Respuesta: ¿Qué pasa con MANOLETE?
Manolete: la parodia
13 ABR 2010 09:47
La cuestión no es que fuéramos diez espectadores en el cine. La cuestión es que sólo resistimos la mitad. En mi caso prevaleció la estupefacción ante la parodia y se convirtió la película en un concurso enciclopédico de tópicos. Taurinos, ibéricos y cinematográficos.
-"Yo soy tu amante. Tu esposa es la muerte", espeta Pe a Brody
Me explico ahora que “Manolete” haya tardado en estrenarse y que permanezca en el aire la fecha de la “confirmación” en Madrid. Debe procurarles cierta vergüenza y embarazo a sus artífices. Han realizado una grotesca parodia del monstruo y se han permitido el estrambote de un final “gore”.
Y es que los últimos diez minutos consisten en asistir a la hemorragia en la femoral del torero, cuyo organismo debía alojar 30 o 40 litros, porque la sangre de Manolete empapa a cualquiera que se le acerca y salpica la película como si se tratara de una eucaristía tragicómica.
A Islero se le convierte en una especie de león –nunca vi a un toro rugir- y a Luis Miguel Dominguín se le atribuye un papel de cómplice en la tragedia. Habría sido él quien incitó la inmolación de Manuel Rodríguez, a su vez contrariado porque Lupe Sino (Penélope Cruz) había amanecido en Linares escribiéndole en carmín sobre el espejo que follaba como un niño.
El problema de la película no está en la interpretación libre de la biografía ni en la reconstrucción insostenible del mundo de los toros. El problema está en la película misma. Porque el guión parece concebido como una telenovela ecuatoriana (o española). Porque los actores, Cruz y Brody, se convierten en víctimas de su propia caricatura. Y porque los vaivenes en el tiempo redundan en la confusión y hasta en el amateurismo del filme.
Incluido el pasaje que más ha irritado a la crítica francesa. Todos los diarios masacran "Manolete" a cuenta de su podrida arquitectura, pero les resulta particularmente grotesco el paralelismo entre la cópula y la faena: los muletazos en circular a Islero evocan el trance fornicatorio con Lupe Sino, de tal forma que la res y la mujer tanto montan en la experiencia sobrenatural del espada.
Está permitido desmitificar a Manolete, aunque cueste escucharlo hablar en inglés. Y se tolera la iconoclastia, pero el retrato en celuloide nos lo presenta como un bobalicón enganchado a la nicotina, mientras que a Lupe Sino, por lo visto, únicamente le preocupa casarse.
Menno Meyjes es el autor de la fechoría. El tío le ha dedicado la película a sus padres, aunque muy pocos espectadores tuvieron noticia del brindis final en las letras de crédito. Se marcharon en el primer tercio y tuvieron razón.
No se les puede objetar que la espantada tuviera que ver con su orgullo de aficionados. Estábamos en un cine convencional del centro de París y se había establecido una especie de solidaridad terapéutica frente a los instantes menos digeribles.
-Manolete: “Te quiero mamita”.
-Lupe Sino: “Te quiero papito. Eres mi sol. ¿No tenemos derecho a ser felices?”