David Cronenberg: El Post

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Hostia, no tenía ni idea.

¡Habría sido impresionante llevada a su terreno!

Pues para llevar su nombre en el título de esa manera, imagino que debería ser MUY posterior a Scanners...
 
Cronenberg es uno de los muchos directores que tengo pendientes de ver. Tan solo había visto "La mosca" y algunos de sus títulos más recientes: Una historia de violencia, Promesas del este y Cosmopolis, pero sabía que me perdía al autor en si.

Recientemente he visto La zona muerta y Videodrome. La primera me ha parecido un thriller muy bueno, diferente a sus títulos más recientes, y también diferente al director de La mosca.

Es Videodrome la que ha me ha dejado conmocionado.

Estrenada en 1983, es alarmante lo clarividente de la historia que nos cuenta en la película. Algunos comentáis que de haberla hecho ahora habrían cambiado detalles como sustituir el video con otra cosa, youtube seguramente, pero no considero que sea importante.

El mensaje de la película sigue siendo muy vigente, puede que ahora todavía más que cuando se estrenó, y es que las ideas que tiene son cojonudas: la televisión como fuerza de alteración de la realidad, como nos insensibiliza ante el sexo y la violencia (el cine y los videojuegos también han participado en ello), o la moralidad cuestionable de algunos programas de televisión, cuya calidad final parece inexistente a favor del morbo más decadente. Además de ser fuente de generación de ideas turbias que de otro modo quizás no habríamos imaginado.

Todo ello visto a través de los ojos de Max Renn, interpretado perfectamente por James Woods, en uno de los mejores trabajos que he podido ver. El personaje es contradictorio. Por una parte no tiene reparos para ofrecer a los espectadores un contenido televisivo controvertido, sin ningún tipo de valor, porque cree que, en el peor de los casos, servirá de vehículo para que exorcicen sus demonios internos. Pero por otra, se trata de un personaje de rasgos inocentes, como si todavía no hubiera salido del todo del huevo. Ello supone su caída personal hacia la podredumbre, y empuja a la perdición a sus seres más cercanos.

Punto a parte a unos efectos especiales de Rick Baker que no han envejecido ni un ápice, utilizados para potenciar esa idea que en la película llaman "la nueva carne", la evolución del ser humano a partir de Videodrome. Que llevó a Cronenberg a tener esa imagen tan pobre de nosotros es algo que espero poder entender a medida que veo sus otras películas.

Decís que en su día fue un fracaso en todos los niveles. No lo sabía pero tampoco me sorprende. Es una película hija de una visión muy personal, y esto suele generar rechazo y controversia (véase lo que hemos estado comentado no hace mucho sobre Shyamalan).

En resumen, coincido con los que decís que es excelente.
 
Videodrome es una maravilla. Y Max Renn es un modelo masculino de personaje que Cronenberg usa en más de una película: hombre para algunas cosas, niño para otras (esa forma que tiene de vivir en su apartamento, casi como si fuera un adolescente). A Max le dice el personaje de la directora de porno que "Videodrome tiene algo que él no tiene, una filosofía" y creo que resume muy bien la inevitabilidad de todo lo que le va a ocurrir al protagonista, un niño que no se toma nada en serio, jugando en un mundo de adultos que se lo juegan todo.

Lo mismo ocurría con Jeff Goldblum en "La mosca", un genio intelectual, pero de pobre desarrollo social y emocional, que vive en un enorme loft que es al mismo tiempo su laboratorio y que siempre lleva el mismo traje, o que el ingenuo René Gallimard compuesto por Jeremy Irons para "M Butterfly"...
 
Coincido con lo que comentar de Videodrome. La mosca la vi hace una eternidad y no me acuerdo de muchos detalles, la revisionaré ahora que me pongo con el director.
 
Si Videodrome no ha envejecido, es (creo yo) porque la metáfora es atemporal. Ya sea la tele u otros nuevos medios, de lo que habla es de la mirada del voyeur (del cinéfilo), de quien quiere verlo todo, o más bien ver lo prohibido, lo tabú, algo que es horrendo pero que ejerce a la vez una fascinación morbosa. Pero esto es así porque existe un mundo turbio, ya no fuera, al otro lado de la pantalla... sino dentro de nosotros. No da curiosidad "visual" el sexo, la violencia, pero lo que no queremos ver ni en pintura son los posibles instintos turbios que llevamos en el inconsciente, o como queramos llamar a la parte recóndita y animal de nuestro ser.

Ahí radica la diferencia entre Cronenberg y el cine "comprometido" y de postín, entre un cine capaz de incomodar y cuestionar las grandes verdades... y un cine simplista en términos morales para que podamos elegir cómodamente ponernos del lado de los buenos, de los que sufren, y sentirnos mejor con nosotros mismos. Nos creemos que podemos cambiar de canal, que elegimos lo que ver (lo que consumir), que el más inofensivo producto de entretenimiento puro no tiene nada que ver con lo "político". Pero tal vez somos nosotros los manipulados por las imágenes, y no al revés.
 




