Cajón de sastre

Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

Como siempre, más razón que un santo.

Manu1oo1
 
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Estoy de acuerdo yo tambien Manu, la verdad es que ya intuia en mi corto bagaje lo que Arturo dice: que el mundo esta lleno de cabrones que la vida del projimo les importa una mierda y en Occidente no hacemos mas que excursiones de ONG´S para salvar el mundo.

Si, a mi que no me esperen llevando aspirinas, se que pagaran justos por pecadores pero que pidan cuentas a sus propios paisanos....
 
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El problema no es querer ayudar. Eso siempre es encomiable. La cuestión es que a día de hoy, tener una ONG es lo más "cool". Y montarte en una caravana solidaria para ir a dar de comer a los negritos, lo más de lo más. Carecer de la más mínima preparación para ello, o tener un mínimo de consciencia de dónde te estás metiendo, no son requisitos para ello. Y si ocurre lo que es fácil que ocurra, en seguida se pone el grito en el cielo. Como dice Don Arturo, "mi hijo no fué para eso...". Y entonces... ¿a qué se creía que iba, señora?

Hay que ASUMIR de una puñetera vez que el mundo es como es, por mucho que nosotros tengamos parte de culpa, y que hay mucho desesperado malnacido para el que matarte no supone más problema que el coste de la bala. Y si a pesar de eso, te quieres meter en berenjenales de ese calibre, asume que te puede pasar lo que te puede pasar. Como cuando muere algún soldado en Afganistán, y su madre vuelve a lo de siempre. Mi hijo no fué para eso.

Manu1oo1
 
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Patente de corso, por Arturo Pérez-Reverte



`DANS LES OEUFS´





Como se veía venir –consideren lo de se veía como bordería facilona–, la moda de los restaurantes donde se come a oscuras ha sido saludada con alborozo en España. Faltaría más. En la vanguardia de Occidente. Y háganse cargo del flash: completamente a oscuras, camareros ciegos que te llevan de la mano y sirven platos que no puedes ver, todo a base de tacto, gusto, oído y olfato. Con mucho contacto físico, se añade como incentivo. Hasta para hacer pipí te lleva de la mano un ciego o ciega –no me pillarás esta vez, Bibiana–. Y oigan. De clientes no sé cómo andan esos locales; igual hay bofetadas para meterse dentro. No me extrañaría en absoluto. Los elogios mediáticos son, desde luego, rutilantes. En las páginas de Cultura, por supuesto. Dónde, si no. A fin de cuentas, comer donde Ferrán Adriá equivale a leer tres páginas del Quijote, por lo menos. O cuatro. Dicen. Como los desfiles de moda y el mus. Y las tres en raya. Todo a Cultura. Con foto del restaurante entre el museo Thyssen y la última novela de Saramago. Y lo de zampar a oscuras, además, encima de venir avalado por franquicia con precedentes en París, Londres y Moscú –Dans le Noir, capten el astuto juego de palabras–, tiene ese puntito a medio camino entre museo de Diseño de Zúrich y corrección política que lleva a algunos al límite del orgasmo múltiple. Ahí va una de las reseñas, cuyo recorte atesoro: «La necesidad de experimentar nuevas emociones y el afán de descubrimiento no están reñidos con la conciencia social y la sensibilidad hacia las discapacidades». Con dos cojones.

Iría, lo juro. De no estar un poco mayor para estas cosas –«La experiencia no es apta para quien no ama el contacto físico, ya que el tacto es el sentido estrella de la noche»–, les aseguro a ustedes que caería a cenar allí, sólo por ver cómo se las arregla uno cuando, en la oscuridad, dice: «Camarero, hágame el favor. Necesito miccionar», y el de la ONCE llega, te palpa, te coge de la mano y te conduce a través de la noche procelosa hasta el lugar, supongo que también dans le noir, donde puedes aliviar la vejiga. He visto una foto publicitaria en alguna parte, y es que de verdad dan ganas de abalanzarte al sitio: los clientes apoyados unos en otros y el camarero delante, como bailando la conga. Todo elegante y solidario que te rilas, a base de mucho tacto y contacto físico, como debe ser. Desplegando tu conciencia social y sensibilidad solidaria camino del baño, en alegre camaradería con otros clientes que en ese momento sientan ganas de lo mismo. Guiados todos por camareros invidentes pero expertos, que cual Virgilios abnegados te guíen por la selva oscura de la vida, al fondo a la derecha. Orientándote el chorro una vez allí, supongo. Con paciente esmero.

