Casos como el de esa manada me hacen replantearme mi opinión sobre la tortura y la pena de muerte. No merecen otra cosa que ser torturados hasta que supliquen ser ejecutados. Y, cuando llegue ese momento, que los quemen vivos.
Juro que votaré al partido que baje la edad penal a los doce años para delitos así, me da igual todo lo demás que propongan.
Nuestro sistema penal se está revelando cada vez más obsoleto para los oscuros tiempos en los que vivimos. Hay un punto medio entre creer en la reinserción y reeducación, y en un carterista haya sido detenido 100 veces y condenado nunca, por poner un ejemplo.
Los delitos sexuales o de sangre deberían tener condenas muy duras, y la reincidencia, cadena perpetua sin posibilidad de remisión.
Yo no estoy a favor de la pena de muerte (he tenido familiares inocentes en la cárcel, ya lo he contado alguna vez) ni de la tortura, pero sí de que una condena, sobre todo por delitos aberrantes, sea eso: una condena. Las cárceles deberían ser sitios donde te meten para castigarte por un acto antisocial, y donde deben respetarse tus derechos, pero cero privilegios. Las cárceles de ahora no dan ningún miedo a los delincuentes habituales. La cárcel tiene que ser un sitio donde dé miedo entrar.
Por supuesto, si se tomasen medidas de este tipo, orientadas a penar más gravemente la criminalidad, la tasa de crímenes iría descendiendo con el paso de los años, no hasta desaparecer (considero esto imposible en la sociedad humana) pero disminuiría, ciertos individuos irían quedando para siempre fuera de las calles, y entonces ciertas personas que viven muy bien a costa de algunos delitos, dejarían de cobrar sus cheques a fin de mes. Eso no interesa.
La ley del menor es otra cosa que resulta ridícula. Puedo entender que un robo o una pelea no computen para juzgar a un chaval como adulto. Pero ciertos delitos deberían ir siempre con penas de cárcel.
En 2016 estaba tomando algo en la cafetería de un parque donde se juntan varias "tribus urbanas", y tuvimos que llamar a la policía porque a un grupito le pareció divertido montarse en una moto de Telepizza mientras el pizzero hacía una entrega, y cuando este volvió, no se la quisieron devolver, y ante su insistencia el que estaba montado en la moto la volcó y luego se tiró contra el pizzero a darle de hostias. La frase "si se me pone chulo saco la navaja, total, tengo 16 años" todavía la llevo grabada.
No es ya que los delincuentes juveniles sean impunes. Es que LO SABEN.