No es el proyecto que mas me llama, la verdad ( Consumidos no me gusta mucho, la dejé a medias ) pero sea lo que sea, es una estupenda noticia volver a ver a Cronenberg rodando y trabajando en ficcion.
 
Stereo

Mediometraje primerizo que supone un muy rudimentario esbozo del imaginario cronenbergiano. Está hecho en blanco y negro, con los amiguetes y en un edificio enorme y de arquitectura ultramoderna para la época, finales de los sesenta (supongo que la facultad donde estudiaba este hombre). Sigue las andanzas de un grupo de telépatas que forman parte de un experimento llevado a cabo por la “academia canadiense para la investigación erótica”, según el cual las capacidades mentales de estos individuos están de alguna manera relacionadas con la sexualidad… como puede verse, el amigo David apuntaba maneras y demuestra desde el principio sus particulares obsesiones; una lástima que semejante ejercicio amateur carezca por completo de interés, tratándose de una pseudo-película sin una trama definida y carente de sonido excepto por una voz en off que ejerce de hilo conductor pero que poco contribuye a hacer más comprensible lo que vemos, embrollándose en una jerga cargada de conceptos psicológicos, científicos (o al menos con aparencia de serlo) y filosóficos que parece fruto de haberse tomado más de un tripi en mal estado (de hecho, no esperaría menos).

A destacar las impagables pintas que se gastan los implicados, concretamente el protagonista, un tipo grimoso, asexuado y de turbadora presencia, de quien nada más se supo (una pena), que va paseándose por ahí con capa y bastón cual vampiro hippiesco-modernuqui. Seguro que se lo pasaron todos estupendamente haciendo ésto, con alguna secuencia algo subidita de tono y haciendo bastante el cabra. Si bien no existe el menor atisbo de cine narrativo o convencional, el caso es que como propuesta vanguardista tampoco encontramos nada donde rascar, pues no existe ningún juego “sensorial” con montaje, planos, etc. al que aferrarse, o que pueda resultar mínimamente sugerente. Aún así, entre el insoportable fárrago que ilustra (o al menos lo intenta) las dispersas imágenes, uno encuentra cosillas que sorprenden, como el concepto de la “omnisexualidad” de los telépatas; no sé si influido por la contracultura de la década, o bien de una modernidad asombrosa… ideas, con todo, que tampoco van a ningún lado. Recomendable, en definitiva, para los muy completistas del director y únicamente bajo su propia cuenta y riesgo (lo bueno es que no dura mucho).


Crimes of the future

El mismo esquema (sucesión de situaciones con voz en off de fondo) se repite en ésta, con la salvedad de ser en color y hacer acto de presencia una banda de sonido formada por ruidillos desconcertantes y un punto siniestros, con un mayor protagonismo si cabe del tipo que protagonizaba la anterior, dando incluso más grima aún. El joven Cronenberg nos lleva a un futuro apocalíptico en el que las mujeres han desaparecido, víctimas de una enfermedad venénea provocada por un cosmético para la piel que ahora también afecta a los hombres, ahora reducidos a un grupo de sujetos pervertidos y sexualmente ambivalentes que ingieren ciertas sustancias lechosas (que brotan de los cuerpos afectados por la enfermedad), acarician esferas de cristal y realizan curiosas terapias relacionadas con tener los dedos de los pies unidos por membranas. O algo.

A primera vista, un festival de la más truculenta bizarrada... pero no nos engañemos, es otra patochada amateur rodada por cuatro cenutrios en un parque (me atrevería a decir que sobre la marcha). Puede dar la impresión de que al menos hay un punto de humor y de que nos intentan contar algo parecido a una historia (fracasando en el intento). El final, todo sea dicho, tiene cierta fuerza, pero es un crimen lo poco perturbador que resulta teniendo el cuenta el peliagudo asunto que llega a insinuarse (nada menos que un rollo pedófilo). Asoma por ahí el típico científico demente y visionario, al igual que un torpe intento de situación conspiranoica, destacándose la escena del tipo melancólico al que le crecen órganos extraños por el cuerpo, cosa que apunta ya a una poética de la deformidad y de las transformaciones más inciertas.
 
Nadie le quiere financiar... igual se retira:

This week he revealed he’s still working hard to get projects made with several pots on the boil, but adds that he won’t be distraught if he ends up retiring from filmmaking altogether:

“Whichever one happens first, I’ll do. No matter whether you’re in Canada or not, with independent film, it’s difficult to get anything made. The more unusual a film is, the more resistance you’ll face.

It’s been a long, difficult process even in the era of streaming or whatever. You’re accumulating possible investors, people lose interest, more investors. You talk to maybe Canal+ or a broadcaster, and you wait, and you hope.

As I said in Venice when we were showing the restoration of ‘Crash,’ if I never make another movie, that’s perfectly OK. People were upset by that, but it’s true. If one of these projects gets greenlit, I’ll become obsessed again, throw myself into it completely as I always have.

But I don’t feel the desperation to create that I used to when I was a young man trying to make a name for myself. I wanted to get all my ideas on screen, and now, I have. I don’t know if this is a Buddhist or Zen way of thinking. All I know is that it’s a nice place to be.”
 
Arriba Pie