Yo he tenido dos peleas de Instituto, en absoluto reseñables. Una de ellas es reseñable por las circunstancias: yo, en la puerta de la cafetería. Pasan dos profesores que están intentando llevarse a una especie de mole humana al despacho del director. Lo tenían difícil, pues el chaval no se ahorraba patadas y empujones, a la vez que soltaba los improperios más inhumanos que jamás he escuchado. Si aquel chaval dedicara a estudiar la mitad de las energías que dedicaba a buscar palabras que rimaran con enano y fulana (eran un profesor y una profesora) hoy sería catedrático o algo.
Pues bien, viendo que iba perdiendo, pasó junto a mi y se agarró a mi jersey CON LOS DIENTES. Fue patético, y totalmente tronchable. Los dos profesores tironeaban, pero el tío no se soltaba. Finalmente, dándome cuenta de que se me iba a cargar el jersey, le metí un codazo en toda la nuca y se lo llevaron semi inconsciente. Afortunadamente, lo expulsaron (no sé lo que haría, pero aquella mañana vino la poli y todo) y nunca hubo consecuencias. Tiene más gracia la anécdota que la pelea que no llegó a producirse.
Porque es lo que soy yo, un sosainas del puño. No vale la pena hablar de mi, en absoluto, sino de mi hermano. Es el jodido rey de las hostias. Está como una cabra, pero en serio. Me saca nueve años y dos cabezas, y aunque ahora está mas calmado, pero tuvo una adolescencia que ni Chuck Norris. Empezó todo en el colegio, con la ya mítica historia familiar contada todas las navidades, del Germán, el chulito del colegio, que les decía a los chavales que para ser "de su banda" tenían que cruzar de rodillas un charco de agua de lluvia asquerosa. Cuando mi hermano pasó de él hasta el culo, el Germán le metió la zancadilla y mi hermano cayó de lleno en el charco. Las risas se cortaron cuando mi hermano le rompió el labio de una sola hostia. Esto con doce/trece añitos.
Luego en el instituto creo que debió pasarse la mitad de cada año expulsado por peleas. Es un buen tipo, lo juro. Es el tío más simpático y salao del mundo, pero tiene una especie de facilidad para estar donde están las hostias. Además, tiene un ego que le puede.
En otra ocasión, mientras estaba sentado en un parque bebiendo una Coca Cola y esperando a unos amigos, se le aparecieron una pandilla de gitanillos, bastante mayores que él, que le pidieron "dinero para gasolina". Como no llevaba, le pidieron la Coca Cola, pero dijo que no, que era suya. Cuando intentaron quitársela, le reventó el bote en la cabeza a uno, y le rompió el brazo a otro. Eran como una decena, así que la conclusión es que se despertó tres horas después en el hospital, con una muñeca rota y contusiones múltiples
Eso si, por lo menos dos se fueron a casa "calenticos".
También hace unos años tuvo un "conflicto" con un simpático inmigrante que "limpiaba" los coches en los semáforos. Mi hermano le dijo que no quería nada, pero el tío empezó a echarle mierda en la luna, y a limpiárselo. Mi hermano empezó a calentarse, y cuando el tío le pidió dinero y no se lo dio, el inmigrante empezó a dar patadas al coche. En fin, que debió verlo todo rojo, porque salió del coche y le clavó algo en la pierna al pobre "limpia" cristales (creo que fue un destornillador). Anécdotas así, a docenas. Y eso, siendo el tipo más amable que te puedas encontrar. Si lo véis por la calle, nunca os imaginarías el "historial" que tiene. Mi madre siempre decía que no ganaba a disgustos con él (vaqueros rotos, chándals manchados de sangre, tener que ir a urgencias cada dos por tres, o hablar con el director...) pero, ¿y lo que nos reímos hoy contándolo?