Lo mejor de todo esto es que me ha dado un par de ideas. Estoy por llamar a mi amigo Félix Colomo –el que me pidió autorización para abrir en el Madrid de los Austrias su Taberna del Capitán Alatriste– y decirle que debería ampliar sus negocios gastronómicos con nuevas fórmulas para forrarse. O para forrarse más, si cabe. Una de ellas podría ser una franquicia de restaurantes que desde ahora mismo le propongo. Sin manos, sería el nombre. Y la gracia del asunto consistiría en que ningún cliente podría usar las manos para comer. Ni de coña. Al entrar se le atarían a la espalda y degustaría las delicias locales sin cubiertos ni nada, agachándose directamente con la boca sobre el plato. Slurp, slurp. Eso haría que el tacto, el gusto y el olfato fuesen protagonistas indiscutibles del asunto. Además, para realzar la conciencia social y la sensibilidad sensible, todos los camareros serían mancos, y servirían los platos sosteniéndolos entre los dientes. Para extremar el concepto, no habría servilletas, y los clientes se limpiarían los morros unos a otros con sonoros lengüetazos. Eso daría lugar a una enriquecedora interacción emocional, que como su propio nombre indica, sería mutua.

Tengo otras ideas igual de gilipollas. O más. Algunas podrían triunfar a tope en esta Europa tonta del ciruelo; donde, como dice mi vecino de página Carlos Herrera, si llega un imbécil más, nos caeremos al agua. Por ejemplo: un restaurante llamado Dans les Couilles, aunque una versión más pedestre –Dans les Oeufs– tendría más garra en España. El toque maestro consistiría en cobrar doscientos euros por cubierto exclusivo para fanáticos del megapijodiseño, soplapollas en general y políticos con Mastercard o Visa Oro del partido. Los políticos, sobre todo, acudirían en enjambres, como suelen. Dans les Oeufs ofrecería emociones y sensibilidad social a mantas. Todo el rato, camareros cuidadosamente seleccionados entre los más robustos y robustas –chúpate ésa también, Bibiana– de los parados que frecuentan comedores de caridad o hurgan por la noche en cubos de basura y contenedores de supermercados, estarían dándoles patadas en los huevos.
 
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LA LUCHA CONTRA EL PARO EN LA UE

El milagro holandés sugiere las claves para la reforma laboral

Los Países Bajos mantienen el paro en el 4% pese al colapso de su sistema financiero y a la caída del 4,5% del PIB

Su éxito se basa en el consenso social, la flexibilidad del mercado de trabajo y las políticas activas de empleo

Autor: Juan Oliver

La promesa de que los trabajadores no pagarán los platos rotos de una crisis de la que no son responsables puede parecer un brindis al sol. Pero algunos países europeos la han hecho realidad. En Dinamarca y, sobre todo, en los Países Bajos, en cuyas políticas se ha fijado la Comisión Europea para elaborar sus recomendaciones sobre la reformas del mercado laboral en la UE, la recesión ha paralizado la economía real y ha llevado a la quiebra a gigantes de la banca, las finanzas y los seguros. Pero las tasas de paro se mantienen allí en niveles envidiables que cualquier líder político, sindical o empresarial de España firmaría sin pensárselo.

El caso holandés es el más llamativo: el PIB se contrajo en el 2009 un 4,5%, frente al 3,7% de España. Pero mientras el paro español se disparaba al 20% en pocos meses, en los Países Bajos se mantenía en el 4%. «Al principio de la crisis, Holanda tenía un nivel de desempleo muy bajo, tanto que un 2% de las ofertas de trabajo de las empresas se quedaban sin cubrir», explica Joop Schippers, profesor de Economía del Trabajo y de la Igualdad de Oportunidades en la Universidad de Utrecht, la capital de la provincia holandesa con menos paro.

A mediados de los noventa esa tasa rondaba el 9%, y aunque Schippers atribuye su descenso al rápido crecimiento de la economía, añade otras razones: «Desde mediados de los noventa se aplicaron medidas para flexibilizar el mercado laboral, como una legislación menos restrictiva en materia de despidos y de contratación temporal, y una Seguridad Social menos generosa. Pero además, el Gobierno invirtió en medidas para reincorporar a los parados con más dificultades para encontrar trabajo, y para extender la financiación pública de las guarderías, lo que ha apoyado la inserción laboral de la mujer», añade.

