Atreyub
En busca y captura
Como os indicaba el otro día, he vuelto a ver "Fantasía" y voy a hacer una cosa por primera vez en mi vida como forero y cinéfilo en Nosolohd: recuperar mi crítica que hice en su momento, hace 6 años justos (+ 1 mes) porque en aquella crítica volqué todo lo que vi y lo hice de una forma muy entregada. No significa que fuese mejor o peor que otras tantas críticas que he colgado. Pero al estar hablando de una película episódica hice una crítica de cada segmento, de cada fragmento, pormenorizada, detallada, sesuda (a la Atreyub, como suelo decir) intentando plasmar y exponer todo con lujo de detalles.
Aunque la esencia de la crítica va a ser igual que aquel día de 2009 la he maquillado un poquito más, he ampliado el texto retocando / eliminando algunas frases para mejorar el contexto y la dialéctica, he argumentado más cosas y aportando más detalles que me dejé la anterior vez pero la base y esencia de la crítica será la misma pues me doy cuenta que mi crítica no ha variado nada en absoluto. No es que sea mi mejor crítica (o quizás sí, quien sabe) pero le tengo mucho cariño, al igual que a la película. Y como tal quiero volver a compartirla con vosotros.
No es que relea mis críticas para ver si sigo opinando igual pero sabía que en este caso concreto, al haber sido tan detallado todo, no iba a variar mucho y tal como estaba estructurada me venía perfecta para la ocasión. Lo que se suele decir "desempolvando viejos momentos".
Así que sin más preámbulos ahí va mi crítica 2.0.
(id, James Algar, Samuel Armstrong, Ford Beebe Jr., Norman Ferguson, Jim Handley, T. Hee, Wilfred Jackson, Hamilton Luske, Bill Roberts, Paul Satterfield, Ben Sharpsteen, 1940)
CLASICO Nº 3
Después de sendas piezas de perfecto arte como fueron "Blancanieves y los sietes enanitos" y "Pinocho", Walt Disney seguía queriendo superar la perfección, mostrar que se podía superar el "más difícil todavía". Una cosa queda clara después de contemplar "Fantasía": La consagración de la maestría absoluta, el convertir el arte en algo digno de alabanzas eternas. No hay palabras (ni adjetivos suficientes) para describir tanta belleza, tanta armonía, tanta pulcritud en tan sólo dos horas de metraje. Si hay una película que reúne las condiciones, características y elementos para ser considerada una obra maestra atemporal Fantasía es un claro ejemplo. Una película donde música y animación casan y van de la mano de una manera que pocas veces funcionó tan bien. Con Deems Taylor como narrador, Leopold Stokowski como director de orquesta y la Orquesta de Philadelphia como banda sonora, "Fantasía" está compuesta de 8 piezas musicales. La función comienza con unos pequeños ensayos, a modo de sombras chinescas. Todo está listo para el mayor y mejor espectáculo audiovisual concebido. La razón es simple. No hay nada como lo que estamos a punto de contemplar. Nada que se le asemeje un ápice. El esfuerzo empleado, la técnica desarrollada y la producción es de tal embergadura que no hay nada que pueda equipararse a lo que Walt Disney ofreció con "Fantasía". Taylor indica, en su discurso de introducción, que los tres géneros que expone la película es "la música «narrativa», que es la que cuenta una historia, la «ilustrativa», que evoca una o varias imágenes a través de la música, y la «absoluta», que existe por ella misma".
1) “Tocatta y Fuga en Do Menor” de Johann Sebastian Bach.
Es, por así decirlo, el fragmento más arriesgado, el más impresionante tanto por su forma como por su fondo. Desde las primeras notas la música clásica nos invade y nos posee con esa armonía que sólo este tipo de música sabe reflejar. Luces y sonidos inundan la pantalla para dar paso a una amalgama de colores y formas, casi abstractas, cuyo único cometido es darle forma animada a la música. Por ello sólo veremos haces de luz, puntos luminosos, arcos de violín frágiles y etéreos, luces y sombras, estrellas, auroras boreales, ondas y montañas de sonido, nubes traslúcidas, momentos oscuros explotados por una luz divina al son de los instrumentos, lugares idílicos, abstracción en estado puro. No hay historia, sólo melodía, magnífica melodía, que te golpea los sentidos y toca los sentimientos. Quizás el fragmento menos recordado de la película pero con su sola presencia ya nos promete que lo que vamos a ver a continuación durante todo el metraje será, como mínimo, un magnífico espectáculo digno de estudio, admiración y respeto. Tanto ahora como en años venideros.
2) "El cascanueces" de Tchaikovsky.
