He visto dos veces la semana pasada esta película, en casa, en DVD, cuando era una película de indios y aristócratas ingleses reconvertidos: Un hombre llamado Caballo y El retorno de un hombre llamado Caballo. Demonios, incluso la he escrito en parte (en Lágrimas de luz), y casi en todo (en Guerrero, a cuatro manos con JuanMi Aguilera y que no llegó a buen puerto). La he visto también en infinidad de tebeos: en Den, sin ir más lejos; en videojuegos, y en toda la parte final de esa película que los fans denostan y a mí sin embargo acabó por gustarme: El retorno del Jedi.
Avatar es, ante todo, un festín visual, un deslumbramiento continuo. Hermosa, perfectamente planificada y coreografiada, con una narración clásica donde apenas un par de veces se embarullan las escenas de acción en el montaje. Es, se deduce por el párrafo anterior, un western fronterizo espacial, una fantasía ecologista, ingenua y bienintencionada, casi un producto Disney en cierto modo. No descubre, narrativamente, nada que no hayamos visto cientos de veces ya, pero la excusa argumental es solo eso: una excusa para que la cámara muestre escenas imposibles y planos aéreos de inusitada belleza. Ver la película en tres dimensiones, como la podrá ver la inmensa minoría del mundo, debe ser una experiencia cuasi-mística. A pesar de la moralina greenpeaciana, claro. A pesar de que la historia la hayamos visto cientos de veces y esté contada como se ha contado ya cientos de veces, sin un mal quiebro dramático, sin lugar a otra sorpresa que no sea todo aquello (que es mucho) que entra continuamente por los ojos.
Dicen que Cameron ha dicho que quería rescatar la ciencia ficción de la aventura espacial a la que está condenada desde hace treinta años y volver a la ciencia ficción que plantea dudas. Es decir, la ciencia ficción setentera y en parte ochentera, esa que daba que pensar y ponía en solfa muchos de los supuestos en los que luego nos hemos movido: la ciencia ficción a la que pertenece la generación a la que pertenezco. Si es así, me temo que llega demasiado tarde (o no, en esta semana de cumbres sobre el cambio climático), porque la buena ciencia ficción (y Avatar, conste, lo es) no sólo debe explorar un futuro pesimista: no debe dar solución a ese futuro. En ese sentido, la lucha de los nativos de Pandora (que, visto lo visto, quizás tendría que haberse llamado Pan-Gea) contra las malvadas corporaciones terrestres (son ex-marines, ojo, que los ejércitos privados son el futuro o en todo caso lo que hoy se lleva) acaba tan en falso como el final ya mencionado de los ewoks contra las tropas imperiales. Dicen también que Cameron dice que si Avatar tiene éxito (¿lo duda alguien?) hará un par de secuelas, cosa que me lleva a la pregunta que ya nos hacíamos aquí mismo hace unos días: ¿Cuántas historias se pueden contar de Robin Hood?
La magia está en la plasticidad de las escenas, en la duda de cómo habrán resuelto a los personajes a partir de los actores: eso con los que nos bombardearán a partir de ahora en las televisiones y las ediciones especiales de los dividís o, posiblemente, en los blue-ray. La nitidez de la imagen, acostumbrado como está uno a los cines de provincias, es sorprendente incluso en dosdé. Y se agradece que Cameron no nos tome por tontos y no se dedique a lanzar cosas contra el espectador.
Si acaso pudiera ponérsele una pega gorda, es que los azules habitantes de Pandora son demasiado parecidos a los indios. Sigourney Weaver está aquí no por reencontrarse con Ripley, sino porque fue Dian Fossey (la bella Neytiri, por cierto, es la nueva Uhura de Star Trek rebooted). Hay un cierto regusto a guerra de Vietnam (como también lo había en Return of the Jedi), y es de destacar que los científicos se rebelen contra los militares en vez de seguirles la bola de continuo.
Cameron llevaba doce años sin dirigir una película de ficción, y Avatar es, en el fondo, una película que, técnica aparte, pertenece a un periodo anterior. El espíritu de Richard Corben planea por toda la historia, igual que cierto misticismo planetario algo chocante. Lo próximo del amigo Jim será la adaptación de Battle Angel Alita. Yo preferiría que fuera Aquamán.