Breve antología que sin duda me deja con ganas de más material de esta estadounidense venerada por mucha gente, con King a la cabeza. Lo suyo es el terror puro y duro, o lo que es lo mismo, un terror que brota de la vida cotidiana, de la sospecha de que algo va mal. Insidioso y sutil, manifestándose en contrapunto con unas apariencias inofensivas, tratado además con una gran economía de medios y simpleza aparente del lenguaje, obteniendo a cambio un efecto muy potente. En “El amante demoníaco”, la búsqueda desesperada de una muchacha en pos de su futuro marido en el momento más inoportuno, nada menos que el día de su boda, deriva en una odisea llena de incertidumbre, un kafkiano y exasperante recorrido urbano tras un rastro más que dudoso… la colectividad es hostil, pero incluso desconfiamos de esta mujer, de quien apenas sabemos nada, pues puede estar todo en su imaginación. “La bruja”, “Después de usted, mi querido Alphonse” y “Charles” son tres cuentos con un tema en común; el lado perturbador de la niñez. Unos niños, su madre, un viaje en tren y un desconocido que puede ocultar algo peor que cualquier bruja supuestamente vista por uno de los nenes, ya de por sí retorcidillo en su complacencia… ¿O se trata todo de una broma pesada? La camaradería infantil, sin embargo, contrasta con el mundo adulto, el prejuicio ante la cuestión racial y la excesiva compasión hacia quienes son vistos como pobrecitos desfavorecidos; una bondad extrema que encubre algo incómodo. El tercero de estos tres relatos, de nuevo sobre el pequeño monstruo tras una fachada de mentirijillas muy reales, sobre la agresividad que te estalla encima en toda tu comodidad paternal, es quizá un poco más previsible.
“Siete tipos de ambigüedad” viene a ser un ejercicio aparentemente intrascendente de refinada crueldad, ambientado en un entorno bibliófilo, con unos personajes bastante normales que no sabemos sin son muy inocentes, o por el contrario, unos hijos de puta; aquí la devoción hacia la lectura es lo contrario a quienes consideran la cultura como un simple artículo de lujo a adquirir sin más… formidable pieza que en su ambiente tristón, en su decir sin decir del todo, me recuerda un poco a Hemingway o a Chéjov. En cambio, “La muela” es todo un viaje surreal entre el sueño y la vigilia que arranca a partir de una experiencia tan común, pero tan terrible a la vez, como un dolor de muelas; se dan extraños trasvases de la identidad, se repiten situaciones en espiral, la clínica dental toma de golpe unos tintes inhumanos, amenazantes… la autora nos zarandea, cuestiona los límites, su tratamiento de las realidades superpuestas se parece aquí al de un Cortázar.
Llegamos por fin a “La lotería”, quizá el escrito más famoso de Jackson, mil veces antologado, comentado y sumamente controvertido en su momento. Es como un tratado de antropología en miniatura, la descripción detallada de una especie de ritual arcaico asociado a los ciclos estacionales que no obstante pervive en la América moderna; un argumento precursor de eso que hemos acabado por denominar “folk horror”. El miedo es un mecanismo de control, la violencia más atroz se encuentra totalmente normalizada, sancionada por la tradición; esto es una sátira social con muy mala baba del conformismo y de la violencia escondida bajo el manto idílico de las pequeñas comunidades, que casi parece una versión siniestra de cierto realismo mágico-fantástico.
Finalizamos con tres textos de no ficción y un relato más. “Experiencia y ficción” y “Notas para un joven escritor” sirven a Jackson para hablar un poco en general del proceso creativo, arraigado en una realidad corriente de donde toma la mayor parte de sus temas e inspiración, pero lógicamente, reelaborándola artísticamente para que tenga sentido, interés, por sí misma. Se ve esto reflejado en “La noche en que todos tuvimos gripe”, simpática narración autobiográfica de una escena familiar disparatada… pues esta Shirley no deja de ser la típica ama de casa norteamericana de posguerra. Sus consejos sobre escritura para principiantes, dirigidos a lograr la cohesión narrativa, eliminar lo innecesario de las tramas, prescindir de palabras rebuscadas, mejorar la relación con el lector… son muy básicos y de sentido común, susceptibles de figurar en cualquier taller de escritura actual. “Biografía de una historia”, por último, es su crónica en primera persona de toda la polémica que siguió a la publicación de “La lotería” en el New Yorker, digna de Twitter sin existir aún las redes sociales. Básicamente, oleadas de misivas de lectores indignados, horrorizados ante la crueldad de la historia, algunos faltando al respeto, otros simplemente estupefactos y sin haber entendido un carajo, o bien haciéndose sus propias teorías… con decir que incluso hubo trolls y frikazos varios de por medio, queda todo dicho en torno a un caso curioso de literatura como pequeño fenómeno sociológico que dice más acerca de los miedos, neurosis, idiosincrasia, etc. de los propios lectores que por entonces se daban por aludidos.
Publicados en 1908, se inspiran supuestamente en anécdotas reales, con la utilización sistemática de un recurso como es el del narrador indirecto, que al presentar al auténtico relator de los hechos ofrece una mayor veracidad y proximidad a lo oral, pese al elaborado estilo que caracteriza al autor. Se abre este libro con una canción infantil: “Las pequeñas marionetas / Dan, dan dan / Tres volteretas / Y luego se van”… sencilla manera de hacer referencia, quizá, a esas fuerzas ciegas que impulsan la siempre imprevisible y contradictoria naturaleza humana, que nadie acaba de entender.
