Científicos ocultaron fallos en un estudio sobre el cambio climático
Una investigación destapa datos poco rigurosos en las estaciones de China
RAFAEL RAMOS
03/02/2010 00:57 | Actualizado a 06/02/2010 12:09
Las evidencias sobre el
cambio climático son numerosas, pero algunos de los argumentos
científicos utilizados para llegar a esa conclusión están cada vez más en tela de juicio como resultado de la filtración de miles de correos electrónicos del departamento de Medio Ambiente de la Universidad británica de
East Anglia.
Primero, surgieron dudas sobre el deshielo de los glaciares del Himalaya, y ahora se cuestiona el aumento real de las temperaturas en China, al descubrirse que muchas de las
estaciones meteorológicas que supuestamente realizaron las mediciones o bien no existían o bien se habían trasladado de lugar. Y, por si fuera poco, los autores del estudio se han pasado una década encubriendo esas deficiencias.
Parece el argumento de un thriller medioambiental, en el que no se sabe quién es el pirata informático que ha penetrado en los ordenadores de la Universidad de East Anglia para acceder a los intercambios de información y opiniones sobre el calentamiento global, y revelar al mundo los fallos y deficiencias de la metodología utilizada para alcanzar algunas de las conclusiones científicas sobre el calentamiento. ¿Está detrás la mano negra de los escépticos del cambio climático? ¿algún servicio de inteligencia?, o ¿es una batalla de egos entre científicos rivales?
En el ojo del huracán está el profesor
Phil Jones, director de la unidad de investigación climática de esta universidad británica, y su colega chino-norteamericano Wei Chyung-Wang, de la Universidad de Albany (estado de Nueva York). Ambos han sido acusados de fraude por un investigador británico escéptico, el ex banquero de la City Doug Keenan, en relación con los contenidos de un informe publicado en 1990 que durante todo este tiempo ha servido como referencia clave para el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) de la ONU, criticado por no analizar con suficiente rigor el origen y calidad de las fuentes.
The Guardian ha examinado los correos sobre las temperaturas en China y ha llegado a la conclusión de que se encubrió su manipulación, aunque se matiza que todo ello no anula los argumentos –apoyados en múltiples estudios– de que se ha producido un calentamiento de la atmósfera, de manera que el posible fraude tan sólo se refiere a la metodología. Aún el daño que causan las críticas al IPCC es enorme.
El informe de Jones y Chyung-Wang sobre la subida de temperaturas las últimas décadas en China (tanto en el campo como en las ciudades) fue publicado en 1990 por la prestigiosa revista
Nature, y citado por el IPCC de la ONU en su informe del año 2007.
Pero los correos electrónicos a los que ha tenido acceso
The Guardian revelan que el propio director del departamento de investigación climática de la Universidad de East Anglia, el profesor Tom Wigley, tuvo en su momento dudas sobre la honestidad del trabajo de su subordinado.
Lo cierto es que de las 84 estaciones meteorológicas citadas como referencia para un estudio de gran trascendencia, al menos 51 se han trasladado durante el periodo de 30 años de estudio (lo que invalidaría sus datos), 25 no se han movido y otras ocho podrían no haber proporcionado datos válidos. Todo ello plantea dudas no sólo sobre la integridad de los firmantes del documento sino sobre conclusiones que son imposibles de verificar porque los instrumentos con los que supuestamente se realizaron no existen y quizás nunca existieron.
El informe de los científicos Jones y Chyung-Wang versa sobre una cuestión fundamental en el debate sobre el cambio climático: ¿en qué medida el calentamiento registrado por los termómetros en las últimas décadas es consecuencia de la expansión urbana, teniendo en cuenta que el asfalto y el ladrillo absorben especialmente el calor?
El cuestionado estudio, realizado por esos dos profesores y cuatro ayudantes, llegó a la conclusión de que el impacto de la urbanización era mínimo, y para ello se apoyó en mediciones de temperaturas realizadas en el superpoblado este de China.