Es un bombón hecho película, la dirección de arte y el envoltorio del modelo Anderson ha llegado a tal nivel de excelencia que es casi imposible no entrar en su mundo, incluso volviendo a contar una historia parecida a toda su obra anterior, una aventura surrealista con relación paterno-filial y toques románticos, todo está tan cuidado que no parece para nada repetitivo.
Pero hay diferencias, aquí predomina el misterio y la aventura, y Ralph Fiennes encarna al protagonista andersoniano con el que es más fácil empatizar de toda su carrera, quizás no tenga ningún momento que alcance la plenitud del "momento playa" de Moonrise, pero en general es más sólida, una suma de pasajes memorables con diferentes secundarios (co)protagonizando cada escena, al contrario de lo que había leído por ahí no hay ninguno que esté por estar, todos tienen importancia y no se me ocurre ninguno que no raye a gran altura: Norton, Keitel, Amalric, Swinton, Goldblum, Dafoe, Brody, Bill Murray (cuya escena es memorable), Wilkinson, Law, Murray Abraham, ...
Y al final leo más que una reflexión sobre la nostalgia de un tiempo pasado, esa nostalgia aplicada a una manera de contar historias que se ha perdido, un discurso meta a través de los orígenes de las historias de los libros que bien puede hablarnos de su aplicación en el cine por como se hacía allá en los años 30.