquietante) y el grado de autenticidad de ambientes, localizaciones y personajes (maravilloso todo el reparto), que realmente te acojonan, pues en ese mundo de miseria, de trapicheos y de angustia (o sea, la España negra) uno se cree la conducta de unos y otros, que, claro, se mueven entre grises, contradicciones, luces y sombras. Y como mandan los cánones, el pasado no perdona, no cesa de perseguirte, de tener consecuencias. Me parece fantástico que, desde nuestras raíces e idiosincrasia, el cine español genere películas de género que se notan propias, autóctonas. Arévalo retrata esa sordidez con un estilo formal áspero que le viene como anillo al dedo. También el guión es muy hábil en sus giros dramáticos y sorpresas, e incluso perverso al filtrar esa supuesta historia de amor. Las costuras se las perdono, jaja.
Lo del gimnasio... acongojante.