Política y Economía —
La relación entre el fútbol y la política (o dime a quién animas y te diré a quién votas)
Publicado por
Kiko Llaneras
Enfrentamiento del Atlético de Madrid y el FC Barcelona en la Champions League 2013-2014. Foto: Cordon Press.
El fútbol y la política pueden ser perfectos opuestos: mientras que la política es un mecanismo para conciliar conflictos verdaderos, el fútbol consiste precisamente en crear conflictos falsos y mantenerlos a perpetuidad. Por eso la política importa y debe tomarse en serio, mientras que el fútbol es intrascendente y debe tomarse más en serio aún.
Si el fútbol tiene algún valor es precisamente porque carece de sentido. Como lo expresa
Chad Harbach, «lo adorabas porque lo considerabas un arte: una actividad en apariencia sin sentido, llevada a cabo por personas con aptitudes especiales, una actividad que escapaba a todo intento de quienes pretendían definir su valor y sin embargo, de algún modo, parecía transmitir algo verdadero o incluso fundamental sobre la condición humana. Y la condición humana consistía, básicamente, en el hecho de que estamos vivos y tenemos acceso a la belleza, hasta podemos crearla aquí y allá, pero algún día estaremos muertos y ya no lo tendremos».
No hay ningún buen motivo para unirlo a la política, y sin embargo, lo cierto es que nuestra ideología o el partido al que votamos pueden relacionarse con el equipo por el que tenemos simpatías. El vínculo tiene poco de determinista y mucho de circunstancial, pero existe. Este artículo analiza precisamente esa cuestión: cómo se entrelazan nuestras afinidades políticas y deportivas. Confirmaremos algunos mitos (como que el FC Barcelona es el favorito de los votantes de izquierdas), pero también encontraremos sorpresas (como que el Atlético es más popular entre las clases altas y el Real Madrid entre la clase obrera). Pero empecemos con una pregunta más sencilla: cuánto nos interesa el fútbol.
1. ¿Cuánto nos interesa el fútbol?
Mucho. Sí, no son precisamente
Breaking News. Pero gracias a una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) podemos precisar y afirmar que el fútbol interesa al 48% de los españoles. Es decir, a un montón de gente.
El resto de deportes tienen muchos menos aficionados (el tenis y el baloncesto interesan al 22% y al 17% respectivamente), y todavía son menos los que no tienen interés por ningún deporte (13%). Por eso, aunque es habitual escuchar quejas por la cantidad de atención que los medios de comunicación dedican al fútbol, no parece que eso esté injustificado ni sea fruto de una agenda conspirativa. Parece, más bien, que a la gente el fútbol le resulta interesante. Es posible argumentar que ese interés no es exógeno, sino que es la atención de los medios lo que crea el interés y no al revés, pero es difícil explicar cómo se mantendría ese equilibrio.
2. Si el fútbol es el opio del pueblo, al menos lo es de todo el pueblo
Pero el fútbol no solo interesa a mucha gente, sino que además interesa a gente muy diferente. Eso es algo que tiende a pasarse por alto y que a mí me parece relevante: el fútbol es una afición transversal. Es una afición que comparten muchas personas, independientemente de su profesión, su clase social, o su ideología. A continuación tienen algunos datos, de nuevo tomados del CIS.
La afición por el fútbol tiene poco que ver con la clase social o el tipo de profesión que desempeña una persona. Por ejemplo, entre las clases altas apenas hay un 4% menos de aficionados al fútbol que entre los obreros no cualificados.
Tampoco encontrarán grandes diferencias por ideologías, al menos en la zona del espectro donde se ubican la mayoría de ciudadanos. El 66% de los españoles se colocan entre el tres (centro-izquierda) y el siete (centro-derecha) y todos esos grupos muestran un interés semejante: el fútbol interesa a la mitad más o menos. Sií es cierto que entre quienes se declaran muy de izquierdas (1) hay menos aficionados al fútbol y que ocurre justo lo contrario con los más de derechas (8-10). Pero en ambos casos hablamos de muy poca gente, ya que solo un 6% de españoles se ubica en el extremo izquierdo y apenas son un 8% los que se colocan entre el ocho y el diez.
3. ¿Cuál es el equipo de fútbol más popular?
En la tabla siguiente pueden observar que se confirma una impresión generalizada: la mayoría de aficionados son seguidores del Real Madrid (38%) o del FC Barcelona (25%). Juntos acaparan la simpatía de dos de cada tres aficionados (eso si asumimos que los que tienen simpatías por ambos equipos son despreciables… en número). A mucha distancia tenemos al Atlético (6%), y aún más lejos a Valencia, Athletic y Betis.
Es evidente que un factor para tener muchos aficionados es ser del equipo de una ciudad llena de gente. No obstante, la demografía no basta para explicar que Real Madrid y Barcelona sean tan populares. Ocurre que si una liga no se regula para favorecer a los perdedores, hay varios lazos de realimentación que tienden a perpetuar a los equipos ganadores, ya sea vía éxito (simpatizantes -> ingresos -> éxito -> simpatizantes) o vía visibilidad (simpatizantes -> presencia -> visibilidad -> simpatizantes).
4. Dime tu equipo… ¿y te diré a quién votas?
Hace un rato vimos que el fútbol es una afición transversal —gusta a muchos sin que importe su clase social o su ideología—, pero no podemos decir lo mismo sobre los seguidores de los diferentes equipos. Las simpatías políticas y futbolísticas tienden a mostrar patrones bastante claros… aunque con algunas sorpresas.
Primero veamos cómo se distribuyen las simpatías de los tres equipos más populares.
