EL PROBLEMA DEL BILINGÜISMO
Catalán y castellano
Pablo de Mariscal
Sant Cugat del Vallès
El 29 de junio, la portada de EL PERIÓDICO decía: "Nada amenaza el castellano. La sensación que, animados por las mejores intenciones, los firmantes del manifiesto se han prestado a la manipulación política de la derecha intransigente se impone a cualquier otra consideración". Creo que se imponen dos consideraciones para evitar manipulaciones: 1) El pueblo catalán no tiene ningún problema con el uso de los idiomas cooficiales. 2) Las sucesivas administraciones autonómicas llevan años trabajando para desterrar al castellano y todo lo que simbolice España de las instituciones. Sus acciones no solo no se corresponden con el sentir catalán, pues este es plural, sino que además está despilfarrando valiosos recursos para conseguir unos objetivos con los que solo se identifica una parte de los catalanes.
Por ello, estoy de acuerdo en que el castellano no corre peligro en Catalunya como tal, aunque sí en sus instituciones. Como inmigrante llegado de Euskadi, puedo dar fe de la inteligencia colectiva catalana, en contraposición a la torpeza de sus regidores. Y no solo lingüística. Obviamente, no voy a pedir una ikastola para escolarizar a mis hijos en euskera, pero sí me hubiera gustado haber tenido la opción de escolarizarlos en castellano en la escuela pública. Como me gustaría que las comunicaciones de mi ayuntamiento fueran, por defecto, en ambas lenguas oficiales. Imagínense la confusión entre los catalanes residentes en mi querida tierra si recibieran la documentación oficial exclusivamente en euskera. Necesitarían algo más que un diccionario para traducirla. Tenemos derecho a que la Administración nos facilite los trámites con ella, estemos en Barcelona, Bilbao u Oseja de Sajambre (León).
Exigencia del nivel C
Manuel Fernández
Barcelona
La exigencia de nivel C de catalán a los profesores universitarios va a resultar perjudicial para las universidades. Profesores del resto de España y de Europa, aunque tengan un mayor grado de dominio de las materias, no podrán conseguir plaza en beneficio de profesores menos preparados pero que saben catalán. El modelo que se quiere implantar en Catalunya es contrario al de Holanda o Dinamarca, donde tienen prestigiosas universidades a base de atraer a los mejores profesores y especialistas internacionales. Estos pueden impartir sin problemas sus clases en inglés o español, y a nadie se le ocurre exigirles el nivel C de holandés o danés. Prefiero esa mentalidad abierta y cosmopolita de Europa al nacionalismo cerrado catalán.