Flores en el ático: Leí este libro a los 11 o 12 años. Buena edad para leerse un libro así, creo. Lo tenía mi hermano mayor, a quien mandaron leerlo en el instituto. El libro se quedó en la estantería de su habitación durante años, y cuando me emancipé (él ya se había ido 4 años antes) sabedor de que a él no le importaba, me lo agencié. A pesar de llevármelo, no lo había vuelto a leer desde aquella primera lectura, hasta ahora.
Importante pepinazo en su día, que agotaba ediciones como si nada y acumulaba una carrera editorial de las que hacen pepsicola los órganos genitales de los editores, se trata de un dramón oscuro y sombrío, que tuvo una película en su día también exitosa, y varias miniseries que no he visto, amén de varias secuelas escritas por V.C. Andrews, que tampoco he leído.
Cuenta la historia de una familia (padres y 4 hijos) que queda rota ante la prematura muerte del padre en accidente de tráfico. Convertidos en pobres por las deudas, les embargan hasta la sal y pimienta y se quedan en la calle. Pero la madre tiene un plan. Resulta que es hija de un multimillonario, uno de los hombres más ricos del país, que la desheredó cuando ella no obedeció la orden de no casarse con su marido. Que además de su marido, era su tío
Cosas de V.C. Andrews, ya veréis como le gusta más el incesto que a alguien con diversidad cognitiva un boli de 3 colores.
La madre, con la complicidad de su propia madre, una anciana fanática religiosa, pelín exigente con el decoro, la disciplina y las normas, encierra a los hijos en el ático de la mansión, ocultándoselos al abuelo. El plan es que ella intentará ganarse el cariño y el perdón de su padre, y cuando eso ocurra, le revelará que ha tenido 4 retoños.
Encerrados los niños en el ático, la novela nos va narrando poco a poco cómo caen de la inocencia a la desesperación. Pronto queda claro que la madre les ha mentido, y que puede que logre que su padre la perdone, pero jamás aceptará a los 4 nietos incestuosos. Por lo que el plan verdadero es tenerlos encerrados hasta que el abuelo palme, y ella entre en posesión de la herencia. Centrada cada vez más en su papel de niña rica de la alta sociedad, las visitas de la madre al lúgubre ático se van espaciando más y más en el tiempo. Eso deja a los críos a merced de su abuela, que les va imponiendo su siglo-dieciochesca forma de pensar, castigando con una crueldad digna de villana Disney cualquier desviación, real o supuesta.
Claro, tener encerrados a 4 críos durante años, sin ver el sol, jugar, relacionarse... va haciendo mella. Los críos se vuelven cada vez más sombríos y apagados, y cunde la apatía en el ático. Además, la hija mayor, Cathy (narradora de la historia) y su hermano el mayor, Chris, empezarán a desarrollar un interés mutuo no muy natural, a lo "El lago azul". Claro coño, si tienes a dos adolescentes encerrados TODA su adolescencia entre 4 paredes, al final pasa lo que pasa. La abuela, que no tarda ni 2 minutos en coscarse de lo que pasa entre ellos, y que debe estar ya hasta el moño de que le salgan hijos y nietos con afición a liarse entre ellos, decide tomar traumáticas cartas en el asunto.
Y no más voy a contar, pues el final, que en su día me dejó helado y hundido, merece conocerse leyendo la historia, sin spoilers previos, si es que es posible tal cosa, porque hablamos de una novela de 1978. El libro es extremadamente ameno, lo he leído en 4 noches. No voy a leer las secuelas, pues me da que son más pasteleo, pero quizá lea la precuela, donde se cuenta la historia desde el punto de vista de la dulce abuelita.
Por otra parte, leí, con unos 13 años, "Los sueños de Heaven Leigh", el iniciador de una (otra) larga saga. Mi tía lo pidió al Círculo de lectores, y a mi me atrajo aquella portada, con rostros sombreados que me parecían extrañamente aviesos.
No sé si la releeré. Me enganchó mucho con 13 años y me la leí de tirón, quedándome despierto varias noches. Trata de una familia de montañeses que viven en una choza en la cumbre de una montaña, en la más absoluta miseria, sin luz ni agua potable, y pasando más hambre que Carpanta. El padre es un camionero que trafica con alcohol traído de la frontera, además de un conocido putero. Él y su mujer paren hijos como conejos. La historia se nos cuenta desde el punto de vista de Heaven, la hija mayor, en realidad, fruto de un matrimonio anterior cuya madre sufrió muerte prematura durante el parto.
El caso es que leyendo esta novela, una noche, me pillé una llorera del copón en la escena en que el padre decide que la solución a sus problemas es vender a sus hijos a parejas ricas. Además, en vez de hacer una subasta o algo, y venderlos a todos de golpe, como se han hecho estas cosas toda la vida (imagino) los va vendiendo por fascículos, prolongando el sufrimiento de los hijos que van quedando por vender al verse separados de sus hermanos, y de este lector, que lloró como una magdalena. Menudo dramón.