Harkness_666
Son cuatro
Una muestra del buen hacer literario en el género breve de un autor más conocido por su eminente y voluminosa Regenta, que muestra su preocupación por temas sociales y hace gala de una fe personal que hoy nos puede parecer anticuada, pero que revela a un intelectual fiel a sí mismo, comprometido con unos firmes principios y sin venderse a nadie. El señor es una gran historia agridulce, impregnada de una religiosidad sufriente y contradictoria, que desemboca tanto en una tragedia, en el plano humano, como en un triunfo espiritual. ¡Adiós, Cordera! supone una crítica de los males del mundo moderno y una reivindicación de las gentes humildes y desfavorecidas, mostrando una enorme ternura, así como la humanización de un animal (y la deshumanización de una supuesta civilización). Cambio de luz revela (y nunca mejor dicho) la metamorfosis espiritual de un sabio cuya trágica discapacidad le permite, sin embargo, acceder a una realidad superior, superando el mero materialismo para descubrir lo que realmente otorga sentido a la vida y a la ciencia.
Estos tres primeros cuentos me han parecido lo mejor de la colección, pero todavía queda más. Rivales es una crítica con humor a la moda del realismo literario, en torno a un hombre que es derrotado por su propia ficción; muy lograda trama, con sus equívocos. Protesto arremete contra la avaricia y el utilitarismo de un individuo que sigue hasta el final su propia lógica implacable, con cierto anticlericalismo incluso. El centauro y La yernocracia, más próximos al artículo o a la disertación, sobre las fantasías frívolas de una dama y el problema del caciquismo respectivamente, me parecen más un chiste de su época que otra cosa. Seguimos con Un viejo verde, la historia de un romance imposible y sin palabras (no por ello exento de emoción, al contrario), donde la dama halla la verdad de su amor demasiado tarde. Cuento futuro, como visión de un porvenir apocalíptico, constituye una sátira social (algo acartonada) en torno al individualismo y el pensamiento único de una humanidad echada a perder y que vuelve a sus orígenes, pero nada volverá a ser como era.
Con Un jornalero Clarín rinde homenaje a la figura del intelectual (él mismo) como trabajador infatigable, cuyo afán de conocimiento (que nunca termina) le hace estar (para bien o para mal) por encima de causas políticas. Benedictino, o la traición de una amistad, un mito bíblico (Caín y Abel) revisitado, con una botella de licor que simboliza los buenos deseos frustrados. Finalmente, La ronca es otro relato imposible y romántico, donde el amor auténtico es incompatible (de nuevo el sacrificio personal) con la labor de implacable crítico del protagonista. Y La rosa de oro, una leyenda piadosa que contrapone castidad y corrupción, dándoles la vuelta, o cómo puede una doncella faltar a la letra de lo primero, pero no al espíritu.