Tampoco piensa eso. No te vengas arriba. Lo importante, como debe y debería ser, es que no ha muerto nadie. Si hubieran 100 muertos ni haríamos bromas, ni el trato de los medios sería el mismo ni hablaríamos de lo bonito que es todo. Así que solo eso ya es para ser pragmático y estar agradecido. Luego ya entramos lo que podemos llorar por los recuerdos y lo material, lo frágil o lo falso de las promesas de los políticos que van un día para hacerse fotos con los brazos arremangados apoyados en las mesas como si fueran patton en las ardenas. Y los habrá que lloren poco, lo justo, mucho o que sobreactúen, habrá de todo, como en los entierros. Habrá quién esté conforme con las indemnizaciones, habrá quién quiera que le paguen cuatro paredes de barro a precio de palacio, los dibujos colgados del niño como cuadros de Picasso y campos de plataneros como las minas de la fiebre del oro.
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