Es la película más disfrutable de Eggers, donde entiende que meter sus obsesiones esotéricas y herméticas no tiene que estar peleado con el entretenimiento.
Un entretenimiento visceral que captura el espíritu pagano/vikingo en un hero's journey bastante tradicional y diría que tanto más completo que todos los hero's journey de los últimos años ya que incluye la katabasis (viaje al infierno) propio de todos los relatos de la literatura tradicional pagana desde La Odisea, La Enéida y Las Edda hasta la literatura cristiana en La Divina Comedia... Si hasta Jesús, después de ser crucificado, bajó hasta el infierno, el Sheol, para evangelizar a los muertos. Un
viaje del héroe sin katabasis es un relato incompleto, si la katabasis hasta forma parte de cualquier banda de heavy metal respetable. Divorciar un relato de aventuras del terror es no entender nada de la función misma del género, lo que hace a todas las películas de Marvel un fracaso relativista desunido de cualquier tipo de meditación sobre el bien y el mal. Curioso que aparte de Eggers haya sido Tarantino en Django el único que, aunque con ironía, planteó en el mainstream un
viaje del héroe con un aceptable terreno infernal que el protagonista debe poner patas arriba y destrozar en un tono casi mitológico (Candyland).
Y Eggers es un flipado de la etnología, toda la caracterización de los pueblos nórdicos y eslavos es de no creer. Toda la recreación en las costumbres, razas y religiosidad de esta gente no es gratuita o simple boutade histórica sino que está integralmente unido a su narrativa. Cosa que queda en claro desde que Eggers nos muestra el árbol Yggdrasil, que según Mircea Eliade es:
''el poderoso Fresno cósmico, fuente de la vida y la inmortalidad, a cuya sombra se reúnen los dioses en concilio y muestra la rama genealógica que va desde los reyes hasta las deidades de las cuales los monarcas descienden. Como todas las divinidades cósmicas, sirve de unión entre los tres mundos. Sus ramas se elevan hasta el Walhalla, y de sus raíces fluye un manantial, origen de los ríos y símbolo del trascurso del tiempo terrenal. El caballo de Odín mascaba sus hojas, y posados en sus ramas, el águila y la serpiente, símbolos de la luz y la oscuridad, luchan perpetuamente para imponer su dominio. En este árbol se sacrificó Odín por el bien de la humanidad.''
Y que bellezón etérico y alien que es Taylor-joy, que hace poco nos decían que era una mujer de color y ahora sale en una película de Vikingos. Entendible ya que es Argentina y en Argentina tenemos mucha sangre hiperbórea, la raza que buscaba el pintor austríaco. Llegué a esa conclusión después de un cuidadoso examen frenológico.