Tenía ganas de releer uno de mis libros-impacto de infancia, uno de los que me introdujo en la pasión por el suspense y terror, fue uno de esos viejos volúmenes de relatos seleccionados por el mismísimo Hitchcock. Bueno, no todos son de miedo e infarto: hay pura acción, viñetas de humor negro y hasta cifi, pero el conjunto era suficientemente weird y de tono adulto para encandilar fácilmente a un criajo como yo mismo era, cuando empecé a pasar febrilmente sus páginas. Solo por las tremendas joyas que a mi parecer tiene, vale la pena tragarse otras no demasiado distinguidas, aunque tienen todas las historias algún punto de interés. Desde aquella, parece casi del Neolítico, no había vuelto a leerlo salvo unos pocos cuentos sueltos, pero la chochez de la nostalgia me ha hecho tragármelo ENTERO. Delicioso. No hay mejor palabro.
Hago un repaso somero a los argumentos y un muy subjetivo comentario de cada relato.
-Fish Head (1911) de Irving S. Cobb. Obra Maestra. Un extraño hombre-pez, fruto del susto que su madre embarazada recibió de un siluro (algo como a medio camino del hombre elefante lynchiano y los híbridos de
“La sombra sobre Innsmouth” de Lovecraft) habita en una cabaña al lado de un misterioso lago, rodeado de pantanoso bosque. Impresionante la prosa descriptica y densa atmósfera ya desde las primeras estrofas introductorias (se siente el calor, los mosquitos, el lodo y lúgubres los sonidos). Se habla del racismo del relato (su mitad humana es negra) pues al parecer Cobb era racista; pero, la verdad, se nota (o al menos yo detecto eso) cierta empatía hacia el personaje, en comparación con los dos blanquitos que quieren acabar con él, y abiertamente la sensación de venganza justa que denota el estremecedor climax final. *****
-La cámara oscura (1965) de Basil Cooper. Un ricacho tiene en su mansión una extraña, gran habitación a la que llama “Cámara Oscura” (que le permite vislumbrar, con alucinadas “distorsiones”, todos los rincones de la ciudad) y se la quiere enseñar a un prestamista que viene a exigirle sus deudas … Espíritu retrofuturista para una historia densa, claustrofóbica, atmosférica y malvada. Magnífica paranoia con inolvidable escena final ****
-Una muerte en la familia (1961) de Miriam Allen de Ford. El encargado de una funeraria pasa el tiempo entre sus labores, ansias por tener nuevos clientes y que su progresivamente mayor familia le espere en casa con una congelada sonrisa en la cara. Sórdida, bien psicológica y estilísticamente contada, gema sobre el deseo de ser parte de una familia, en variante morbosamente necrófila ****
-Los Hombres sin huesos (1954) de Gerald Kersh. Exploradores en una meseta de Centroamérica se dan de bruces con un pequeño gran peligro. Puro pulp delicioso, mixtura de horror y cifi, con grimosas criaturas blandibup, multitud de ojos brillantes en la oscuridad (me recuerda mucho al burdo e hilarante trash-film
“Attack of the beast creatures(1983)) y un twist final especula-evolutivo directo al estómago, y extendido en algunas teorías (“reales”…) y films de nuevo cuño. Excelente *****
-Sin un ruido (1949) de Damon Knight. Solo queda una pareja humana en la Tierra y ella, muy casta, no quiere dejarse seducir hasta que se casen. Aún logrando esto, ocurre lo imprevisto. Aceptable End of the World Story con humorada maligna final **
-La fiesta de cumpleaños (1965) de John Burke. Un típico “niño raro” es invitado por la madre de un cumpleañero a la fiesta, pese al desagrado de su hijo. El rarito no tiene padre, pero seguro que se llega a una solución conveniente a todos los problemas… Tipo Stephen King, y otro relato de maligna justicia infantil **
-La equis señala al peatón (1963) de Fritz Leiber. En el futuro el poder en las ciudades se reparte entre los conductores (con Derecho a atropellar viandantes) y los peatones (con Derecho a llevar armas y disparar a los coches). Divertida locura ***
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La curiosa aventura de míster Bond (1939) de Nugent Barker. Clásica historia de posada caníbal (tan típica en el cine de los 70-80), en este caso son tres a las que llega el tal viajero Mr.Bond, y de las que salta de una a otra (las tres regentadas por hermanos). Típica aunque inevitablemente simpática y entretenida **
