Respuesta: Daniel Day Lewis es el LINCOLN de Spielberg
Uf, uf, creo que deberíamos repasar los conceptos de sobriedad y sequedad. Esto es Spielberg 100%, para lo bueno y para lo malo, y lo malo en una película seria suele ser de taparse la cara en bastantes momentos, casi siempre todos hacia el final del relato.
La película, como me suele pasar con el jew, me fascina en su arranque, multitud de personajes bien presentados, adoro toda la parte de maniobras políticas con todo tipo de sectores para tirar adelante la enmienda, la interconexión con la guerra, tanto la parte militar con el comisionado como el gabinete que lo controla desde Washington, aportes humorísticos muy reconfortantes como todo lo relativo al grupo de sobornadores, las discusiones en la cámara y las reuniones de despachos con Strathairn, Halbrook, memorable la del sótano con Tommy Lee Jones o Bruce McGill.
Pura narrativa clásica jew aplicada a un guión jugosísimo y, sobre todo, rico en detalles. Spielberg haciendo lo que mejor sabe hacer: narrar. En cualquier caso, y gustándome mucho toda esta parte, no es nada ni especialmente sobrio, ni sobre todo seco, desde luego no se pone empalagoso, pero es el mismo tono del magnífico arranque de Schindler o la parte de Ryan post-Normandía.
Day Lewis, as usual, brillante, dando forma a un personaje muy bien perfilado en sus amables maquinaciones, en sus historietas, siempre cuando entronca con conversaciones y temas políticos y de despachos. Hay corruptela, hay mecanismo de engaño y todo eso es muy agradecido en su intento desmitificador. Muy bien también la elipsis de toda la guerra, con un antes y un después.
Pero, ay, como pincha cual globo la peli cuando se empieza a centrar en su familia, con una desastrosa Sally Field como protagonista de un melodrama lamentable, atención a cuando le suelta todo el rollo a Tommy Lee Jones porque parece la primera clase de una estudiante de teatro que se ha aprendido un texto. La cosa se extiende con el hijo "voy a la guerra" "no vayas" "no voy por los demás, voy por mí" "no irás" "lo haces por mamá"
y sigue con el capítulo "las guerras son muy malas" con esa efectistísima secuencia de las extremidades cercenadas.
Y aquí la película rompe el maravilloso tono de casi toda su primera parte y ya nos dirigimos al terreno más pantanoso de Spielberg, musicando una escena que sobre el papel era buenísima, la de Tommy Lee Jones traicionándose a sí mismo en la cámara, un subrayado musical "for dummies", miraditas entre Sally Field y Tommy Lee, planos de negritos orgullosos, hipérboles maniqueístas de malos malosos en los demócratas, analogías chunguísimas entre Lincoln y Dios, Stuhlbarg pasándose 7 pueblos y haciendo el ridículo en la votación, gente tibia hasta ese momento llorando de alegría tras la votación, el pastelazo final de Tommy Lee y, para culminar, la velita croma de los cojones.
La comparación con Munich no resiste ni un asalto. Y lo que he leído de Kubrick, nada de nada, ni de Zodiac.
Carne de Óscar.