Respuesta: Películas que vais viendo en casita
Me apunto esta evasión porque me habéis puesto los dientes largos, malandrines.
Yo, por mi parte...
(
Around the World in Eighty Days, Michael Anderson, 1956)
Espectacular filme donde destaca, por encima de todo el conjunto, el diseño de producción que contiene. Una gran feria de lugares, casi como si de un documental de Nathional Geographic se tratase, donde se empleó para la ocasión el pionero sistema para su tiempo de 70 mm, patentado por el productor, Michael Todd (Todd-AO) dotando a las escenas de una magnitud impresionante, casi haciendo su visión algo realmente espectacular, aprobechando toda la resolución posible para la gran pantalla, dotando a la secuencia plasmada de un maravilloso viaje hacia lugares distantes, lejanos, casi de postal. Un viaje digno de las mejores salas IMAX. El vestuario es exquisito, los lugares naturales son realmente perfectos (junto con los lugares donde los decorados son evidentes, dotando a las escenas de esa magia extraña de los clásicos de antaño) y la fotografía es realmente fascinante, con un colorido excepcional, digno de las grandes superproducciones.
Aparte de contener a un David Niven como Phileas Fogg, que cuadra perfectamente como ese hombre repleto de costumbres arraigadas en la puntualidad, la corrección excelsa y digna de encomio, junto con el fervor por los riesgos y apuestas con un porte inigualable (junto con una pronunciación exquisita) y siendo el contrapunto acertado de un Cantinflas como Passepartout – Picaporte para nosotros (aunque se hace extraño ver a un mejicano hablar en inglés haciéndose pasar por francés) pero que aún y así sus formas / maneras quizás están, por decirlo en cierto modo, un tanto fuera de tono para el personaje en cuestión dado que aquí está encorsetado en las costumbres hollywoodienses – cuando él siempre ha sido un actor que siempre ha contado con el permiso para hacer-deshacer lo que él creyese oportuno. Y por último contamos con una Shirley McLane como la princesa en apuros rescatada en el último momento, con una belleza sin igual pero siendo una auténtica mujer florero, sin aportar gran cosa a la historia.
En todos estos apartados la película es un vehículo de lucimiento total, demostrando que Hollywood se las gasta solas para crear espectáculos mayores y con las dotes apropiadas para el viaje en cuestión pero… y aquí es donde viene el pero mayor:
La película es de un tedio insufrible. Y no porque no contenga la dosis necesaria para la aventura, la acción, la emoción sino por las formas empleadas. La realización del director es realmente aburrida, nunca mejor dicho, pues sus maneras están ancladas en otros tiempos y no han logrado pasar a los nuevos tiempos (el cine empleado en este viaje es un cine contemplativo, de exposición, sin tener unas nociones básicas para encauzar con soltura y sin apenas riesgo toda la dosis de aventura necesaria para darle el realismo y la convicción necesaria). De esta manera suceden muchas cosas pero no tiene el magnetismo, la fuerza narrativa ni el acierto necesario para mantener la atención en ese aspecto.
Lo increíble del caso es que las escenas que representan el encorsetamiento del Londres a través de la gente de alta sociedad del club, junto con sus maneras de educación excelsa y sus apuestas en contra del logro de Phileas para conseguir el viaje son muchísimo más interesantes y son más acertadas, donde la puesta en escena es muchísimo más comedida pero a su vez es más complaciente y más acertada que muchos de los momentos donde se supone hay diversión.
A eso le añadimos que la larga lista de cameos por centímetro de celuloide es divertida más por el acertar quien es quien que por lo que aporta en la película (así como Buster Keaton es quizás el más acertado, no tanto el de Marlene Dietrich, Cesar Romero, Frank Sinatra entre otros que son meras caricaturas).
Un título muy irregular que llama muchísimo la atención por el envoltorio de lujo mientras que el interior va a trompicones. Si a ello le añadimos un exceso de metraje (llegando a las 3 horas) hace que este título sea un festín para los ojos ante tanta opulencia empleada pero no para la emoción de la aventura clásica que puede sentir un cinéfilo ante películas de esta embergadura.