Por Jordi Costa
La colección de películas publicitarias protagonizadas por la italiana Mina para la marca de pastas Barilla es un completo tratado visual sobre el aislamiento del genio: la diva parece siempre encerrada
en una campana de vacío, incluso en medio de una fi esta presuntamente bulliciosa.
Shyamalan parece aplicar una estrategia parecida en la que bien podría haber sido una de las películas de artes marciales más heterodoxas de todos los tiempos: las escenas de acción gravitan alrededor de la concentración del héroe, convirtiendo el caos circundante casi en un lejano ruido de fondo. Desgraciadamente, 'Airbender: El Último Guerrero' tiene pinta de ser una de esas películas que han sufrido lo indecible en la sala de montaje: lo que queda parece resultado de la tensión entre lo que soñaba ser una extravagancia mística y se ha tenido que reformular como blockbuster a la fuerza.
Adaptación del falso anime producido por Nickelodeon con la mirada puesta en los fenómenos de
Dragonball y
Naruto, la película tiene gratifi cantes ecos de tronado serial y acoge ocasionales estallidos poéticos, pero parece estar peleándose consigo misma escena tras escena.
Lo mejor: los rastros de lo que podría haber sido.
Lo peor: las pistas de que aquí ha pasado algo.