La delgada línea roja
Malick reflexiona una vez más sobre la relación entre el hombre, dios y la naturaleza, sobre los horrores de la guerra y el enfrentamiento entre el bien y el mal; una dualidad que recorre la película de principio a fin (gente muriendo, pasándolas muy putas, pero también muchas imágenes del entorno natural, imbuidas de indescriptible misticismo malickiano). Si Dios no es más que el misterio último de la creación, de una totalidad armónica, idílica, de donde todos venidos y donde todos regresamos... la angustiosa pregunta por el origen del mal, de ese mal que aniquila una suerte de inocencia originaria del ser humano, carece de respuesta. El enfoque coral, sin un protagonista claro, donde los personajes son más bien estereotipos que representan distintas posturas frente al conflicto, carece por supuesto de cualquier discurso épico, patriótico o moral... en realidad, es Guadalcanal como podría ser cualquier otro escenario bélico. Lo más interesante es ver cómo Malick juega con todo ello, combinando imágenes, sonidos y texto.
Sin embargo, y ahora viene lo negativo, el metraje me parece a todas luces excesivo, el tramo final me parece un coitus interruptus brutal, con esa última escaramuza que no aporta nada porque ya lo hemos visto antes, con esa sucesión de finales que ni El retorno del rey... ahí desconecto porque veo a un director demasiado ebrio de sí mismo, o que todavía no logra cuajar el relato convencional con lo propio del cine más experimental que hace ahora. Y es una putada, porque los momentos de emoción pura abundan (los flaskbachs del soldado, o el final con la plantita, sin ir más lejos), con ese score zimmeriano además, y las batallas posiblemente sean de lo mejor jamás rodado dentro del género (acojonante lo que logra ese montaje rápido y esa planificación, con la cámara prácticamente volando). Son cosas que siempre han estado ahí en el cine de este señor, pero que resultan particularmente dolorosas cuando todo lo demás brilla a tanto nivel.
Gran espectáculo visual y sonoro, delicado lirismo, inquietud filosófica... puro Malick, en resumidas cuentas, con todo lo bueno que tiene y con lo menos bueno también.