Mi fragmento musical favorito (con permiso de El aprendiz de Brujo). Aquí todo es arte y belleza a partes iguales, es el fragmento que contiene la música que simboliza o representa la película. Cada corte animado es perfecto, no hay fisuras, no hay nada que sobre o falte, todo está aquí, todo lo que Disney exige de la perfección toma forma (y cuerpo) en este fragmento. Impresionante cómo han sabido captar la esencia de la pieza musical y dotarla de esa realidad cotidiana que transmite y traspira la flora y fauna de la hermosa naturaleza. Empezamos con el número musical de las ninfas matutinas donde su espectáculo y cometido será dotar de rocío toda la vegetación que se encuentren (la telaraña invadida por las gotas de agua es de tal belleza que pone los pelos de punta). Son ninfas tan volátiles, tan frágiles, tan etéreas que son fantásticas (en todos los sentidos) y cuando vemos su danza encima del agua, con sus siluetas reflejadas, es todo un lujo para la vista. Pero esto no ha hecho más que empezar.
El siguiente número: Las setas chinas orientales. Es un número extremadamente divertido, donde la plasmación de una cultura en un vegetal es magnífico. Cómo se mueven, con ese arte, con esa soltura y como no, con ese elemento discordante, la seta más pequeña, que dota al compás y a la funciónde un humor espléndido, maravilloso a la par que tierno y emotivo. Sencillamente embriaga. Cambiamos de tercio y pasamos a la caída de las flores en el agua convirtiéndose en bailarinas acuáticas. Cómo pueden transmitir con colores y música algo tan maravilloso. Cuando descubrimos a la bailarina central, destacada por ese blanco impoluto, puro, es una danza apoteósica, que sube y sube hasta el infinito para pasar a la oscuridad acuática donde el número musical cambia por completo. Toda esa variedad de peces, tan gráciles, frágiles, tan hermosos, con esa sensualidad transmitida por esa cola en forma de velo, que consigue impactarnos por contener tanta belleza en cada uno de los movimientos (el diseño de algunos peces recuerda al de Cleo, de "Pinocho").
Luego vendrá el baile ruso de las plantas, divertido y muy original. Las ninfas del otoño, tocando las hojas que pasan de verde a marrón, mientras el viento mece las hojas, es pura maravilla. Semillas con falda, gráciles, empujadas por el viento mientras las ninfas aparecen y pasan a la siguiente estación: el invierno. Este último fragmento es perfecto. Los copos de nieve, los bailes y la danza en el hielo, dando forma al patinaje mientras la música se crece y nos conmueve por completo. Mi número musical favorito donde la animación y la BSO es perfecta sin duda alguna.
3) "El aprendiz de brujo" de Paul Dukas.
El fragmento es un corto de Mickey Mouse pues hay una cabecera, un nudo y un desenlace (sin ir más lejos la base de la película era esta mini película). Todo comienza con la presencia de Yen Sid (anagrama de Disney al revés), el brujo, quien muestra sus artes mágicas. La música es muy melódica, casi mínima, muy suave, al igual que la iluminación, muy tenue, casi entre neblina, hasta el momento que Mickey, calzándose el sombrero del mago, decide atajar su trabajo dándole vida a la inerte escoba. Este momento, al son de una BSO que crece poco a poco hasta tal punto que llega a agobiar, es muestra de lo que se puede llegar a conseguir con las artes magistrales de la animación. Cómo dotan de tanta vida a un ser tan inanimado como es ese utensilio de limpieza. Es interesante como dotan a la escoba de un movimiento autómata, decidido, impasible, un personaje mecánico carente de estímulos. Pero como esto se trata de magia en estado puro el siguiente episodio es desdoblar al propio Mickey para adentrarlo en el mundo de los sueños. Éste alcanza el lugar más encumbrado para jugar con las constelaciones, las estrellas, con una animación casi difuminada, etérea pero también con los elementos naturales demostrando que Mickey, cómo tal, seguía siendo el amo y señor de los dibujos animados. El agua es un elemento importante, imprescindible (tan transparente, tan tangible).
