Respuesta: Cataluña se muere...
Pues a mí me sucede algo curioso. Por lo que he leído, parece que soy el único de los que interviene que ha vivido en diferentes sitios de España y durante bastante tiempo continuado. El mínimo tiempo en un sitio fue de 8 años: Andalucía, Galicia y Cataluña. Y cuando me refiero a vivir, me refiero a todo lo que conlleva, no sólo dormir allí.
Ninguna de esas tres comunidades tiene prácticamente nada en común, pero curiosamente todas tienen entre ellas muchísimo más en común de lo que puedan tener con Alemania o Finlandia.
Pues no eres el único. A mí me ha pasado igual (en mi caso, Andalucía, Comunidad Valenciana, Euskadi y Navarra). Y opino eso mismo. Mi sentimiento (ya que ha salido el tema) es que, claro -supongo que como todos-, tengo una vinculación sentimental con los lugares donde he vivido, donde he pasado buenos ratos y compartido con los amigos y familiares. Pero no me siento unido a un concepto de nación o de provincia o de territorio...Puedo tener mucho más en común con personas originarias de otro sitio que con las de mi ciudad natal. El hecho de haber nacido o vivido en un determinado lugar no me hace compartir los sentimientos y las ideas de
todos sus habitantes como si éstas fuesen una sola y homogénea. Es más, es muy probable que tenga más en común con un alemán cinéfilo o con un belga lector empedernido que con un conciudadano aficionado al fútbol y a la pesca. Y pueden gustarme mucho más otras ciudades que aquella donde nací o vivo.
Quiero decir con ésto que me esfuerzo en comprender la idea nacionalista (catalana o de donde sea), pero no acabo de conseguirlo porque no alcanzo a interiorizar ese sentimiento colectivo que, al parecer, ellos sí sienten como
diferencia sustancial respecto a todos los demás. Yo, en cambio, constato diferencias con determinadas personas, sean de donde sean, y afinidades con otras, procedan de donde procedan. No siento especiales vínculos con un paisano por el hecho de haber nacido cerca o hacer las compras en el mismo mercado o hablar en un idioma común. Dependiendo de carácter, aficiones, personalidad, etc, puedo sentirme mucho más próximo a un sueco liberal y tolerante que a un vecino de toda la vida conservador y tradicionalista. Porque mis relaciones son con personas y cada persona es diferente: no son iguales entre sí por vivir en un sitio o en otro. Pero, en fin, esa es mi manera de sentir, que no tiene por qué ser la de los demás.
Yo, como residente en Cataluña, no me "caso" con nadie, y si a mí alguien me demuestra un proyecto con piés y cabeza donde se vea claro que vamos a vivir con más prosperidad, con un aumento considerable de mi economía familiar, tengo clarísimo que votaré esa opción, pero clarísimo.
Ésta es otra historia (y volvemos con ella a las razones puramente económicas, no sentimentales ni de "unidad de destino en lo universal"). Si se hace un estudio económico, un proyecto bien articulado y estructurado, que pruebe sin lugar a dudas que convirtiendo las autonomías en naciones de pleno derecho salimos todos ganando, voto por ello. Por la misma razón que he expuesto antes: me interesan las personas, las relaciones interpersonales y la vida en general; si, para mejorar las condiciones vitales de las personas es objetivamente mejor ser independientes por regiones, por provincias, por ciudades, o uniéndonos todos a Mónaco, por mí no hay ningún inconveniente. No me siento amenazado o amedrentado o anulada mi identidad (que es personal, no de una región) por una cuestión administrativa. Por eso no me parece mal "diluirme" en Europa o en lo que pueda venir después, si resulta beneficioso para todos.
Y después de meses de canales, radios y políticos insultándote y soltando chorradas que la gente se traga (en su mayor parte) sin contrastar, lo que a mi me extraña es que la gente se sorprenda de que algunos queramos coger una sierra y cortar por la frontera...
Pero chorradas oimos todos y desde hace eones. Desde que llegó la democracia y surgieron espacios de opinión, tertulias, etc, evidentemente se oyen más que antes. ¿Y qué? Siempre hemos soportado tópicos y bromas de dudoso gusto sobre andaluces vagos, vascos presuntuosos, aragoneses cerriles, catalanes roñosos, murcianos "barrigaverdes", tontos de Lepe, etc. ¿Que ahora hay cierta polarización hacia Cataluña en los medios? Es normal cuando se suscita el "somos completamente diferentes" y el "necesitamos perentoriamente una nueva nación": la gente empieza a preguntarse ¿qué les pasa a éstos? ¿qué razones aportan? Y aparecen opiniones a favor y en contra. Unas expresadas con corrección y otras simples exabruptos que no merecen más consideración. El hecho de que exista este hilo es una muestra más de que el debate está en el aire. Unos rechazan la idea sin más análisis, otros tratamos de entender un sentimiento que nos resulta ajeno, otros aplican razones de orden práctico, etc.
Suele ser en este estado de cosas cuando me bajo del barco. Cuando las discusiones pasan a ser feudo de los sentimientos y no del analisis de los hechos objetivos. Más que nada porque no conduce a ninguna parte. Cuando tocamos estos temas acabamos siempre igual , en un punto sin salida, bloqueados y sin que nadie acepte argumentos del contrario, y es agotador.
A mí también me pasa. Se llega a "es que yo lo siento así". Y ahí se acaba cualquier posible argumentación. Y da igual que la visceralidad sea "España no ha de romperse" o "Cataluña ha de ser independiente", si la "razón" de cada postura es "porque yo lo siento así".
Pero es que últimamente eso no es así, a mi lo que me da asco de la política (por eso me prodigo poco en este foro) es que, cada vez más, la política se parece al fútbol (por eso tampoco escribo en los hilos de fútbol). Está llegando un punto donde uno "es del PP" o "es del PSOE" y cualquier cosa que diga su "líder" va a misa y es verdad, y cualquier cosa que diga su "opositor" es mentira y no merece ser escuchada.
Pero a lo que íbamos, el discurso este radical que triunfa ahora se basa en que la gente no se forme opinión, porque en Teruel ya existe un espíritu anti-catalán de antes, así que en general, nadie se informa, sino que símplemetne escuchan y se tragan todo lo que sea contra Catalunya, y cuando uno ve tanta gente opinando cuando en realidad no tienen opinión...
Éste es el verdadero peligro. Que la gente no piense por sí misma, que no elabore su propia opinión, que se afilie incondicionalmente a un partido o a un medio de comunicación y no se moleste en contrastar discursos ni en cuestionarlos o confrontarlos con la realidad. Y ésto se está agravando con la radicalización de los medios de comunicación afines a cada partido. Se echa de menos el análisis y la ponderación: ni todo lo de unos pueden ser errores, ni todo lo de los otros aciertos; cada uno tendrá su parte, pequeña o grande, de razón.
Resultan temibles las adhesiones incondicionales (es decir, fanáticas) a un partido o a una idea que no sea la de la tolerancia y la negociación. Y estoy completamente de acuerdo en que la política (e incluyo los nacionalismos) está derivando a posturas propias de forofos futboleros: "Viva er Betis man que pierda".
A mi el flamear de estandartes, la defensa a ultranza de los "colores", las
características que se llevan "en la masa de la sangre", la
identidad comunal invocada como algo abstracto pero irrenunciable, etc, me provocan cierto repelús. Pero quizá sea un problema exclusivamente personal.