Confieso que, al principio, cuando no sabía quién era este señor y sólo lo conocía por sus intervenciones en La Sexta, me resultaba simpático y hasta me creía lo de que si nuestros políticos se pareciesen a este tipo otro gallo nos cantaría. Afortunadamente, a medida que fui conociendo al verdadero Pablo Iglesias (no ese simpático tertuliano que critica a la corrupta casta política sino el filochavista que incita a matar guardias civiles) ya fue quedando claro que en Podemos no querían cargarse a la casta, simplemente querían ocupar su lugar.