Pero todo queda interrumpido por la realidad, una especie de renacer a través del propio agua. Todo está preparado para el último tercio dentro del corto y el que se adentra en el campo del terror en uno de los momentos más tensos y terroríficos de la factoría del ratón: el asesinato de la escoba a manos de un hacha. El color se va como si esa matanza apagase cualquier atisbo de tonalidad, en un estado monocromático (y no vemos la escena en directo, sólo en modo subjetivo y a través de una sombra, elemento imprescindible en el mundo Disney). Pero la magia sigue y el corto toma otro rumbo. Es bestial, sencillamente brutal. No hay límite, no hay fin. La escoba resucita en forma de ejército imparable. Ese automatismo de las escobas, creadas con un propósito, que no se detienen ante nada ni nadie alcanza el cénit de su propósito inundándolo todo y convirtiendo el escenario en un auténtico calvario agobiante, perdiendo un poco la perspectiva y distribución de las estancias. No hay palabras para describir toda la magia que contiene este fragmento. Porque volvemos a hacer hincapié en que la música es un elemento más, es el hilo conductor, el narrador. Así lo demuestra cuando el mago aparece para volver a dominar la escena y tenerlo todo bajo control (su cara de enfado ante tal osadía por parte de Mickey es perfecta, tanto en fisonomía como en iluminación). Ese escobazo en el trasero demuestra tanta humanidad y sencillez que abruma. El detalle siguiente de Mickey y el director de orquesta felicitándose mutuamente no tiene precio.
4) "La consagración de la primavera" de Igor Stravinsky.
La evolución de las especies, ni más ni menos. Aquí vemos constelaciones en un espacio sideral al compás de una música muy enérgica pero mínima al mismo tiempo. Una vez se centra da paso a los volcanes en plena erupción (con mucho color rojo intenso, dotando a la escena de una sensación impactante de calor real donde la lava es un elemento más el cual transmite fuerza y vida). De la paleta roja pasamos a colores oscuros y de ahí a los seres unicelulares transformándose en peces, de aquí a reptiles y luego en los grandes dinosaurios. Lo que más impacta es el realismo de los escenarios naturales. Son creíbles, casi tangibles. Con parsimonia y enfocando el objetivo en la naturaleza primigenia de la vida salvaje los dibujantes y animadores plasman a los dinosaurios en su máximo esplendor los cuales están perfectamente dibujados (diría que Don Bluth se basó en estos para dibujar su Valle Encantado) aunque es cierto que quizás son los diseños que más se resienten pues su tosquedad no es tan perefecta como podría parecer. La iluminación y la paleta de colores es apagada, casi oscura. De pronto, en medio de la borágine la presencia del Rex es algo que marca e impacta. La dureza con la que arremete contra el dinosaurio herbívoro es magistral (intuimos su muerte a través de la cola, la cual va descendiendo de forma paulatina para acabar muerta del todo). El fragmento toma otro rumbo completamente distinto y la paleta de colores es casi uniforme, carente de vida, todo terroso, con el barro pringoso como si de una especie de trampa mortal se tratase. La sequía, la extinción de la especie y el cataclismo es realmente desolador. Es un fragmento extremo en el sentido que no deja indiferente. En mi caso diré que es de los que menos me fascina a pesar de ver toda la artesanía y maestría que desprende cada trazo, cada animal y cada escenario.
5) "Sexta sinfonía" (La Pastoral) de Bethoveen.
Otro de los números musicales más famosos de la película. Trata sobre la mitología griega. Faunos, unicornios y Pegasos pueblan este Olimpo. Colores pastel muy suaves con un a enorme amalgama de tonos dotan a la historia de una sensación de estancia idílica, casi de cuento, siendo la fantasía y el onirismo lo que guíe el entramado. La animación de los personajes es del estilo cartoon, sobre todo en los faunos, los unicornios y los pegasos pequeños mientras que en los adultos la belleza es sublime, muy estética, estilizada. Los animadores recurrirían al diseño de personajes muy semejante al empleado en los cortos clásicos. Cambiamos de tercio y pasamos a la sección de las centauras, extremadamente bellas, muy sensuales y hermosas, con una bella y femenina fisonomía (sin importar dibujarlas completamente desnudas de medio cuerpo para arriba) que serán conquistadas por los centauros, los cuales están dibujados con una masculinidad robusta y fuerte. La escena es muy atractiva, grácil y candorosa pues es muy onírica y romántica a partes iguales.
El humor vendrá de manos de Dioniso, el dios del vino, montado sobre un unicornio negro (aunque los rasgos serán idénticos a los burros de Pinocho). Tanto Dioniso como el burro son muy cómicos, acentuando el humor en la escena debido a su borrachera y su vis entregada al desenfreno patético. Toda la felicidad y jolgorio de la escena, la cual está cargada de una iluminación viva y brillante, será interrumpida por Zeus, quien aparece entre las nubes y apagando el color de la escena para pasar a una oscuridad muy fuerte. Tormenta, viento y lluvia harán acto de presencia y la unión de música y movimiento es perfecta (con un plano muy parecido a El viejo Molino: niños ocultos en uno de los panteones e iluminados por la luz del rayo mientras un copioso aguacero irrumpe en el exterior). El arco iris (con forma de mujer) dará paso a Artemis, transformando la luna en su arco e inundando todo de una noche estrellada. Una pieza musical muy emotiva y viva que a pesar de no ser tampoco de mis favoritas, quizás por no ser tan homogenea en su conjunto, es un claro ejemplo de que la fisicidad, el movimiento y la variedad de diseños formaban un tandem perfecto en manos de los maestros dibujantes.
