¿Qué libro estamos leyendo?

A recordar que Opera VPN no es un VPN real, es un proxi en en los propios servidores de Opera, que además loggean el historial. Un VPN incorporado en el navegador nunca puede tener la eficiencia de un VPN en el desktop, ya que para garantizar su función, debe establecer el tunel antes que el navegador se conecta al servidor del ISP, lo que es imposible si es incorporado en el navegador.
Yo uso a ProtonVPN, con este no hay ningún problema de acceder y descargar las cosas, incluso en su versión gratuita (no tiene limitado el volumen de datos en la versión gratuita como otros, es OpenSource, cifrado nivel militar, no logs y sin ads, desarrollado en Suiza por científicos del CERN)
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A ver, mis frikis del terror y el weird, la editorial Dilatando Mentes ha subido un pdf gratuito de 190 pgs con varios relatos de weird horror de autores contemporaneos. Voy por la mitad y os prometo que es canela en rama, os dejo el link para que lo bajéis:

Me lo he leído en tres viajes de tren, me ha gustado mucho. Os dejo mi opinión sobre los relatos en spoiler (no destripo nada, pero es un tocho importante xD)


La Quedada Fílmica de Octubre:Bajo la Casa (Michael Wehunt): Un inquietante cortometraje maldito es el punto de partida de este relato narrado en parte como una película con mucha metaficción. La desazón aumenta conforme la realidad imita a la ficción de forma terrorífica. Muy bueno.

Lambodas (Santiago Eximeno): A Mario sólo le motiva el resentimiento hacia su mujer y por ello se embarca en un viaje extraño viaje con dos amigos. Las fantasías violentas o lujuriosas tienen su precio en este buen relato que incluso acaba dando un poco de luz sobre el patético protagonista.

La estatuilla (Christopher Slatsky): Nathan visita el cuarto de su hermana asesinada y encuentra una extraña estatuilla.
Al horror de las muertes infantiles se unen viejos rituales y un final tan terrible como inesperado.

Dientes (Matt Cardin): Un estudiante de filosofía se ve arrastrado por el conocimiento oscuro en este relato de terror oncológico que sorprende con virulencia tras un viaje metafísico.

El último, inocente y resplandeciente verano(Livia Llewellyn): Narrado en forma de diario de una adolescente, asistimos a un viaje familiar para asistir a un extraño ritual anual.
Alargada sombra de ciertas criaturas lovecraftianas, apocalipsis consumados y terror viviendo con lo cotidiano en este inquietante relato de final brutal como toda la colección.

El vendedor de helados (Philip Fracassi): Ellie es nueva en la ciudad y James encantador, pero cada nuevo lugar que le muestra es más aterrador que el anterior. Relato entretenido, aunque me interesaba más la parte anterior a la aparición del vendedor de helados del título.

Sueños origami (Jon Padgett): Un hombre encuentra bajo su cama un origami que encierra un misterioso diario. Realidad o sueño, múltiples realidades o fantasmas, ¿demencia? Estimulante historia que nos hace preguntarnos que es real y que no.

Una canción para deshacer el mundo (Brian Evenson): Desasosegante relato sobre la desaparición de una niña y de la búsqueda de un padre que claramente no es un narrador fiable.
 
Y autobombo, mi relato "Su juguete favorito" en el nº 22 de la revista Círculo de Lovecraft:

 
Leída hoy "La liga de los hombres asustados" de Rex Stout, otra aventura del detective obeso Nero Wolfe. Muy divertida, con un par de giros inesperados y una premisa interesante: un grupo de amigos que creen que uno de ellos, al que dejaron tullido por una novatada, se está vengando y matándolos uno a uno.
 
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Se me pasó en su momento el tomo final según la edición en castellano de los cuentos de Barker, que se compone de seis relatos y un epílogo (“El libro de sangre. Un post scriptum”) que viene a cerrar el círculo, reiterando la brutal imagen de un cuerpo humano con las historias de los difuntos eternamente grabadas sobre su piel, metáfora de los horrores y de la visceralidad que nos acechan entre las páginas; de nada tienen que preocuparse los muertos, porque son los vivos quienes sufren el mal sobre su carne, y peor aún, quienes lo llevan a cabo.

