La cenicienta:
De las películas que más glamour de toda la factoría Disney rezuma y de mis favoritas de todos los tiempos. La historia/cuento nos mete en escena ya desde la narración principal. Nos hace tomar partido en el acto pues aquí los contrastes están extremadamente marcados y como me gusta. Cenicienta (de la cual nunca sabremos su nombre más allá de ese apodo) es la viva imagen de la chica maltratada pero que sueña con un futuro mejor un día lejano. En manos de esa madrastra (uno de mis cinco villanos favoritos), Lady Tremeine, la clavada imagen de Betty Davis hecha dibujo, y sus malcriadas hijas, Anastasia y Grisela, acentuadas con rasgos extremadamente feos para gracia y contraste con el candor y la belleza in extremis de Cenicienta.
Las bisicitudes, malas experiencias y trato humillante de Cenicienta nos hace compadecerla en todo momento pues han dotado a los personajes de un carácter ruin y despreciable (está completamente remarcado para que así nos lo parezca, no haya doblez en la opinión). Lady Tremeine es una auténtica badass pero lo que más me gusta, lo que más me sorprende, es que no es una villana al uso, no, hay gente real así, con ese deseo y ganas de hacer el mal, de pisar y destrozar la vida de un subordinado a la fuerza como es el caso de Cenicienta. Obligada a realizar las tareas de la casa (y si ya están hechas se le vuelve a obligar a hacerlas) lo que más nos empatiza es que Cenicienta canta, vive y carece de maldad. Es todo bueno en ella. Contamos además con los clásicos personajes secundarios animados como son Jack, Gus Gus y el resto de la manada de ratoncillos, dulces y blanditos, con rasgos caricaturescos y sobre todo, que no falte, vestidos todos con camiseta, gorro y zapatos los chicos y cofia y vestido las chicas para dotar de propia personalidad a todos y cada uno de ellos. Pero si encima le añadimos a la historia a Lucifer, de los mejores secundarios de la historia Disney, la cosa sube y sube. Sus maquinaciones, todas pérfidas y ruines (por ej. cuando provoca a Bruno para que lo castiguen, o ensuciar con el polvo todo el suelo recién fregado) son todo un acierto. Pero encima le añadimos las clásicas persecuciones de caza ratones que hacen del metraje algo muy ameno.
Aquí, en este caso, el sector de la realeza, menos el príncipe, que es un mero objeto deseado, el prometedor futuro (de ahí que sólo salga en una escena central y casi sin diálogo) todo es cómico y caricaturesco. La escena es muy parecida en tono y formas que la de La bella durmiente (deseos de casamiento, malos entendidos y soluciones inmediatas). El gran Duque, por cierto, un personaje exquisito. Sus poses, sus frases y sus acciones son dignas de aplauso.
Aquí volvemos a contar, como en Pinocho, con un hada madrina en ciernes. Aunque las dos sean realizadoras de deseos son completamente distintas. Mientras aquella era todo glamour, grácil y eterea, ésta de aquí es todo carácter, campechana y casi podríamos decir, que dentro de lo que cabe, real en sí misma pues es olvidadiza, sentimental y casi accesible por así decirlo. Todo el fragmento de la transformación de los objetos y animales cotidianos en objetos de cuento es una escena llena de magia, de la buena, donde la luminosidad se hace patente y la canción, de nombre complejo, juega perfectamente con los movimientos de las acciones y las transformaciones (donde además, el concepto de la moda y la hindumentaria es plausible).
Otra cosa que más me entusiasma, desde siempre, es que las canciones de la película están perfectamente ensambladas con la historia, son de las canciones que aportan y no entorpecen. Es decir, la acción sigue mientras se canta. Por ejemplo, la canción principal, la de los créditos, "Cenicienta", ya nos pone en situación y cuando la peli empieza ya estamos al cabo del caso. Luego llega la afable "soñar es desear", una canción matutina, demostranzo y reforzando que Cenicienta, aún en su desgracia, es feliz pero no se detiene a cantar, actua mientras tanto. "Canta el ruiseñor" 3/4 de lo mismo. Cenicienta trabaja mientras canta, es una canción, por cierto, preciosa y candorosa, con un juego de luces y animación (donde la creación de las burbujas es preciosa) para luego pasar a la canción más divertida, para mi gusto, y la que más bien nos lo hace pasar: "Un vestido a Cenicienta". Todo es diversión, todo es fantasía hecha animación. La trabajera de los personajes, esa invasión de emociones y acciones bien intencionadas, con un resultado de postín, es una de las escenas (entre otras muchas) que más me hace aplaudir. Y por último "esto es amor", una escena completamente onírica, deliciosa. El juego de luces tenues, casi difuminadas, ensambladas con el baile eterno de los dos futuros casaderos, con esos planos de los rostros entrelazados, es una escena preciosa (la animación es perfecta, muy emotiva).
Pero lo que más me conmueve, lo que más me sorprende de toda la película es, apartando la comicidad de los personajes, la animación en general, es la tensión de muchas escenas. Momentos como cuando Lady Tremeine consigue que sus hijas le destrocen el vestido es muy triste, con imágenes muy rápidas y contrastadas (muy parecidas a la escena del bosque de Blancanieves pues las imágenes se sobreexponen una encima de la otra acrecentando la tensión y el miedo del protagonista) o ese plano que ya vale la película entera como es cuando Lady Tremeine descubre que Cenicienta es la chica anónima del baile es ella su rostro se ensombrece demostrando toda su maldad innata (encerrándola para que no consiga un futuro mejor). Es el momento que más me gusta de toda la peli pues te demuestra que aquí hay cine, de la mejor calidad. Todo el momento que viene a continuación tiene un tempo rápido y tenso a la vez pues es un puro contrareloj pues todo está en manos de los secundarios. Como Lady Tremeine abre los ojos, con esas expresiones acentuadas, remarcadas y con un carácter digno de elogio. El momento final cuando consigue romper el zapato es de arrancarse los pelos pues la maldad ha llegado a su límite pero en Disney supieron acentuar el siguiente plano con todos los elementos. Cuando Cenicienta muestra el otro zapato, la salvación, la felicidad, la situación, todo está bien rematado con la música, la animación, la acción, los rasgos... todo está perfecto.
Es de las pocas películas Disney donde encuentro todo perfecto, nada sobra, nada falta y sobre todo nada la hace empequeñecer. Cenicienta es atemporal, como su cuento.