6) "Danza de las horas" (de la obra La Gioconda) de Amilcare Pochielli.
Aquí se representa las cuatro partes del día con un animal concreto. Avestruces para la mañana, hipopótamos para el mediodía, elefantes para la tarde y cocodrilos para la noche. En cada animal siempre habrá uno que destaque por encima de los demás (avestruces: zapatillas rosas, hipopótamos: zapatillas doradas, elefantes: burbuja con pez y cocodrilos: sombrero con pluma). La algaravía de los animales frente a la gracilidad del balet es lo que destaca por encima de todo. Otro de los elementos clave es la iluminación. Así como el día aparece con los avestruces el mediodía es más vivo con los hipopótamos mientras que el atardecer es más aletargado con los elefantes dejando poco a poco paso a la noche más viva con los cocodrilos. Lo que más me sorprende de este número es la humanización con la que dotan a todos los animales, con unos movimientos específicos, muy claros respecto al bello arte del balet.
Aparte de la inteligente, divertida y arriesgada idea de dotar de gracilidad, fragilidad, soltura y movimientos rítmicos, casi etéreos a animales de gran envergadura como son un hipopótamo y un elefante. Increíble también como el compás y el ritmo entre la animación y la melodía es perfecto, maravilloso siendo excelente la sincroniación rítmica de los giros y movimientos. Aparte de dotar a las escenas de un humor muy refinado y a la vez muy cartoon como por ejemplo el mítico momento de la hipopótama saltando sobre un cocodrilo o el descacharrante movimiento de piernas de las avestruces. El final, cuando todas las especies comparten número en el mismo escenario, con tantos atropellos y equívocos es muy interesante de ver por la sencilla razón de que el contraste de la perfección del balet, el cual exige técnica absoluta, con la fastuosa e imposible elegancia de los animales es ante todo surrealista a la par que descacharrante.
7) "Una noche en el monte Calvo" de Modest Mussorgsky
8) "Ave María" de Schuvert.
El último fragmento, dividido en dos partes, es el más terrorífico, serio, tenebroso y no apto para los más infantes. La paleta de color es realmente tétrica, oscura, casi sin luz y con una iluminación muy pálida. Los efectos visuales y la animación están muy conseguidos aún no contando con diseños muy elavorados para los personajes secundarios (no así con el personaje central: Chernabog, fascinante en cuanto a diseño, terrorífio y pesadillesco a partes iguales). Es una pieza musical muy triste y es difícil cogerle simpatía más allá de su atractivo funesto. Un momento que transmite una sensación malsana pero hipnótica desde cualquier punto de vista. Trata sobre la noche de Walpurgis, más conocido como Halloween. Desenfreno absoluto y macabras peripecias envueltas en una banda sonora desatada donde el mal domina el escenario hasta el momento en el que las campanas resuenan mientras dejan paso a la iluminación a modo de advertencia y condenación. Todas las almas atormentadas van desapareciendo del escenario al igual que el protagonista, quien queda despojado de su poder para volverse a transformar en el pico de la montaña. El amanecer hace acto de presencia devolviendo a la escena la luz y la esperanza que requiere el lugar. El tema musical empleado conmueve, penetra en nuestro sentimiento donde la apacibilidad ocupa toda la pantalla en una piadosa procesión camina entre un bosque con diseño religioso, el cual según la perspectiva se asemeja a una catedral y la animación, extremadamente frágil, irrompible en su armonia absoluta (digna del mejor cuadro) va dando paso a un nuevo día envuelto en un sol radiante siendo un digno broche de oro para una película que conmueve desde cualquier punto de vista.
Fantasía no tuvo el éxito que merecía tanto público como crítica se encontró en dos bandos. Por un lado estaban los que la aplaudían como una joya absoluta mientras otros la encontraban un tanto excesiva y sin verle la perfección que realmente contenía. El tiempo y el buen criterio la han puesto en su sitio. Situada entre las más grandes obras del cine de animación, del cine en general y de las más hermosas odas a la música clásica, universal con el arte como forma y fondo, un conjunto absoluto que aún contando con alguna imperfección fílmica no queda afectada ni dañada. Eterna como es el tiempo. Cuantos más años pasan (75 y subiendo) más grande se hace. Digna de estudio, merece todos los aplausos del mundo, el respeto de las masas y las alabanzas de los más exigentes críticos. Porque Fantasía es eterna, como la música y la animación lo son.