Si me tengo que quedar con lo mejor del libro, diría “Los niños de Babel” y “La vida de la muerte”. El primero, porque aunque podría parecer que al autor se le acaban los recursos a estas alturas, aquí se descuelga con una de sus aportaciones más originales. Nada menos que una sátira política que se carcajea de la noción, tan conspiranoica, de un oscuro gabinete que maneja desde las sombras los hilos de la geopolítica, siendo los dirigentes de nuestro mundo un puñado de locos paranoicos y absolutamente incompetentes. Se postura que incluso una autoridad por completo degenerada y senil, que ha perdido desde hace tiempo cualquier rastro de idealismo y que literalmente juega con el destino mundial… es menos peligrosa y más tranquilizadora. Que el malo sea un suizo sólo es la puntilla de esta aventura desquiciada, surrealista y desde luego muy divertida.

El otro parte de una idea malsana muy propia de Barker; la muerte como condición paradójica para que florezca la vida. Una ¿enfermedad? ¿maldición? Capaz de aniquilar la vida alrededor, pero que revitaliza a su portador. Tan incómodo como actual, focaliza el peor de los males precisamente en quienes actúan en nombre de la seguridad y de la salud para aislar y amputar inútilmente ese foco de malignidad que también forma parte de lo vivo a su manera. Que puede ser horriblemente aceptado como un don; ni siquiera un asesino, que es quien más debería saber de tan truculentos menesteres, parece libre de esa obsesión por el distanciamiento, por no contaminarse, al contrario que una protagonista cada vez más enamorada de la parca…

Un escalón por debajo pondría “Cómo se desangran los expoliadores”. Un poco facilón en su denuncia del acaparamiento de tierras y la destrucción de las comunidades indígenas de la selva a manos del hombre supuestamente civilizado, lo encuentro más ejercicio de truculencia gore, con el que Clive exhibe su imaginación retorcida y siempre centrada en la transformación, descomposición, etc. del cuerpo vivo. Protagonistas desagradables y patéticos, con las manos ensangrentadas, que no saben a qué juegan cuando intentan imponerse a una otredad inescrutable, a fuerzas ancestrales de la naturaleza… sin embargo la auténtica y más repugnante plaga, peores que cualquier maleficio, lo son ellos mismos.

“Crepúsculo en las torres” nos brinda tal cual una trama de espías a lo Le Carré en el Berlín de la guerra fría. Desengaño político propio de estos agentes, paranoia y desconfianza, confusión de amigos y enemigos… otra metáfora, esta vez de las ideologías que actúan como sedantes para engañar, manipular y adormecer la única realidad; es decir, la condición bestial y los instintos. Escenarios de estética expresionista y subculturas monstruosas a la vuelta de la esquina completan una pieza interesante, que da cuenta de la habilidad de nuestro hombre para llevarse cualquier género a sus territorios mutantes, sanguinolientos y moralmente pantanosos.

Los cuentos que menos me convencen son curiosamente los más extensos y los que abren y cierran la colección. “En persona”, de ambiente carcelario, me parece desequilibrado, confuso y con material incluso para varias narraciones; por un lado, un horror corporal que no puede faltar, un legado maldito, posesiones, inquietantes vínculos familiares… por otro, un tema onírico, con un purgatorio de asesinos. Lo angustioso es la pesimista teoría que se ofrece sobre el origen del pecado y del crimen en el mundo, casi una versión pervertida de las almas platónicas, la humanidad condenada en lo más profundo de su ser a cometer errores fatales y a repetirlos una y otra vez.

“La última ilusión” es muy de tebeo, podría ser incluso una película ochentera de efectos especiales. Más que terror, fantasía oscura a lo John Constantine; la odisea de un detective de lo paranormal, en la que se dan cita la magia, el ilusionismo, demonios, monstruos y pactos con el diablo… de nuevo retorcido el amigo Barker en sus imágenes y en su sentido del humor, con unos personajes por cierto tristemente humanos, que más allá de lo grotesco, no dejan de ser el fondo quienes forman la auténtica “carne” de las historias de su creador.
 
Me gusta en general, pero nunca cumple la promesa de su excelente prólogo.

Para mí es más que el prólogo. Toda la primera parte del film es algo magnético. El potente prólogo en Mojave, la presentación de los personajes, D'Amour, con sus traumas a lo Constantine, la dinámica de la pareja del mago y su mujer, el rollito del mundo ilusionista como mundo cerrado... la película va perdiéndose cuanto más se acerca a lo que debería ser el climax: el regreso del villano, Nix. Y la llegada de este acaba siendo un poco ridícula. Pero toda la primera parte me parece llena de hallazgos. Y Famke Janssen nunca estuvo más hermosa que aquí.
 
