Esta mañana he podido asistir al primer pase de la película.
Sobre la experiencia, señalar, como cada año esa maldita costumbre de los donostiarras de acudir en tropel a una actividad que el resto del año denostan, convirtiendo el cine en un acto social superfluo y provocando interminables colas, extremo este último que podría evitarse si se numerasen las entradas. Todos los años igual, qué ascazo.
Sobre la película dos cosas, una buena y otra mala.
La buena: es la mejor película de Amenábar. Una regresión (si se me permite el juego de palabras) al cine satánico de los setenta; aunque todo transcurre en 1990 la estética y el espíritu es el del añejo cine analógico de las décadas gloriosas del maligno en el cine (la semilla del diablo, el exorcista) y otras películas del mismo tono aunque de diferente temática como Audrey Rose (que por cierto la "descubrí" en el Zinemaldia de hace justo diez años, en el ciclo Wise).
Lo malo: a diferencia de Friedkin, Amenábar es ateo (estoy acordándome del cómo se hizo El Exorcista en el que Peter-Blatty afirmaba que el perfil ideal para dirigir su novela era el de alguien que no fuera un escéptico ni un irracional creyente, alguien intermedio, agnóstico, decía él). No espoilearé si digo que esta película es al cine satánico lo que Zodiac al cine de psicópatas: un retrato realista y documentalístico sobre unos hechos que hasta ahora han tenido un tratamiento fantástico.
Es decir, ha conseguido un Gran Film, su Zodiac particular como digo, pero a costa de cargarse el cine fantástico con su visión atea y científica de los hechos.
Amenábar me recuerda al personaje de Cillian Murphy en Luces Rojas, intentando desenmascarar a magos farsantes; y eso se carga toda la magia que la película tiene. Entiendo que entrar en detalles sería spoilearlo todo, así que paro aquí.
Dirección, montaje, etc. geniales, desde el primer fotograma pegado a la butaca. Eso sí, Hermione está para matarla, como siempre. A ver cuándo se mete bótox en la frente y deja de mover las cejas.
Como curiosidad, me he cruzado con Pumares y me ha mirado fíjamente durante un segundo. Qué miedo.