TRAILER:
Aunque la esencia de la crítica va a ser igual que aquel día de 2009 la he maquillado un poquito más, he ampliado el texto retocando / eliminando algunas frases para mejorar el contexto y la dialéctica, he argumentado más cosas y aportando más detalles que me dejé la anterior vez pero la base y esencia de la crítica será la misma pues me doy cuenta que mi crítica no ha variado nada en absoluto. No es que sea mi mejor crítica (o quizás sí, quien sabe) pero le tengo mucho cariño, al igual que a la película. Y como tal quiero volver a compartirla con vosotros.
No es que relea mis críticas para ver si sigo opinando igual pero sabía que en este caso concreto, al haber sido tan detallado todo, no iba a variar mucho y tal como estaba estructurada me venía perfecta para la ocasión. Lo que se suele decir "desempolvando viejos momentos".
Así que sin más preámbulos ahí va mi crítica 2.0.
(id, James Algar, Samuel Armstrong, Ford Beebe Jr., Norman Ferguson, Jim Handley, T. Hee, Wilfred Jackson, Hamilton Luske, Bill Roberts, Paul Satterfield, Ben Sharpsteen, 1940)
CLASICO Nº 3
Después de sendas piezas de perfecto arte como fueron "Blancanieves y los sietes enanitos" y "Pinocho", Walt Disney seguía queriendo superar la perfección, mostrar que se podía superar el "más difícil todavía". Una cosa queda clara después de contemplar "Fantasía": La consagración de la maestría absoluta, el convertir el arte en algo digno de alabanzas eternas. No hay palabras (ni adjetivos suficientes) para describir tanta belleza, tanta armonía, tanta pulcritud en tan sólo dos horas de metraje. Si hay una película que reúne las condiciones, características y elementos para ser considerada una obra maestra atemporal Fantasía es un claro ejemplo. Una película donde música y animación casan y van de la mano de una manera que pocas veces funcionó tan bien. Con Deems Taylor como narrador, Leopold Stokowski como director de orquesta y la Orquesta de Philadelphia como banda sonora, "Fantasía" está compuesta de 8 piezas musicales. La función comienza con unos pequeños ensayos, a modo de sombras chinescas. Todo está listo para el mayor y mejor espectáculo audiovisual concebido. La razón es simple. No hay nada como lo que estamos a punto de contemplar. Nada que se le asemeje un ápice. El esfuerzo empleado, la técnica desarrollada y la producción es de tal embergadura que no hay nada que pueda equipararse a lo que Walt Disney ofreció con "Fantasía". Taylor indica, en su discurso de introducción, que los tres géneros que expone la película es "la música «narrativa», que es la que cuenta una historia, la «ilustrativa», que evoca una o varias imágenes a través de la música, y la «absoluta», que existe por ella misma".
1) “Tocatta y Fuga en Do Menor” de Johann Sebastian Bach.
Es, por así decirlo, el fragmento más arriesgado, el más impresionante tanto por su forma como por su fondo. Desde las primeras notas la música clásica nos invade y nos posee con esa armonía que sólo este tipo de música sabe reflejar. Luces y sonidos inundan la pantalla para dar paso a una amalgama de colores y formas, casi abstractas, cuyo único cometido es darle forma animada a la música. Por ello sólo veremos haces de luz, puntos luminosos, arcos de violín frágiles y etéreos, luces y sombras, estrellas, auroras boreales, ondas y montañas de sonido, nubes traslúcidas, momentos oscuros explotados por una luz divina al son de los instrumentos, lugares idílicos, abstracción en estado puro. No hay historia, sólo melodía, magnífica melodía, que te golpea los sentidos y toca los sentimientos. Quizás el fragmento menos recordado de la película pero con su sola presencia ya nos promete que lo que vamos a ver a continuación durante todo el metraje será, como mínimo, un magnífico espectáculo digno de estudio, admiración y respeto. Tanto ahora como en años venideros.
2) "El cascanueces" de Tchaikovsky.