«Flexiseguridad»
Esas actuaciones son parte de la estrategia de «flexiseguridad» en la que Bruselas recomienda basar cualquier reforma laboral: «Debemos adoptar un enfoque equilibrado que ponga en práctica nuevas formas de seguridad para los trabajadores y los ayude a adaptarse al cambio, al tiempo que respondemos a las necesidades de las empresas de contar con mano de obra cualificada y adaptable», explica el socialdemócrata checo Vladimir Spidla, comisario en funciones de Empleo y Asuntos Sociales. Fue primer ministro y ministro de Trabajo en su país, y es originario de Praga, la región con menos paro de la UE (un 1,8%, según los últimos datos de Eurostat).

La flexiseguridad compromete a los Estados a proteger a los trabajadores y a garantizar su reinserción. Y ahí es donde algunas cifras sonrojan: en España están el 20% de los parados de Europa, pero el gasto en políticas activas de empleo apenas supone el 0,7% del PIB, a cuatro décimas de los Países Bajos. Quizá las diferencias se expliquen también por la forma en que se usa ese dinero: los holandeses invierten el 56% en la reintegración laboral de parados, una partida que absorbe menos del 4% del presupuesto total en España, donde la mitad del gasto se consume en incentivos directos a la contratación.

Pacto
Los especialistas también destacan que el éxito holandés se basa en haber convertido en cuestión de Estado el pacto social sobre el trabajo. Desde hace decenios, los sindicatos aceptan la moderación salarial, la flexibilidad en la contratación y el auge del trabajo a tiempo parcial, porque Gobierno y empresarios financian un poderoso sistema de protección social que garantiza la reinserción de cualquier persona que se quede sin trabajo, siempre en condiciones y con salarios dignos (el mínimo legal roza los 1.400 euros al mes, casi el doble que en España).

«Hay una forma correcta, una forma equivocada y una forma holandesa de hacer las cosas», resume Melvin Krauss, de la Universidad de Stanford, que explica así esa máxima: «Estados Unidos hace su política laboral de forma correcta, y la mayoría de Europa lo hace de forma equivocada. Mientras, los holandeses, ni acertados ni equivocados, combinan ideología y pragmatismo para forjar acuerdos».
Claro que para eso no basta solo con promesas, ni con talante conciliador. Según el profesor Schippers, se trata también de una cuestión cultural a años luz de la situación sociopolítica española: «Desde los principios de su historia, los Países Bajos ha tenido una tradición de cooperación. Todos los habitantes, ricos o pobres, empleados o patronos, sabían que si no colaboraban para mantener en pie los diques, al país se lo tragaría el mar».

[URL="http://www.lavozdegalicia.es/dinero/2010/02/08/0003_8280866.htm"][URL="http://www.lavozdegalicia.es/dinero/2010/02/08/0003_8280866.htm"][url]http://www.lavozdegalicia.es/dinero/2010/02/08/0003_8280866.htm[/URL][/URL][/URL]
 
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«Desde mediados de los noventa se aplicaron medidas para flexibilizar el mercado laboral, como una legislación menos restrictiva en materia de despidos y de contratación temporal, y una Seguridad Social menos generosa.

Desde hace decenios, los sindicatos aceptan la moderación salarial, la flexibilidad en la contratación y el auge del trabajo a tiempo parcial

:cafe

Manu1oo1
 
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Eso lo dije yo hace un año aprox. (estudié el modelo holandés). Lo que pasa es que alli con un horario reducido al 60% (gran parte de la población) aún pueden vivir con el sueldo mas que dignamente. Aqui con el 60% de 1.000 euros....
 
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Ese no es el problema. La cuestión de fondo con la que nos da en los morros el sistema holandés (y el norteamericano), es la fijación obsesiva que los españoles tenemos con el puesto de trabajo para toda la vida. Un despido, poco menos que supone el armaggedón para un trabajador, y eso es lo que nos diferencia de ellos. Si los echan, lo toman como una regla más del juego, y se ponen a buscar empleo, mientras que el español dedica desde ese mismo momento todos sus esfuerzos a intentar sacar cuanto más pueda de su ex-empresa (que adopta el papel de villano), y a cobrar el paro mientras se "repone".

