Respuesta: Avatar (de James Cameron)
Troy, estás majareta. Eso de que "no te genera los mismos sentimientos porque este año la peli bombazo se ha estrenado en verano y no en invierno" es Oxley total.
Pero bueno, os recuerdo que entre el estreno de Avatar y Origen hubo seis meses... y la primera se anunció como "la película que cambiará la historia del cine" y la segunda... también. Así se ha subido el listón: bajar de eso es ser una película de segunda categoría, ahora las películas tienen que "cambiar la historia del cine" para ser tomadas en consideración por un público cada vez menos exigente y, curiosamente, más desagradecido.
En Hollywood ya no les basta con vender humo... necesitan hacernos creer que necesitamos ese humo como si fuese aire. Ebert decía que Origen había entrado en la categoría de "peliculas que tienes que ver para poder entrar en conversaciones en una cena de amigos" desde la misma preproducción.
Ya no se hacen películas: se hacen fenómenos. "Avatar" ha hecho mucho dinerillo porque es una cosa simplona que nos han vendido como "la revolución absoluta", pero vamos, nos han vendido esta como nos podían haber vendido cualquier otra... su relevancia es mínima y ha sido pura estrategia para hacer del 3D, en tiempos de crisis, una forma de cobrarnos más por la misma mierda (o incluso peor).
Tratar de buscarle un componente místico o trascendente, ritualistico o espiritual es caer en esa trampa para bobos: ya no te venden malas películas como si fuesen obras maestras... te las venden como si fuesen el momento más importante de tu vida. Si tienes 15 años pues a lo mejor caes y te lo crees (léase el tagline de la última de Harry Potter: "el acontecimiento cinematográfico de toda una generación" pffffffff
) pero cuando ya tienes pelos en los huevos y los ojos quemaos de haberte mamado películas de todo tipo en condiciones tan paupérrimas como maravillosas, de haber follado como un jabato, de haberte llevado alguna hostia y algún botellazo borracho, de haber sido humillado, de haber conseguido algún de logro, de haber saltado de trabajo en trabajo, de haber llorado y de haberte autodestruido... te la suda. Pero ojo, solo cuando tu vida ya no se reduce a "lo que pondré mañana en el tuenti o en el foro para quedar como un tío guay".
El ritualismo tiene sentido cuando es algo de celebración colectiva, como puede ser esas maratones nocturnas en Sitges llenas de comentarios jocosos en voz alta (aunque este año haya habido sesiones de silencio sepulcral) o en proyecciones interactivas estilo Rocky Horror... ahí lo admito. Pero... ¿estar sentado tres horas con unas gafitas ridiculas viendo "Bailando con lobos" meets "Metal Hurlant" en un multicines de centro comercial? ¿A eso lo llamas "experiencia"? Una paja detrás de un contenedor de basura, lo llamo yo: a lo mejor te salva la noche, pero hostia, tú... ¡dignidad!
Yo algunas de las películas que más han calado en mi vida las vi en copias roñosas de vhs, en una sala enana, en la universidad. O trasnochando (a veces viniendo de borrachera) apalancado frente a un televisor Zenith al que la imagen le iba y venía cada día. ¿Ritualismo? Fuck off. Las condiciones eran lo de menos: lo maravilloso era descubrir auténticas joyas que te henchían el espíritu y te abotargaban la cabeza con ideas demenciales. Películas que se te quedaban en el corazón por lo que eran en independencia al contexto. Ese es el cine que sobrevive. El que no viene acompañado de fanfarrias (parabará cuerno francés) y alfombras rojas. El cine que se queda ahí, grabado a fuego en la retina... no en si se te helaban las pelotas haciendo cola en la taquilla. Seriedad, señores, ¡SERIEDAD!