Mi fragmento musical favorito (con permiso de El aprendiz de Brujo). Aquí todo es arte y belleza a partes iguales, es el fragmento que contiene la música que simboliza o representa la película. Cada corte animado es perfecto, no hay fisuras, no hay nada que sobre o falte, todo está aquí, todo lo que Disney exige de la perfección toma forma (y cuerpo) en este fragmento. Impresionante cómo han sabido captar la esencia de la pieza musical y dotarla de esa realidad cotidiana que transmite y traspira la flora y fauna de la hermosa naturaleza. Empezamos con el número musical de las ninfas matutinas donde su espectáculo y cometido será dotar de rocío toda la vegetación que se encuentren (la telaraña invadida por las gotas de agua es de tal belleza que pone los pelos de punta). Son ninfas tan volátiles, tan frágiles, tan etéreas que son fantásticas (en todos los sentidos) y cuando vemos su danza encima del agua, con sus siluetas reflejadas, es todo un lujo para la vista. Pero esto no ha hecho más que empezar.
El siguiente número: Las setas chinas orientales. Es un número extremadamente divertido, donde la plasmación de una cultura en un vegetal es magnífico. Cómo se mueven, con ese arte, con esa soltura y como no, con ese elemento discordante, la seta más pequeña, que dota al compás y a la funciónde un humor espléndido, maravilloso a la par que tierno y emotivo. Sencillamente embriaga. Cambiamos de tercio y pasamos a la caída de las flores en el agua convirtiéndose en bailarinas acuáticas. Cómo pueden transmitir con colores y música algo tan maravilloso. Cuando descubrimos a la bailarina central, destacada por ese blanco impoluto, puro, es una danza apoteósica, que sube y sube hasta el infinito para pasar a la oscuridad acuática donde el número musical cambia por completo. Toda esa variedad de peces, tan gráciles, frágiles, tan hermosos, con esa sensualidad transmitida por esa cola en forma de velo, que consigue impactarnos por contener tanta belleza en cada uno de los movimientos (el diseño de algunos peces recuerda al de Cleo, de "Pinocho").
Luego vendrá el baile ruso de las plantas, divertido y muy original. Las ninfas del otoño, tocando las hojas que pasan de verde a marrón, mientras el viento mece las hojas, es pura maravilla. Semillas con falda, gráciles, empujadas por el viento mientras las ninfas aparecen y pasan a la siguiente estación: el invierno. Este último fragmento es perfecto. Los copos de nieve, los bailes y la danza en el hielo, dando forma al patinaje mientras la música se crece y nos conmueve por completo. Mi número musical favorito donde la animación y la BSO es perfecta sin duda alguna.
3) "El aprendiz de brujo" de Paul Dukas.
El fragmento es un corto de Mickey Mouse pues hay una cabecera, un nudo y un desenlace (sin ir más lejos la base de la película era esta mini película). Todo comienza con la presencia de Yen Sid (anagrama de Disney al revés), el brujo, quien muestra sus artes mágicas. La música es muy melódica, casi mínima, muy suave, al igual que la iluminación, muy tenue, casi entre neblina, hasta el momento que Mickey, calzándose el sombrero del mago, decide atajar su trabajo dándole vida a la inerte escoba. Este momento, al son de una BSO que crece poco a poco hasta tal punto que llega a agobiar, es muestra de lo que se puede llegar a conseguir con las artes magistrales de la animación. Cómo dotan de tanta vida a un ser tan inanimado como es ese utensilio de limpieza. Es interesante como dotan a la escoba de un movimiento autómata, decidido, impasible, un personaje mecánico carente de estímulos. Pero como esto se trata de magia en estado puro el siguiente episodio es desdoblar al propio Mickey para adentrarlo en el mundo de los sueños. Éste alcanza el lugar más encumbrado para jugar con las constelaciones, las estrellas, con una animación casi difuminada, etérea pero también con los elementos naturales demostrando que Mickey, cómo tal, seguía siendo el amo y señor de los dibujos animados. El agua es un elemento importante, imprescindible (tan transparente, tan tangible).
Pero todo queda interrumpido por la realidad, una especie de renacer a través del propio agua. Todo está preparado para el último tercio dentro del corto y el que se adentra en el campo del terror en uno de los momentos más tensos y terroríficos de la factoría del ratón: el asesinato de la escoba a manos de un hacha. El color se va como si esa matanza apagase cualquier atisbo de tonalidad, en un estado monocromático (y no vemos la escena en directo, sólo en modo subjetivo y a través de una sombra, elemento imprescindible en el mundo Disney). Pero la magia sigue y el corto toma otro rumbo. Es bestial, sencillamente brutal. No hay límite, no hay fin. La escoba resucita en forma de ejército imparable. Ese automatismo de las escobas, creadas con un propósito, que no se detienen ante nada ni nadie alcanza el cénit de su propósito inundándolo todo y convirtiendo el escenario en un auténtico calvario agobiante, perdiendo un poco la perspectiva y distribución de las estancias. No hay palabras para describir toda la magia que contiene este fragmento. Porque volvemos a hacer hincapié en que la música es un elemento más, es el hilo conductor, el narrador. Así lo demuestra cuando el mago aparece para volver a dominar la escena y tenerlo todo bajo control (su cara de enfado ante tal osadía por parte de Mickey es perfecta, tanto en fisonomía como en iluminación). Ese escobazo en el trasero demuestra tanta humanidad y sencillez que abruma. El detalle siguiente de Mickey y el director de orquesta felicitándose mutuamente no tiene precio.