Es una cultura del empleo la que tenemos aquí, que difícilmente va a ser cambiada. La rotación laboral es incluso buena, y debería ser NORMAL. Pero desde las altas instancias, siempre se ha tendido a no "enemistarse" con la "masa trabajadora", cediendo más y más terreno ante las exigencias de los sindicatos, convirtiendo la contratación en poco menos que un matrimonio indisoluble y gravosísimo para el empleador. Tan sólo cuando se ven con el agua al cuello, caen en la cuenta de que, sin empleadores, no hay empleos. Por muy "estables" que puedan ser los tres trabajos que queden.

Manu1oo1
 
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Pero macho que aquí nadie obliga a contratar indefinidamente a nadie.Tenemos una temporalidad brutal ¿Que hay mas flexible que eso?¿A ti que mas te da contratar a uno indefinidamente con despido gratis(que despido libre ya tenemos)que tener a uno temporal con renovaciones periódicas?
 
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Métete a empleador y luego me cuentas las bondades del sistema actual otra vez. :cafe

Manu1oo1
 
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El despido libre como comenta Pereirano ya lo tenemos. Lo que no tenemos, a diferencia de Holanda, es trabajo a tiempo parcial (excepto por cuidado de hijos hasta los 8 años). Allí trabajan la mitad con más sueldo que aqui, y por tanto trabajan más empleados
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

El despido libre como comenta Pereirano ya lo tenemos.

Si, ya... Libre mientras pagues una pasta de tal calibre que antes te sale a cuenta cerrar la empresa y mandarlo todo a tomar por culo, a poco tiempo que lleves con esa persona contratada.

Manu1oo1
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

El despido libre como comenta Pereirano ya lo tenemos.

Si, ya... Libre mientras pagues una pasta de tal calibre que antes te sale a cuenta cerrar la empresa y mandarlo todo a tomar por culo, a poco tiempo que lleves con esa persona contratada.

Manu1oo1

Existen otras fórmulas en ese caso, despido por causas objetivas... Te aseguro que el margen de maniobra es bastante amplio y lo mismo que tú te quejas de abusos de trabajadores, que lo hay, también existe un claro abuso de muchos empresarios.

Por cierto, creo que al leer tus citas desnaturalizas el artículo y el propio modelo holandés que creo que no tiene nada que ver con el americano.
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

manu, tenemos despido libre, tu pides despido gratis, que es diferente.
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

Por ejemplo:

los holandeses invierten el 56% en la reintegración laboral de parados, una partida que absorbe menos del 4% del presupuesto total en España, donde la mitad del gasto se consume en incentivos directos a la contratación.

el Gobierno invirtió en medidas para reincorporar a los parados con más dificultades para encontrar trabajo, y para extender la financiación pública de las guarderías, lo que ha apoyado la inserción laboral de la mujer

Gobierno y empresarios financian un poderoso sistema de protección social que garantiza la reinserción de cualquier persona que se quede sin trabajo, siempre en condiciones y con salarios dignos (el mínimo legal roza los 1.400 euros al mes, casi el doble que en España).

Y sobe todo, que son de otra pasta:

«Desde los principios de su historia, los Países Bajos ha tenido una tradición de cooperación. Todos los habitantes, ricos o pobres, empleados o patronos, sabían que si no colaboraban para mantener en pie los diques, al país se lo tragaría el mar»
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

No estoy comparando sistemas con el americano, estoy diciendo que en ambos existe un punto en común: el despido libre. O gratuito, como queráis llamarlo (si te cuesta la ruina, de "libre" tiene bien poco). Y ambos sistemas FUNCIONAN, cosa que no hace el nuestro. Lo único que les diferencia es el planteamiento "a posteriori".

Los americanos dejan que el mercado decida. Con despido libre, la rotación es muy grande, y la oferta de puestos de trabajo, constante, facilitada por que cualquiera monta una empresa en un día. Hasta los sueldos se pagan por semanas en lugar de mensualidades. Y si la cosa no va, pues que le vamos a hacer.

El sistema holandés carga en el estado la responsabilidad de reintegrar a los parados. Los incentiva, e incentiva a las empresas a contratarlos. Tampoco me parece mal. En cierto sentido, aquí también se "incentiva" a las empresas... pero no a contratar, como debería ser, sino a no despedir. Y eso es un TREMENDO error, como se está comprobando.