Pueden comprobar que los aficionados del PSOE son prácticamente un calco del aficionado medio: entre ellos dominan los simpatizantes del Madrid, pero los barcelonistas les andan a la zaga. Un dirigente socialista dijo en una ocasión que el votante del PSOE es el que más se parece al español medio, y aunque quizás eso ya no es cierto en general, sí lo es en lo que respecta al fútbol.
Verán también que entre los votantes del PP hay una no-sorpresa: casi la mitad son del Real Madrid y solo el 15% son del FC Barcelona. Sin embargo, quizá no preveían encontrar tantos aficionados del Atlético entre los votantes del PP, pero son más abundantes que en término medio.
Los aficionados que votaron a Izquierda Unida se diferencian aún más de la mayoría de españoles: es más frecuente que sean del FC Barcelona que del Real Madrid, y muestran una sobreabundancia de aficionados del Atlético de Madrid.
Sin embargo, el patrón más claro de todos es el de CIU, ya que prácticamente todos los aficionados que votaron por el partido nacionalista catalán se declaran simpatizante del FC Barcelona.
En la siguiente tabla tienen los datos para el resto de equipos —tengan en cuenta, eso sí, que para los equipos con pocos simpatizantes la muestra de la encuesta es pequeña y los resultados no tienen valor estadístico—. Si los exploran verán algunos patrones, como que los votantes del PSOE muestran una simpatía particular por el Betis, seguramente motivada porque hay muchos andaluces votando al PSOE últimamente. También que en UPyD hay muchos aficionados del Zaragoza, por razones para mí desconocidas, y también del Valencia, lo que entiendo que tiene que ver con que sus votantes son abundantes en la capital mediterránea. Tampoco es difícil adivinar cuáles son esos «otros» partidos: en esa categoría se incluyen formaciones nacionalistas vascas, gallegas y canarias, lo que explica que tengan tanta afición por sus equipos locales.
5. Equipos a izquierda y derecha
Viendo las cifras del apartado anterior, ya podíamos presagiar que existirá cierta relación entre la ideología de una persona y las probabilidades que tiene de simpatizar por uno u otro equipo. Y efectivamente, los datos de la encuesta del CIS nos dicen que la simpatía por Real Madrid, FC Barcelona y Atlético de Madrid no son ni mucho menos constante según la ideología en el eje izquierda-derecha.
En los extremos las diferencias son muy claras y vienen a confirmar los tópicos: entre los votantes muy a la izquierda (1-2) son mayoría los del FC Barcelona, y abundan los atléticos, que son casi tantos como los madridistas —una desviación notable respecto la media de la gente, pero que implica que todavía es más habitual encontrar un madridista muy de izquierdas que un atlético—. A la derecha ocurre lo contrario: más de la mitad son aficionados del Real Madrid y los seguidores del FC Barcelona caen por debajo del 20%.
Sin embargo, precaución, ya que de nuevo cabe recordar que la mayoría de los españoles se ubican en posiciones más centrales, un 35% se ubica sobre el 3-4 y un 37% sobre el 5-6 —es decir, que la mayoría se ubica centrada y algo a la izquierda— y que en esa zona las diferencia por ideología son mucho menos marcadas.
6. Dime tu equipo… ¿y te diré tu clase social?
Lo que acabamos de ver es que, si bien es evidente que existe una relación entre simpatías futbolísticas e ideología, es también evidente que la relación está muy lejos de ser determinista y que podemos encontrar aficionados de diferentes colores entre personas de cualquier tendencia política. Aún es más: el cuadro que relaciona fútbol y política se complica si añadimos la variable de la clase social (clasificada por el CIS).
Para sorpresa de muchos, resulta que el Real Madrid es relativamente poco popular entre la clase alta y media-alta, donde uno encuentra más aficionados del FC Barcelona y sobre todo del Atlético de Madrid. En cambio, es entre los obreros no cualificados donde son más abundantes los madridistas —casi la mitad de ellos simpatizan con el equipo blanco—, mientras que escasean los aficionados del Barcelona y muy especialmente los del Atlético de Madrid. Estos resultados puede que les parezcan incongruentes con las relaciones que vimos antes entre equipos y partidos políticos; la razón es que la relación entre voto y clase social no siempre es la que muchos creen intuitivamente.
7. Por qué nada de esto importa
Después de dedicar casi dos mil palabras a la relación entre fútbol y política, debo confesar que yo no creo que esta relación tenga el más mínimo valor. O mejor dicho, que me parece que esa relación es solo una interferencia, un ruido molesto que no podemos acallar del todo.
El fútbol solo importa porque carece de sentido; no cabe conectarlo con el mundo real ni tratar de racionalizar el acto de escoger nuestro equipo. El fútbol existe en su propio universo y acercarlo al nuestro es echarlo a perder. Nuestro equipo es nuestro equipo sin ninguna justificación. Uno escoge sus colores cuando es un niño y solo lo justifica a posteriori, cuando ya no importa. Escogemos nuestro equipo porque es un ganador o porque pierde siempre, porque era el equipo de nuestros abuelos, o porque no era el de nuestros hermanos, porque queríamos sentirnos únicos en el colegio o porque queríamos sentirnos igual a todos los demás. El mundo real interfiere con ese proceso y provoca que emerjan regularidades por ideología o clase social, pero es solo un ruido molesto, una interferencia a la que es mejor no dar importancia.
Porque, recuerden, queremos que el fútbol sea tal y como lo describe Chad Harbach: una actividad en apariencia sin sentido, llevada a cabo por personas con aptitudes especiales, que escapa a todo intento de quienes pretenden definir su valor y sin embargo, de algún modo, parece transmitir algo verdadero.