4) "La consagración de la primavera" de Igor Stravinsky.
La evolución de las especies, ni más ni menos. Aquí vemos constelaciones en un espacio sideral al compás de una música muy enérgica pero mínima al mismo tiempo. Una vez se centra da paso a los volcanes en plena erupción (con mucho color rojo intenso, dotando a la escena de una sensación impactante de calor real donde la lava es un elemento más el cual transmite fuerza y vida). De la paleta roja pasamos a colores oscuros y de ahí a los seres unicelulares transformándose en peces, de aquí a reptiles y luego en los grandes dinosaurios. Lo que más impacta es el realismo de los escenarios naturales. Son creíbles, casi tangibles. Con parsimonia y enfocando el objetivo en la naturaleza primigenia de la vida salvaje los dibujantes y animadores plasman a los dinosaurios en su máximo esplendor los cuales están perfectamente dibujados (diría que Don Bluth se basó en estos para dibujar su Valle Encantado) aunque es cierto que quizás son los diseños que más se resienten pues su tosquedad no es tan perefecta como podría parecer. La iluminación y la paleta de colores es apagada, casi oscura. De pronto, en medio de la borágine la presencia del Rex es algo que marca e impacta. La dureza con la que arremete contra el dinosaurio herbívoro es magistral (intuimos su muerte a través de la cola, la cual va descendiendo de forma paulatina para acabar muerta del todo). El fragmento toma otro rumbo completamente distinto y la paleta de colores es casi uniforme, carente de vida, todo terroso, con el barro pringoso como si de una especie de trampa mortal se tratase. La sequía, la extinción de la especie y el cataclismo es realmente desolador. Es un fragmento extremo en el sentido que no deja indiferente. En mi caso diré que es de los que menos me fascina a pesar de ver toda la artesanía y maestría que desprende cada trazo, cada animal y cada escenario.
5) "Sexta sinfonía" (La Pastoral) de Bethoveen.
Otro de los números musicales más famosos de la película. Trata sobre la mitología griega. Faunos, unicornios y Pegasos pueblan este Olimpo. Colores pastel muy suaves con un a enorme amalgama de tonos dotan a la historia de una sensación de estancia idílica, casi de cuento, siendo la fantasía y el onirismo lo que guíe el entramado. La animación de los personajes es del estilo cartoon, sobre todo en los faunos, los unicornios y los pegasos pequeños mientras que en los adultos la belleza es sublime, muy estética, estilizada. Los animadores recurrirían al diseño de personajes muy semejante al empleado en los cortos clásicos. Cambiamos de tercio y pasamos a la sección de las centauras, extremadamente bellas, muy sensuales y hermosas, con una bella y femenina fisonomía (sin importar dibujarlas completamente desnudas de medio cuerpo para arriba) que serán conquistadas por los centauros, los cuales están dibujados con una masculinidad robusta y fuerte. La escena es muy atractiva, grácil y candorosa pues es muy onírica y romántica a partes iguales.
El humor vendrá de manos de Dioniso, el dios del vino, montado sobre un unicornio negro (aunque los rasgos serán idénticos a los burros de Pinocho). Tanto Dioniso como el burro son muy cómicos, acentuando el humor en la escena debido a su borrachera y su vis entregada al desenfreno patético. Toda la felicidad y jolgorio de la escena, la cual está cargada de una iluminación viva y brillante, será interrumpida por Zeus, quien aparece entre las nubes y apagando el color de la escena para pasar a una oscuridad muy fuerte. Tormenta, viento y lluvia harán acto de presencia y la unión de música y movimiento es perfecta (con un plano muy parecido a El viejo Molino: niños ocultos en uno de los panteones e iluminados por la luz del rayo mientras un copioso aguacero irrumpe en el exterior). El arco iris (con forma de mujer) dará paso a Artemis, transformando la luna en su arco e inundando todo de una noche estrellada. Una pieza musical muy emotiva y viva que a pesar de no ser tampoco de mis favoritas, quizás por no ser tan homogenea en su conjunto, es un claro ejemplo de que la fisicidad, el movimiento y la variedad de diseños formaban un tandem perfecto en manos de los maestros dibujantes.