En cualquier caso, lo que está meridianamente claro, es que sus sistemas funcionan, y el nuestro NO. Así que...

Manu1oo1
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

que el sistema americano funcione es muy discutible.
Que el pais mas rico esté lleno de pobres es indicativo de algo.
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

Mira los índices de paro y de crecimiento de unos y otros, y luego me lo vuelves a decir.

Manu1oo1
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

Mira los indicadores de pobreza, de protección social, el indice Gini...

Los numeros economicos no se pueden mirar friamente, los modelos de relaciones laborales se deben ver como un todo, y todos tienen sus problemas.
El modelo anglosajón provoca desigualdades, cada vez mas extremas.
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

El modelo holandes es infinitamente mejor que el americano, al menos en cuanto a nivel social, que por otro lado es el fin de casi todo sistema (o pasa lo de la pobreza, como decís)
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

el modelo holandés tambien tiene su que, segregación por sexo (muchas mujeres solo pueden trabajar a tiempo parcial) y otras cositas.

Todos los modelos tienen sus contras, y lo mas importante, los modelos son fruto de años de pequeños ajustes y de la herencia cultural, fijaros como se agrupan geograficamente (modelo mediterraneo, modelo escandinavo, modelo centroeuropeo, modelo anglosajón...) no se puede copiar un modelo o cambiar un modelo así como así.

Si tenéis moral, os recomiendo el libro de una eminencia Gøsta Esping-Andersen, Fundamentos sociales de las economías postindustriales. Donde explica, además de los diferentes modelos, por que no se puede valorar solo con datos macroeconómicos la validez de los modelos de relaciones laborales.

comentario del libro
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

Mira los indicadores de pobreza, de protección social, el indice Gini...

¿Pobreza? Dudo mucho que a estas alturas los americanos nos superen en eso. ¿Protección social? Precisamente es el momento quizás de replantearnos esa "protección" que más pronto que tarde nos va a llevar a la ruina. Los costes sociales de cada trabajador son INASUMIBLES a día de hoy por las empresas, y obviamente por el estado. Como casi siempre, en el término medio está la virtud. Nosotros estamos en el "100", y los americanos estaban en el "0". Ninguno de los extremos son buenos, pero mientras que ellos empiezan su andadura hacia el "50", nosotros nos enrocamos en el insostenible. Así nos va (y nos irá) a unos y a otros.

Manu1oo1
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

Nosotros en el 100?

Como diria el Cizañas, ay que me LOL.

los costes sociales son perfectamente asumibles por los trabajadores y las empresas, puesto que no han cambiado desde hace bastante. La crisis actual no viene debido a los costes sociales sino al modelo productivo.

Y si crees que los americanos no nos superan en pobreza...
http://www.elnuevoempresario.com/noticia_12398_aumenta-indice-de-pobreza-en-estados-unidos.php
 
Respuesta: Cajon de Sastre (articulos de interés)

Digo el 100, por decir algo. Si quieres, me pongo el 90, pero no creo que estemos mucho más abajo.

Lo de que los costes sociales "son perfectamente asumibles", lo dirás tú. En época de bonanza, a lo mejor, pero a día de hoy, en absoluto.

Y ese link que me pones es de Septiembre del año pasado, cuando EEUU estaba en pleno agujero. Ahora, ellos están creciendo (y bastante) de nuevo, y nosotros estamos en caída libre. Si me dan a elegir...

Manu1oo1
 
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ENTREVISTA | SERGE LATOUCHE, PROFESOR EN LA UNIVERSIDAD DE PARÍS XI Y UNO DE LOS IMPULSORES DE LA TEORÍA DEL DECRECIMIENTO
“Salir de la sociedad de crecimiento es salir de las dinámicas de desigualdad”

“La necesidad de romper con el crecimiento, la ideología del crecimiento y la sociedad del crecimiento” es la base de la teoría del decrecimiento, de la que Serge Latouche es uno de sus impulsores.

