Vamos a ver, tampoco podemos ser ciegos como población y poner por encima una extrema muestra de solidaridad y de acciones destinadas a ganarnos el cielo de los justos, frente a los problemas que puede acarrear una inmigración descontrolada y con otras formas de ver el mundo. Enriquecerá nuestra sociedad, pero también es cierto que me siento orgulloso de la civilización europea, de la que tengo el honor de formar parte. Y nuestras proclamas, aunque imperfectas y descarnadas, muchas veces son incompatibles con la idea siria del mundo.
No lo se, no estamos preparados ni unidos como sociedad para hacer frente a los nuevos desafíos, y me apenaría que en un futuro esa Europa sobre la que hemos nacido terminase destruida. Bueno, lo va a ser, hace tiempo que decidimos inclinarnos por esa opción. Y tampoco es que les importemos a nadie, y menos a la generosa Merkel.