-Dos solteronas (1926) de E.Phillips Oppenheim. Un viajero (otro!) se refugia de la lluvia en la casa de la campiña de dos solteronas. Ellas creen que es un viejo novio (de ambas) que las abandonó… Más bien flojito, aunque el rollo gothic sórdido rural siempre tiene algún interés *
-El cuchillo (1951) de Robert Arthur. Encuentran en una alcantarilla el cuchillo de Jack el Destripador. Naturalmente, el que lo llega a tocar empieza a notar una indescriptible y rara sensación. Otra historia que creo luego repetida (alguna peli centrada en la misma premisa existe), resuelta con eficacia y macabra delectación en humor negro ***
-La jaula (1959) de Jay Russell. Una cámara de tortura en un viejo castillo, con –entre otras cosas- una pequeña jaula donde se encerraban los prisioneros. Dicen que El Demonio vivía allí y ahora unos condes han comprado el lugar. Endeble *
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El monstruo (1951) Theodore Sturgeon. Clásico de las monster-stories (aunque para mi gusto, teniendo puntos de interés, no me acaba de convencer el tono y estilos, y está por debajo de las otras muestras del subgénero en este libro). El esqueleto de un hombre es cubierto por el moho y vegetación del bosque, originándose un gran monstruo “de barro y vegetación” (todo esto tipo precursor de
Man-Thing” y comics del estilo) no estrictamente “malo”, pero sin empatía ni raciocinio especial, sólo un gran interés y curiosidad por desmenuzar cosas para saber de que están hechas … Curioso y, eso si, original **
-Casablanca (1967) de Thomas M. Disch. Una pareja americana queda aislada en Casablanca, sin poder conocer los detalles del supuesto ataque nuclear que ha acontecido en USA, a causa de “Los Rojos”. Quieren irse, pero acaban perdiendo (o siendo robados) el dinero, pasaporte y hasta los zapatos… y el uno al otro. Intriga tipo Hitchcock (no me extraña que le gustase) que lleva al límite (y mismo final) de desazón (e inquietud “realista”) la pérdida hasta de identidad en país extraño. Buen relato ***
-El camino a Mictlantecutli (1965) de Adobe James. Un criminal, escapando por el desierto Mexicano, encuentra primero a un sacerdote que le insta al arrepentimiento y luego a una chica que, según le advierte el cura, es el mismo Diablo. Alegoría religiosa que al parecer gusta a bastantes lectores, aunque no es mi tipo de historia. Pero no está mal del todo, sobre todo las descripciones finales **
-El guía hacia el castigo (1965) de Ellis Peters. Historia parecida al
“Tonel de Amontillado” de Poe. Simpática, aligerando el deja vu gracias a la idea de estar narrada exclusivamente a través de los diálogos del “justiciero” **
-El estuario (1950) Margaret St. Clair. Ghost-story que con su historia de barcos más bien decrépitos en el puerto y sus supuestos –legendarios- y malignos habitantes, recuerda a la famosa fantasmagoría acuosa de
“La litera superior” de F. Marion Crawford (uno de los relatos favoritos de Lovecraft). Este de St. Clair está caracterizado por una sequedad y minimalismo (situacional y expresivo) que quizá no convenza a muchos –que demanden más extensión, descripción y terror in your face- pero a mí me ha inquietado a su concisa manera, aún pudiendo esperar “algo más” ***
-Dura ciudad (1957) de William Sambrot. Una ciudad está llena de carteles de “no vendedores” y cuando a uno de los de tan noble profesión, empieza a ser llamado a gritos y perseguido, huye pensando que lo van a linchar. Aún de punto de partida curioso, nada del otro mundo, pero vale por el eficaz y espeluznante final **
-El enano (1935) de T.H.White. Otra delicia de monster story, aquí de tono abiertamente alucinógeno. Un hombre en un hotel de una diurna Laponia, creer reconocer por algún sexto sentido, que otro de los huéspedes esconde, bajo su forma humana, a un Troll. Dicho así de vulgar, no da idea de la fascinación conceptual y atmosférica que provoca este relato, que mixtura magistralmente cierto aparente tono realista de base para violentarlo con potentes desviaciones oníricas. Con cierta similitud a algún Stephen King (
“El Resplandor” y