“La necesidad de romper con el crecimiento, la ideología del crecimiento y la sociedad del crecimiento” es la base de la teoría del decrecimiento, de la que Serge Latouche es uno de sus impulsores.
Miércoles 10 de febrero de 2010. Número 118 Número 119
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Foto: David Fernández DIAGONAL: ¿Qué relación hay entre la idea de decrecimiento y la crítica del concepto de desarrollo?
SERGE LATOUCHE: ‘Desarrollo’ y ‘crecimiento’ son dos palabras que suelen utilizarse indistintamente, aunque existan matices. Generalmente, cuando hablamos de ‘desarrollo’ pensamos en los países del Sur, mientras que cuando hablamos de ’crecimiento’ nos referimos más bien a los países del Norte, pero en cualquier caso es siempre la misma lógica de la acumulación, de la utilidad. Después de la caída del muro de Berlín, se pone en marcha lo que llamamos la mundialización, es decir, la mercantilización del mundo: el mercado único con un pensamiento único. Y entonces, en ese momento, el desarrollo, como un proyecto del Norte hacia al Sur, pierde su sentido ya que sólo hay una economía de mercado: es la lógica del mercado la que es la misma en todas partes. Y curiosamente, el desarrollo no desaparece del horizonte: retoma una nueva vida con la adición del adjetivo "sostenible", porque al mismo tiempo el mundo está unificado pero es alcanzado por la crisis ecológica. Y para afrontar la crisis ecológica sin modificar fundamentalmente el funcionamiento del sistema encontramos esta estrategia verbal, esta extraordinaria invención lingüística del “desarrollo sostenible”, un bonito oxímoron. Es para oponerse al “desarrollo sostenible”, que se convertía en la ideología dominante de la globalización, para lo que hemos utilizado este eslogan de “decrecimiento”. Este concepto refleja que lo que está en cuestión es la sociedad del crecimiento, la cual hay que volver a cuestionarse para no caer en la trampa de “otro crecimiento”, como los expertos en desarrollo caían en la trampa de “otro desarrollo”.
D.: Cuando hablamos de decrecimiento suele pensarse que se trata de invertir el problema ecológico sin prestar suficiente atención a las desigualdades sociales. ¿Es así?
S.L.: No, la sociedad de crecimiento es una sociedad de desigualdades. La dinámica del crecimiento es la dinámica de las desigualdades sociales. Siempre ha estado ligado a una dinámica de desigualdades sociales, en parte ocultadas en el Norte durante 30 o 40 años por culpa de la explotación masiva de los recursos naturales de países lejanos, pero ahora podemos ver claramente que, a partir de las primeras crisis de 1974-75, la dinámica de las desigualdades nunca ha sido tan fuerte.
D.: Entonces, ¿este decrecimiento debería producirse de la misma forma en el Sur que en el Norte? ¿Deberíamos decrecer al mismo ritmo en los distintos países del Norte?
S.L.: Claramente no. Detrás del eslogan de decrecimiento y su correspondiente ruptura con la sociedad de crecimiento está la apertura en positivo a proyectos extremadamente diversos que simplemente tienen en común proyectos de sociedad austera, de no ser sociedades de despilfarro, de sobreconsumo, etc. Pero ser una sociedad austera para un país africano quiere decir producir y consumir más, porque no están actualmente en la situación de austeridad, están por debajo de ella. Para nosotros, es evidente que tenemos que producir y consumir menos dependiendo de cada país, incluso entre los países del Norte. Es evidente que el proyecto de una sociedad de decrecimiento es una etiqueta que constituye todavía un proyecto por definir. Es un proyecto esencialmente político. Corresponde a la sociedad, de la forma más democráticamente posible, decidir lo que quiere hacer y lo que quiere producir y consumir, respetando siempre los equilibrios de la naturaleza. En ese sentido existe un enorme terreno para desarrollar.
D.: ¿Qué líneas podrían definir la práctica del decrecimiento? ¿Podría tratarse de un ‘keynesianismo verde’ o de ‘New Deal Verde’?
S.L.: De ninguna forma. Porque el ‘New Deal Verde’ es también típicamente otro oxímoron, es decir, el deseo de no querer salir de la lógica del sistema, de volver a parchear el sistema. Podemos precisar lo que yo llamaría “los fundamentos de la sociedad de decrecimiento” en negativo con respecto a la sociedad de crecimiento. Es lo que he tratado de formalizar a través del círculo virtuoso de las ocho ‘R’: reevaluar, reconceptualizar, reestructurar, redistribuir, relocalizar, reducir, reutilizar, reciclar. Más allá, esto nos da un horizonte suficientemente ancho, pero en el seno de este horizonte, la etapa ulterior depende de cada sociedad. Esto es, de qué programa político concreto nos dotamos para avanzar hacia ese horizonte de una sociedad de anticrecimiento o de no crecimiento y de democracia ecológica.
