Cuando España empieza a parecer Serbia
Si durante años el nacionalismo español se expresaba de una manera moderada, aceptando un cierto bilingüismo y aparentando una cierta imagen 'amable', la careta ha caído este 2008 tan espectacularmente que tendremos que apuntarlo en los libros de historia. El manifiesto contra el bilingüismo o las reacciones de ayer al documento del consejero Castells sobre el espolio fiscal marcan un camino nuevo que acerca el nacionalismo español a la historia reciente del nacionalismo serbio. Con algunos paralelismos concretos que pavor.
Este manifiesto que reclama la superioridad del español significa un cambio de nociones sociales. Ya no se proclama la conveniencia del bilingüismo en las zonas con lengua propia del estado; lo que reclama es el retroceso de las otras lenguas. Deja de existir la preocupación formal que había hasta ahora por la convivencia, a la cual ya no se apela de ninguna manera. Ahora el llamamiento va a la superioridad demográfica de los hablantes del español, reclamando la imposición pura y simple. Demográfica. Y en este sentido, el manifiesto recuerda mucho el famoso Memorándum publicado el año 1986 por la Academia Serbia de las Artes y las Ciencias, memorándum que sirvió de base ideológica a Milosevic y que acabó llevando a la guerra, a la independencia de todas las áreas no puramente serbias de la ex-Yugoslavia y al aislamiento internacional de Serbia. Aquel memorándum, por ejemplo, afirmaba, contra la realidad, que los únicos que no tenían derecho a usar su lengua eran los serbios que vivían en territorios 'bilingües' y reclamaba la primacía impuesta del serbocroata sobre todas las otras lenguas, y que todo aquello que no fuera afirmar esta idea era 'particularismo' y 'antidemocrático'.
El mensaje que inspiraba aquel manifiesto y lo que inspira al manifiesto españolista es lo mismo: creer que hay culturas o lenguas que son superiores a otras, digan lo que digan o hagan lo que hagan los hablantes, y exigir la imposición de la propia con medidas legales discriminatorias y, si hace falta, con el recurso a la fuerza pública.
El Memorándum de 1986 también ponía de relieve lo que sus autores (intelectuales como en el caso del manifiesto español) consideraban que era una opresión económica de Serbia por las otras repúblicas. Y este mismo mensaje es el que ayer se hizo escuchar también en los medios españoles como respuesta a la presentación de los datos sobre el espolio económico. Es la misma perversión: la realidad no importa. Y así ayer pudimos ver y oír|sentir gente que la negaba abiertamente, que cambiaba los datos o, simplemente, que los reconvertía en un discurso españolista afirmando que el problema no es que Cataluña, y el resto del país, sufran el expolio fiscal de España, sino que España vive ahogada por la potencia de las empresas catalanas, que la tienen colonizada. De nuevo, un cambio de discurso que implica un cambio notable de percepciones sociales. Hasta ahora nadie, excepto grupúsculos aislados, se había atrevido a decir una cosa como ésta. Ayer lo escuchamos en los medios y de boca de comentaristas muy violentos que llegaban al griterío.
Confieso que esta deriva que toman las cosas me preocupa. Me preocupa, sobre todo, porque va acompañada de un aumento notable y visible de la violencia. La actitud de los españolistas es cada vez más violenta y agresiva y, de los insultos, han pasado ya a las amenazas o los incidentes, como se vio en la Eurocopa, a pesar del silencio de la mayoría de los medios. Pero también hay que decir que la deriva serbia del nacionalismo español es una amenaza sobre todo para ellos. A diferencia de aquello que pasaba en la ex-Yugoslavia, nosotros vivimos en la Unión Europea y aquí no son tolerables ni se permitirán de ninguna manera guerras ni golpes de estado militares o legislativos. Y eso tendría que hacer pensar a alguien, en España. Porque Serbia ha acabado sola, empobrecida y aislada. Y explicar eso hoy es hacer una pura y simple descripción de donde podrían acabar los españoles, si continúan con la locura supremacista que les ha dado.