Pero si alguien, al escribir o al cantar, llama a atentar contra alguien o a matar a una persona, ¿no está cruzando una línea roja?
¿Por qué va a ir a la cárcel uno que dice que hay que ponerle una bomba al Rey? Se tienen que juzgar los actos, no las palabras. Los que dicen sentirse ofendidos son los de la Asociación Española de Abogados Cristianos, ultraderechistas que, si pudieran, no me denunciarían, sino que me llevarían a una tapia del cementerio y me fusilarían. Ahora no pueden hacerlo, pero si no los paramos podrán hacerlo; si no lo hacemos, en 20 años habrá una dictadura fascista en toda Europa.