“El Coco”), las tremendas apariciones del monstruo, preñadas de humor negro (lo de su esposa, la amenaza al prota) llevan al final... ¿realidad o imaginación? *****
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Noche en casa de Black (1964) de Robert Somerlott. Tras la caída Hitler, un nazi y su mujer se refugian en un caserón en Mexico, pero empiezan a recibir mensajes del tipo “vuestro final de cerca”. Viéndose descubiertos llaman a un amigo pidiendo ayuda. Muy buen relato de intriga y suspense tradicional, desarrollado de perfecta forma y con final… bueno, inevitablemente sorpresa ****
-La habitación de los niños (1964) de William Wood. Una pareja descubre que en su nueva propiedad corren rumores de incidentes inexplicables, lo cuáles efectivamente no tardan en acontecer. Cruce entre ghost-story típica y
“La semilla del diablo”. No está mal, pero mucho daño le hacen leerla ahora tras los múltiples films (y telefilms) similares de segunda, de las últimas dos décadas **
-¡Tan real! (1966) De Robert Spetch. Unos jóvenes deciden gastarle una broma macabra al típico “chico cortito”, haciendo pasar por vampira a una chica del grupo, ocupando el ataúd de una mujer que –ya se encargaron de avisar, asustar al “palurdo”- era supuestamente una chupasangre. Clásica historia de humor negro y “giro” final bruto y contundente (tipo Robert Bloch, o así) **
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Viaje a la muerte (1959) de Donald E. Westlake. El autor de
“El padrastro”, inventa aquí una soberbia historia de gran tensión y suspense, con dos hombres que quedan encerrados en la sala de billar de un barco cuando este se hunde. Pasan los días esperando ayuda que no llega, viendo el agua al otro lado de los ventanales y uno de ellos, para desagrado y miedo del otro, empieza a mirar una de las bolas de billar. “¿Porqué no lanzo una de estas al cristal y acabamos de una vez con esto?”. Inquietante final ****
-El amo de los perros (1966) Algis Budrys. Estupenda historia de suspense, con una pareja trasladándose a un nueva casa, con un viejo vecino (aparentemente el vigilante) que estuvo en un campo de concentración de la WWII, y ahora posee un par de perros doberman (del tipo que usaban los nazis con él y sus compañeros de suplicios) que le obedecen a la menor señal. Muy bien narrada, con un final adecuadamente terrible ****
-El candidato (1961) de Henry Slesar. Una empresa de “entretenimiento” se pone en contacto con un hombre y quedan en una cita. El tipo de la empresa le cuenta que en realidad a lo que se dedican es, todos los miembros de la misma, concentrándose en odiar a una persona, haciéndoselo saber y, supuestamente, por acción “mística” de tanto odio dirigido y concentrado, y propio temor del afectado, pensando en tanta gente odiándolo en esos momentos, pues acaba muriendo (ataque al corazón y tal). El hombre contactado se empieza a relamer los labios pensando en contratarlos y en otra persona que quiere usurparle el puesto de trabajo. Divertida historia repleta de mala leche ***
-El Misterio de las Profundidades (1953) de John Wyndham. También llamada
“Kraken acecha”. Concluye el volumen, una novela cifi de un autor célebre por las mismas (
El Día de los Trífidos, Las crisálidas y
Los Cucos de Midwick). Invasión alienígena con un pie en La Guerra de los Mundos (novela de Wells citada explícitamente en algunos momentos), pero aquí los visitantes se instalan en los fondos oceánicos (no soportan las condiciones fuera del agua), provocando que, para decepción de muchos lectores, no haya confrontación directa (salvo, esquinadamente, ese pasaje con el “tanque” de tentáculos control remoto) pero me fascina su progresión de avistamientos “foo fighter” marinos, hundimiento de navíos y especialmente, el derretimiento de los Polos, aumento del nivel marino del agua e inundación de ciudades costeras; adelantando por decenios los miedos ecocatastróficos actuales. Un Verne se marcó Wyndham aquí. Parejita protagonista de periodistas, mención a las “valerosas gentes de Santander”
; clásica reducción, derrumbe de la sociedad humana en forma de pillaje, asesinato y multitud de tribus autosuficientes; y final más o menos abierto. Maravillosa *****