Respuesta: ÁGORA. El antiguo Egipto según ALEJANDRO AMENÁBAR
Las inexactitudes históricas y licencias creativas a la hora de relatar hechos y personajes reales en el cine son tantos como películas existen.Sucede con la realidad y sucede con las adaptaciones de cualquier formato.
Aunque te rompan un poco, o bastante, los esquemas hay que asumir que no se pretende dar una clase de verdad histórica sino que se busca entregar una obra dramática destinada a emocionar, entretener y a exhibirse en cines y no en bibliotecas.
Sucede aquí y en cualquier otra. Si es un argumento para cargarse un película, no se salva ninguna.
Sailor, creo que llevas razón en lo que dices. Las inexactitudes históricas y licencias creativas son totalmente aceptables cuando se trata de entregar una obra dramática destinada a emocionar y entretener. Pero las licencias de Ágora no están hechas con ese propósito, sino con el de manipular ideológicamente al espectador. No buscan intensidad dramática (como sí sucedía por ejemplo en Gladiator), sino machacarnos sobre lo perjudiciales que son las religiones -y especialmente el cristianismo- para la humanidad. Yo salí bastante cabreado del cine, porque está claro que con la sociedad acrítica en la que vivimos, muchísima gente aceptará la propuesta de Amenábar -la ideológica, no la cinematográfica- punto por punto. Cuando serán precisamente los monasterios los que perpetúen el saber clásico durante la Edad Media.
Por lo demás, la película no funciona tampoco a nivel de personajes. Hipatia es una especie de diosa postmoderna, enamorada de la astronomía y de la ciencia, que deja babeando a todos los hombres con los que se cruza. Hombres que, por lo demás, están tan mal perfilados como ella, limitándose a abrir la boca cuando ella les desparrama su sabiduría. Aparte de eso, creo que Amenábar no ha sabido unificar las partes más "peplum" con las escenas "filosóficas". Parecen un corta-pega para que veamos cómo Hipatia se adelanta a las leyes de Kepler (pero mira, esa es una licencia totalmente permisible) mientras los malosos cristianos se pelean. Y el final... Bueno, se llega a las dos horas de película y hay que acabarla, pero la película no conduce a ningún sitio. Se inserta una conversación y se decide que hay que acabar con la situación creada. Punto. La película podría haber acabado media hora antes o media hora después en función de aumentar o disminuir las batallitas.
No obstante, me gustó la recreación de Alejandría, los vestuarios y, en general, el diseño de producción. Se vislumbra que el cine español puede ir por otros derroteros, lo que es muy de agradecer, pero lo matan los "tics" progres (que no es lo mismo que reflexiones de izquierdas). En esta película los hay a puñados, y te los escupen a la cara de forma tan burda que o tragas, o sales de la sala cabreado, consciente de que Amenábar te toma por estúpido.