6) "Danza de las horas" (de la obra La Gioconda) de Amilcare Pochielli.
Aquí se representa las cuatro partes del día con un animal concreto. Avestruces para la mañana, hipopótamos para el mediodía, elefantes para la tarde y cocodrilos para la noche. En cada animal siempre habrá uno que destaque por encima de los demás (avestruces: zapatillas rosas, hipopótamos: zapatillas doradas, elefantes: burbuja con pez y cocodrilos: sombrero con pluma). La algaravía de los animales frente a la gracilidad del balet es lo que destaca por encima de todo. Otro de los elementos clave es la iluminación. Así como el día aparece con los avestruces el mediodía es más vivo con los hipopótamos mientras que el atardecer es más aletargado con los elefantes dejando poco a poco paso a la noche más viva con los cocodrilos. Lo que más me sorprende de este número es la humanización con la que dotan a todos los animales, con unos movimientos específicos, muy claros respecto al bello arte del balet.
Aparte de la inteligente, divertida y arriesgada idea de dotar de gracilidad, fragilidad, soltura y movimientos rítmicos, casi etéreos a animales de gran envergadura como son un hipopótamo y un elefante. Increíble también como el compás y el ritmo entre la animación y la melodía es perfecto, maravilloso siendo excelente la sincroniación rítmica de los giros y movimientos. Aparte de dotar a las escenas de un humor muy refinado y a la vez muy cartoon como por ejemplo el mítico momento de la hipopótama saltando sobre un cocodrilo o el descacharrante movimiento de piernas de las avestruces. El final, cuando todas las especies comparten número en el mismo escenario, con tantos atropellos y equívocos es muy interesante de ver por la sencilla razón de que el contraste de la perfección del balet, el cual exige técnica absoluta, con la fastuosa e imposible elegancia de los animales es ante todo surrealista a la par que descacharrante.
7) "Una noche en el monte Calvo" de Modest Mussorgsky
8) "Ave María" de Schuvert.
El último fragmento, dividido en dos partes, es el más terrorífico, serio, tenebroso y no apto para los más infantes. La paleta de color es realmente tétrica, oscura, casi sin luz y con una iluminación muy pálida. Los efectos visuales y la animación están muy conseguidos aún no contando con diseños muy elavorados para los personajes secundarios (no así con el personaje central: Chernabog, fascinante en cuanto a diseño, terrorífio y pesadillesco a partes iguales). Es una pieza musical muy triste y es difícil cogerle simpatía más allá de su atractivo funesto. Un momento que transmite una sensación malsana pero hipnótica desde cualquier punto de vista. Trata sobre la noche de Walpurgis, más conocido como Halloween. Desenfreno absoluto y macabras peripecias envueltas en una banda sonora desatada donde el mal domina el escenario hasta el momento en el que las campanas resuenan mientras dejan paso a la iluminación a modo de advertencia y condenación. Todas las almas atormentadas van desapareciendo del escenario al igual que el protagonista, quien queda despojado de su poder para volverse a transformar en el pico de la montaña. El amanecer hace acto de presencia devolviendo a la escena la luz y la esperanza que requiere el lugar. El tema musical empleado conmueve, penetra en nuestro sentimiento donde la apacibilidad ocupa toda la pantalla en una piadosa procesión camina entre un bosque con diseño religioso, el cual según la perspectiva se asemeja a una catedral y la animación, extremadamente frágil, irrompible en su armonia absoluta (digna del mejor cuadro) va dando paso a un nuevo día envuelto en un sol radiante siendo un digno broche de oro para una película que conmueve desde cualquier punto de vista.
Fantasía no tuvo el éxito que merecía tanto público como crítica se encontró en dos bandos. Por un lado estaban los que la aplaudían como una joya absoluta mientras otros la encontraban un tanto excesiva y sin verle la perfección que realmente contenía. El tiempo y el buen criterio la han puesto en su sitio. Situada entre las más grandes obras del cine de animación, del cine en general y de las más hermosas odas a la música clásica, universal con el arte como forma y fondo, un conjunto absoluto que aún contando con alguna imperfección fílmica no queda afectada ni dañada. Eterna como es el tiempo. Cuantos más años pasan (75 y subiendo) más grande se hace. Digna de estudio, merece todos los aplausos del mundo, el respeto de las masas y las alabanzas de los más exigentes críticos. Porque Fantasía es eterna, como la música y la animación lo son.
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