Ambientada en la guerra de la independencia de Chile, “Gaspar Ruiz” es una nouvelle bélica que gira en torno a las insólitas peripecias de un humilde campesino convertido después en caudillo gracias a su vigor físico excepcional, que llega a militar en ambos bandos del conflicto y cuya vida está marcada de algún modo por la traición, a la vez que su destino se une al de una mujer que protagoniza una historia de venganza y rencores hacia ese movimiento independentista que hace tener sus días contados en la región a la perdedora y otrora todopoderosa España. Gaspar, superviviente nato, es un individuo de un carácter humano singular, incendiario cual pura fuerza de la naturaleza, o personalidad característica romántica; un tipo, aún con esas, metido en el ajo porque así le ha correspondido en suerte, ligado muy a su pesar a los avatares políticos, aún teniendo él mismo sus propios valores, su apasionada fidelidad a los suyos que le hace salir de los peligros, de las situaciones más extremas… así nos lo da a entender un admirado narrador en su vejez, un hombre de carácter y de existencia desde luego más convencional, desde la distancia y el mito.
En un ambiente distendido y vacacional transcurre “El Conde”. El encuentro azaroso y violento entre un personaje aristocrático y caballeroso, muy mesurado en su forma de ser, y un delincuente perteneciente a la infame Camorra napolitana que intenta atracarle, se salda con un grave daño a un bien mucho más importante que la mera integridad física, que es el sentimiento de humillación, de afrenta a la dignidad, cuyas consecuencias pueden ser importantes y drásticas.
La crítica a los movimientos revolucionarios subversivos se hace patente en “El delator” y en “Un anarquista”. En el primero la mira está puesta además en esa burguesía diletante que hoy y ayer disfruta con las figuras estrafalarias y provocadoras de postín; muy actual lo de la revolución como hobby de gente bien, aún siéndose lo contrario a aquello que se pretende ser. Mucha ironía en cuanto a que el topo traidor de una de estas células terroristas es quien más sólidos principios mantiene. En el segundo tenemos en cambio una sátira maliciosa del capitalismo y de la incipiente mercadotecnia, del tratar a los trabajadores como a ganado. Un pobre diablo es zarandeado, estigmatizado e involucrado sin comerlo ni beberlo en una lucha que, una vez atrapa, no permite la huida, es paradójica por tanto la búsqueda de la libertad, el hecho de que, tras un sinfín de aventuras, la práctica esclavitud laboral sea tristemente una mejor opción frente a quienes son locos sin escrúpulos, con más entusiasmo y convicción que sesera.
“La bestia” es el único cuento de temática marinera, en el que una nave gigantesca que parece tener conciencia propia, que ningún marino es capaz de dominar por completo, orgullo y condena de una prestigiosa familia de navieros, arruina vidas y siempre se lleva a alguien por delante causando accidentes. Sólo podrá ser derrotada por el único ser de la creación susceptible de superarla en cuanto a perversidad, o al menos en ser imprevisible… una mujer. Sin comentarios, señor Conrad, un buen capón para usted y un buen curso de deconstrucción de género, a juzgar por esta obra y por las restantes.
Aparte habría que mencionar la novela corta “El duelo”, lo más conocido de la recopilación y diría que con mayor enjundia. Cuenta la rivalidad entre dos oficiales napoleónicos durante más de una década, originada en un incidente del todo banal que actúa como mero pretexto para el odio irracional y enquistado entre los dos hombres, opuestos en todo (carácter, origen social y geográfico, incluso físico) y que no paran de desafiarse a duelos de honor en cuanto tienen oportunidad. La templanza de uno, más acomodaticio, apegado ante todo a la institución militar, contrasta con la exaltación del otro, impulsivo, herido por el resentimiento y férreo defensor de la causa bonapartista. El enconado rechazo, especialmente de uno hacia el otro, roza la obsesión y se prolonga hasta el absurdo incluso cuando ambos luchan en el mismo bando. Su historia personal se inserta en el maremoto de la Historia de Europa, que va desde las guerras napoleónicas hasta el restablecimiento de la monarquía, que convertiría a los partidarios del hombre de Santa Elena en reliquias, en despojos humanos, con todo el cambio de circunstancias y de valores imperantes.
El sentimiento tan viril de la honra es por lo tanto lo central, por mucho que fuera ya entonces una costumbre anticuada o pura arrogancia, pues su pervivencia aún no se había extinguido. Lo más interesante de esta ficción histórica, creo yo, es la idea de cómo una enemistad tan profunda puede marcar una vida y condicionar a ambos contendientes, estableciéndose una extraña vinculación, una simbiosis entre dos sujetos inseparables pese a todo. Pese a lo disparatado del desafío, el protagonista acaba descubriendo lo inestimable del coraje, del peligro de muerte, del amor incluso, acercándose a esa humanidad descarnada y en estado puro, frente a una existencia acomodada y no tan adecuada a fin de cuentas para un león que se ha batido en los campos de batalla de media Europa… descubriéndose a sí mismo sin quererlo. Notable la descripción del duelo final, de esa tensión sostenida que nunca alcanza a resolverse, la fascinación, el eco mítico que termina generándose en el entorno de los contendientes; gran novela incluso hoy cuando nos resultan tan distantes estos conceptos que, sin embargo, daban sentido a tantas cosas hace siglos.