Respuesta: 100 años de David Lean
- Breve encuentro (Brief encounter, 1945)
En el mundo del cine, cuando uno oye mencionar el apellido de Lean automáticamente salen a la palestra o en la mente colectiva títulos legendarios y épicos como Kwai, Lawrence, Zhivago, etc. Es comprensible. Son películas que marcaron, que se convirtieron en obras maestras del séptimo arte pero la parte anterior a todas ellas suelen pasar más desapercibidas o no son tan referenciadas. “Breve encuentro” no tendrá una puesta en escena tan espectacular o no tendrá personajes legendarios pero que me aspen si esto no es un título a tener en cuenta y aplaudirlo como bien se merece.
La situación es simple (no por su trasfondo, que es de una matería seria y adulta, sino por su exposición, que puede parecer más sencilla). Dos personajes anónimos, Laura (Celia Johnson) y Alec (Trevor Howard). Los dos están respectivamente casados pero en el lugar más adecuado para que surja el amor imposible – una estación de tren – se dará la situación de que los dos empiecen a sentir el uno por el otro un romance imposible, un encuentro tan breve como el título del filme pero a su vez intenso aún sabiendo que tiene, tristemente, fecha de caducidad.
La película es narrada en modo flashback. En el comienzo sólo vemos a la pareja de enamorados (furtivos) en una pose decaída, triste y se verán interrumpidos por uno de los golpes más duros en forma de una amiga charlatana que provocará que no haya una despedida idílica, romántica, eterna. No sabemos que pasa o porqué se ha llegado a esa situación pero desde luego comprendemos, una vez se despiden, que ese es el fin. Y ese gesto de la mano de él sobre el hombre de ella, un gesto en principio inocente, es toda una declaración de intenciones. Y a medida que vamos avanzando en el metraje llegaremos al final de la historia, justo en ese momento, (el punto de partida) con todas las piezas aclaradas y desde el punto de vista de ella, donde ese amor es tan fuerte, tan duro, tan difícil de soportar que es capaz incluso de suicidarse ante el tren que avanza y que aleja de su vida a su amor furtivo.
David Lean volvió a contar con el dramaturgo inglés Noel Coward para darle forma a un guión donde los remordimientos, los miedos, el amor imposible, la culpa, los demonios interiores pero sobre todo el perdón (la última escena y la última frase son la estocada final necesaria) serán los pilares de esta historia triste y melancólica. Con cierta ironía, en uno de los momentos, los dos enamorados furtivos irán al cine a ver, casualmente, “Las llamas de la pasión”, una especie de burla al no poder llevar a cabo sus intenciones.
El amor, ese elemento sin forma, que todo lo inunda, todo lo posee y todo lo destruye, es el eje central de la película y que todo está enfocado desde una perspectiva mucho más íntima a la que estamos acostumbrados pero sin caer nunca en remilgos insulsos o empalagamientos vanos. Incluso los pocos besos que hay entre la pareja son presentados de forma furtiva, sin ensalzar una pasión desmesurada. Lean contó con un elenco ajustado pero sus interpretaciones son dignas de encomio, sobre todo por transmitir esa sinceridad y esa calidad a partes iguales.
Contamos además con el tren como elemento físico y como elemento metafórico donde las idas y venidas de la vida se pueden saber donde empiezan pero nunca donde terminan. Una forma más sutil de demostrar que en el juego del amor no hay nada seguro y sobre todo no hay nada decisivo. Para ello, Lean emplea una fotografía en b/n hermosa a la vez que asfixiante, a medida que avanza el metraje, y que no se puede negar que la plasmación le salió redonda y que a día de hoy, “Breve encuentro” es un título imprescindible tanto en la filmografía de Lean como en el género.