Robo a la turca
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Hay imágenes en un partido de fútbol que son un retrato justo de lo sucedido. En el tiempo de descuento, se ve en televisión al podrido Villar, al imputado Bartomeu y al presidente de la UEFA, el corrupto Platini, con caras de suma preocupación, porque la Juventus, el equipo que había defendido el 'traidor' Platini, estaba a punto de empatar a un Barcelona deplorable, en una actuación inaudita.
El turco Çakir se había olvidado de un clamoroso penalti a Pogba. Para colmo, Messi había sido un puñetero fracaso perpetuo, harto de Evra y exiliado hacia el centro para hacer su propia autocracia. Vaya robo a la turca. Vaya 'Blue ronde á la turk', como escribió el gran Dave Brubeck, siguiendo los ritmos de los músicos callejeros de Estambul.
Hubo un minuto decisivo. En el 77, el cada día más tramposo Alves, porque le fallan las fuerzas, hace un penalti del libro a la estrella de la final, el francés Pogba. El turco, con nombre de "caca" o "kaka", manejado por Villar, como si Collina fuera su segundo Sánchez Arminio, mira para otro lado. Y en la misma jugada, con falta para recuperar el balón, Messi, sin Evra al lado, dispara, cede mal Buffon y Suárez apuntala con un gol anti reglamentario la final. De vergüenza ajena. Un bochorno europeo que vio todo el globo.
Alves y Pogba, en la acción que la Juventus reclamó como penalti. (Foto: Reuters)
Encima cuando la Juve había dado un soberano baño táctico, técnico y físico al Barça de este triplete absolutamente engañoso y tramposo. Con el peor Barça de los últimos años, con un Lucho Enrique, que demostró en esta final ser un puñetero desastre y a quien sólo le salvó Villar y Collina. Pero la vida es así de injusta y estúpida. Y por supuesto, el Barca debe dirigirse al inútil de Ancelotti: "Te debo tres copas". Un Ancelotti que espera en Madrid, en plan Marabú africano, por si falla Benítez.
Ha sido una de la finales más falsas e injustas de los últimos tiempos. Ni mucho menos ganó el mejor, para vergüenza del 'limpio' Barça, que fue un rival inferior, minúsculo, sin juego, a la espera de algún contragolpe, si es que la Juve dejaba un resquicio. Un equipo bronco, sucio y amoral con jugadores hipócritas y provocadores como Alves, Alba, Busquets, Suárez y Neymar. Comediantes del fútbol y vendedores de almas negras. Los mismos que acusaban a la Juve de que les iban a triturar a patadas en esta final.
Una final que ha dado unas claves inequívocas de jugadores estrellas. El prodigioso Pogba, que él sólo volvió loco al Barça en el segundo tiempo, dejando Messi como un 'pigmeo'. Y alguien que tengo muy metido en el corazón: Morata. Un jugador que defendía para que no jugara al anti-ariete Benzema, cuando Ancelotti no le daba ni una a Morata. Se reían de mí, el 'fuego amigo' como los de
Marca. Y en la Cope, sobre todo. ¿Cuánto vale ahora Morata? ¿Cuanto valen los comentarios de 'mis compañeros'?
En fin, ha sido una final a la turca. La Juventus pasó su 'Expreso de medianoche', pero en Berlín.