Como la detención había sido por la noche del día anterior no era posible celebrar el juicio ese día, así que José fue enviado a un centro especial de detención en las afueras de Madrid. Segunda noche bajo rejas, sin saber muy bien de qué se le acusaba. El incidente fue entre semana, por lo que tuvo que llamar a su empresa, inventarse una enfermedad, rezar para que nadie se enterada… Sin un solo indicio de la comisión de ningún delito.
Tras dos noches seguidas en el calabozo, con la misma ropa, sin haberse podido asear y trasladado esposado, compareció por fin en el juicio rápido del que estaba acusado, en el que le volví a asistir como abogado, donde su mujer (a la que conozco desde hace años) aprovechó para indicar que el maltrato había sido continuado, haciendo referencia a unas patadas que le había supuestamente propinado un año antes, pero sin aportar prueba alguna de tales acusaciones que no se había atrevido a denunciar antes por miedo, según refirió.
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Como dijo Churchill la democracia es el sistema político en el cual, cuando alguien llama a tu puerta de madrugada, se sabe que es el lechero. Pues bien, hoy en España pueden llamar a tu puerta de madrugada y llevarte detenido, legalmente, sin el más mínimo indicio de la comisión de un delito. Y si luego resulta que la denuncia era falsa nadie te prestará el más mínimo reconocimiento, apoyo o compensación. Es más, tendrás que oír que tales casos no existen.
Algo no funciona en un sistema que permite que una persona tenga que salir esposado de casa para no volver, pasar dos noches en la cárcel, perder la posibilidad de ver a su hija de corta edad durante meses y ver su caso enjuiciado por un juzgado de violencia contra la mujer sin el más mínimo indicio de la comisión de un acto de violencia de género.
Pero a pesar de todo eso, los jueces (en su mayor parte juezas) no han perdido aún la cabeza y siguen empeñados (la mayor parte de ellos) en hacer Justicia, a pesar de las nefastas leyes, cada vez peores, que los legisladores paren en este país. Leyes, muchas veces sectarias, técnicamente muy pobres, y repletas de ideología barata.