D.: En un contexto de crisis, la palabra ‘decrecimiento’ puede estar asociada a la pérdida de empleos.
S.L.: Es cierto, pero es al contrario. El decrecimiento, a diferencia del crecimiento negativo o de la crisis, consiste precisamente en salir de esa lógica que condena, de forma obligatoria, a destruir el planeta para crear empleos. A través del decrecimiento, al contrario, crearíamos empleos salvando al planeta; no sólo porque lo reparamos, sino también porque al reducir nuestro consumo, tendremos que producir menos, y teniendo que producir menos, tendremos que trabajar menos. Así, trabajamos menos, pero trabajamos todos. Lo primero que tenemos que repartir es el trabajo, frente al sistema totalmente absurdo en el que hoy vivimos, en el que incluso en Francia hemos suprimido las 35 horas y los trabajadores hacen 40, 50 o incluso 60 horas, mientras que otras personas que querrían trabajar un poco, no pueden hacerlo. Por otra parte, otras propuestas del decrecimiento, como el regreso a una agricultura tradicional y ecológica conllevará la creación de millones de empleos en este sector. La utilización de energías renovables también los creará, al igual que el sector de la reparación y del reciclaje. Algunos incluso piensan que llegaremos a una situación invertida en la que existirán demasiados empleos y faltará mano de obra, porque evidentemente, al no utilizar más el extraordinario potencial energético del petróleo (no hay que olvidar que un bidón de 30 litros de petróleo es el equivalente del trabajo de un obrero durante cinco años), por lo tanto, si ya no nos queda petróleo habrá que trabajar más. Pero tampoco tendremos que trabajar mucho más, porque reduciremos nuestras necesidades, las cuales trataremos de satisfacer sin trabajar demasiado porque también es muy importante no trabajar demasiado. Trabajar demasiado es muy malo.
D.: La idea de decrecimiento parece estar atrayendo la atención de cada vez más gente.
S.L.: Esto es algo que he constatado, es un hecho, aunque hayamos partido de la nada. El motivo es que, como decían Marx y Engels, los hechos son testarudos. Nos enfrentamos a verdaderos problemas y, como decía Lincoln, se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo: en este sentido, por ejemplo, todos los días estamos viendo noticias sobre el cambio climático, la desertificación, etc. Podemos seguir diciendo alegremente que la ciencia resuelve todos los problemas, pero podemos comprobar que la ciencia no ha resuelto nada sobre estas cuestiones. Por lo tanto las personas se están haciendo cada vez más preguntas y buscan alternativas porque están inquietas por ellas mismas, por sus hijos, etc. Y cuando ven todo lo que pasa y oyen lo del decrecimiento se dicen a sí mismos: “En el fondo estas personas tienen razón: es cierto que no podemos crecer indefinidamente en un planeta que es finito, lo que proponen es de sentido común”. Estas son reacciones con las que nos encontramos todos los días.
D.: Carlos Taibo acaba de publicar En defensa del decrecimiento, en el que advierte seriamente acerca del peligro de que pueda surgir una especie de “ecofascismo”. ¿Las opciones se limitan por tanto a decrecimiento o barbarie, tal como titula su libro Paul Ariès?
S.L.: Me temo que así es. Las opciones son: decrecimiento, fin del mundo y barbarie. Y de hecho tampoco tienen porque ser opciones absolutamente exclusivas: la barbarie puede ser la antesala del fin o la amenaza del final puede conllevar la barbarie… Si no logramos construir una sociedad de decrecimiento, de sobriedad voluntaria, basada en una autolimitación, iremos efectivamente hacia la barbarie. Porque la gestión de un medioambiente degradado por parte del capitalismo sólo puede darse mediante una transformación del capitalismo en una forma de autoritarismo extremamente violento, duro, que de hecho ha sido bastante bien explorado por la ciencia-ficción.

(Fuente: [url]http://www.diagonalperiodico.net/Salir-de-la-sociedad-de.html[/URL])
 
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