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En un desolador paraje desértico se presenta un hombre preguntando por una tal Pepa. Los dueños de una cantina intentan ayudarle, pero antes de que puedan hacer nada, el tipo reacciona con agresividad y no tienen más remedio que matarle. Pero esto sólo será el principio.

La primera novela de esta escritora argentina es un inusual western que toma como referencia la temática gauchesca, pero sólo lo sabemos por las pistas que da el habla de los personajes; podría transcurrir de una región indeterminada, en una época que puede ser de hace unos pocos siglos. Un universo aislado y aparte, regido por una violencia a veces gratuita, absurda y que se nos ofrece más bien elidida, de leyes arbitrarias, que se cierne sobre las vidas de todos. El otro elemento que determina este mundo no es sino la muerte, a la vuelta de la esquina, a la manera muy latinoamericana de los difuntos que conviven de manera estrecha con unos vivos ensimismados, obsesionados en rencores y sentimientos de venganza en los que cifran todo su ser, que no les dejan vivir y que son lo que conduce sus pasos. Violencia como espiral o ciclo sin salida aparente, sin claros inocentes ni claros culpables, y sin embargo, estos individuos son perfectamente capaces de sentir camaradería, amor, de que les duelan las pérdidas… tienen lo que necesitan al alcance de su mano, pero lo ignoran. Las mujeres son seres aparte, a menudo detonantes de un conflicto, o bien sufren las consecuencias en forma de locura; una locura que realmente afecta a todos y que incluso se hereda de una generación en otra.

Desde la primera página, brevedad y contundencia, capítulos cortos en extremo, cual viñetas. Una novela concentrada, dura y como tallada en palabras. La oralidad de un narrador-protagonista que recoge en su propia voz las de los demás, que dota a la historia de un carácter iniciático, despertar a la madurez y también a un conocimiento atroz; la imposibilidad de librarse de una carga, de los males de su alma. Relato pausado de un viaje cargado de una épica sucia, de una épica a la que se le hubiera extirpado la épica hasta sólo quedar el fango, la llanura, los cadáveres malolientes y quizá el bello recuerdo de un limonero; la pura realidad física y terrible que se basta a sí misma. Aquí el rapsoda es un hombre contrahecho que canta unas baladas ininteligibles e improvisadas. Muy arquetípicos algunos de los caracteres e intensa la presencia de la naturaleza en dos escenarios diferenciados, uno presidido por lo seco y las privaciones de una existencia difícil, el otro por lo húmedo, percibido como si de una tierra de fábula se tratase (nada más lejos de la realidad…). “Un fantasma no muere jamás, siempre está por aparecer y por reaparecer”; es la cita de Jacques Derrida que encabeza la obra lo que mejor define de qué trata esto.



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Crónica de la última década de nuestra historia reciente, en realidad nuestro presente más inmediato hasta hace bien poco, pero narrado con una cierta perspectiva que proporciona no sólo el cambio de década, con la posibilidad de hacer balance, sino la sensación de fin de ciclo de la política española, que acababa de atravesar sus años más convulsos en mucho tiempo y en todos los frentes, también sociales y económicos. El libro se inicia con el comienzo de la crisis económica, aún bajo el gobierno de ZP, y concluye con la formación del gobierno de coalición. Por medio, el surgimiento del 15-M y de los movimientos sociales, la corrupción desatada, que para el autor es casi el hilo conductor y uno de los actores principales, el cuestionamiento de la monarquía… todo esto durante los primeros años, pues posteriormente llegaría el independentismo catalán, la consolidación y caída de la “nueva política” y el ascenso de la ultraderecha a raíz de lo que este hombre denomina, no sin jocosidad, el “otoño rojigualdo” de 2017, o un 15-M de derechas.

La perspectiva de este ensayo es la de una izquierda clásica, podría decirse, con un análisis centrado fundamentalmente en las cuestiones económicas, materiales y de clase social, en lugar de identitarias. En este sentido, la crítica que hace de la derecha, sobre todo liberal, es frontal, muy dura, pero tampoco muy original; capitalismo financiero (las páginas que dedica a la economía son las más arduas, incluso en su intención divulgativa y simplificadora), crisis de la deuda, y lo que considera un ataque coordinado de los especuladores y las agencias de calificación a las economías débiles del sur de Europa. Por lo demás, lo que aporta, además de un resumen bastante ajustado que sitúa y contextualiza todo el maremagnum informativo de estos años, excesivamente familiar… es precisamente la puesta en entredicho de la actual deriva de la izquierda hacia las políticas de la identidad, contra las cuales ya arremetió el autor con su libro “La trampa de la diversidad”, no exento de polémica. Este cuestionamiento le sitúa, cuanto menos, en un lugar incómodo y no alineado con la izquierda mainstream, sin abandonar por ello una postura de izquierdas (habrá quien diga que no lo es) con la que se podrá estar de acuerdo o no, pero bastante coherente.

Buen pulso de escritura, sencillo a la par que riguroso, literario en el sentido de que aporta numerosos chascarrillos y buenos toques de humor y de ironía, también de un ego considerable (periodista, al fin y al cabo). Se puede echar en falta el poco espacio que dedica a algo tan fundamental hoy en día como las guerras culturales, un tanto marginales en su análisis, y lo menos interesante puede que sea un epílogo de última hora, que llega hasta los inicios de la pandemia del coronavirus, escrito seguramente con urgencia, ya fuera de ese ciclo que cubre el grueso del libro y donde inevitablemente se pierde esa distancia y esa perspectiva con que se escribe la obra.
 
Cuando K. llegó, era noche cerrada. El pueblo estaba cubierto por una espesa capa de nieve. Del castillo no se podía ver nada, la niebla y la oscuridad lo rodeaban, ni siquiera el más leve rayo de luz delataba su presencia...

Así comienza El castillo de Franz Kafka, tercera obra suya que leo, y la que más me ha gustado. La llegada de K., un humilde especialista agrimensor, al condado donde se han solicitado sus servicios, no dista demasiado de cualquier llegada de forastero a pueblo misterioso de un relato de terror gótico, o una película de monstruos de la Universal (parroquianos de taberna cerrados y hostiles incluidos). Pero aquí, el monstruo no es una criatura física, sino un gigantesco y casi incognoscible aparato burocrático del cual, como K., nunca llegamos a divisar su esquema completo, solo una parte, y sin estar ni siquiera seguros de si lo que se nos ha contado es cierto o no.

Nada sabemos. K. ha sido contratado y no lo ha sido. Los habitantes del castillo y sus burócratas están al tanto de su presencia en el condado, y al mismo tiempo no lo están. Las situaciones absurdas se acumulan (no en vano "kafkiano" es un término aceptado por la RAE) algunas del todo imposibles, como la llegada de los ayudantes, de los cuales K. se ve incapaz de discernir si son sus ayudantes de siempre o no :roto2 o el hecho de que, después de decirle que nadie ha contratado ahí a un agrimensor, y que no es bienvenido, reciba otra carta felicitándole por su trabajo y animándole a continuar (cuando él no ha hecho aún ningún trabajo todavía).

La novela se estructura en torno a larguísimos diálogos (a veces, monólogos que copan páginas enteras sin un solo punto y aparte) en los que K. conversa con diversos personajes que intentan explicarle (sin éxito) las reglas del microcosmos donde ha ido a parar. El maestro del pueblo, la tabernera, el alcalde, un mensajero de las oficinas del castillo, son algunos personajes con los cuales va teniendo larguísimas conversaciones.

La sensación de agonía por incertidumbre, de querer saber y no poder, de querer acceder y que te den con la puerta en las narices, el aislamiento y la necesidad gregaria de ser admitido en ese grupo social cerrado, están realmente bien conseguidas gracias a escenas como el desesperado intento de K. de verle la cara a Klamm (alto funcionario del condado) esperándole en el exterior de la posada solo por la desesperada necesidad de ponerle cara, o el maravilloso momento donde, tras haber conseguido saber algo del entramado administrativo, gracias a un joven mensajero llamado Barnabas, este le dice, que en realidad no puede asegurarle nada. Que él trabaja en un sitio que sus compañeros llaman "oficina central" pero que podría no ser la verdadera oficina central. Y que su superior se llama Klamm, pero podría ser muy bien un Klamm totalmente distinto al que K. quiere acceder :roto2:roto2:roto2

La novela quedó inconclusa, pero vale la pena echarle un vistazo, aunque no lo recomendaría como primera lectura de este autor.
 
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