Me parece un planteamiento extremadamente coherente para los ecologistas urbanitas de nueva hornada, que pretenden domesticar a la naturaleza y ver rasgos humanos donde no los hay. ¡Sorpresa! En la naturaleza, el más fuerte se come al más débil, a veces en una agonía lenta y dolorosa. No hay policía. No hay "declaraciones universales" de derechos. No hay tribunales de justicia internacional. No hay principios, o valores, ni ética. Hay depredadores, y hay presas. Algunos de estos neo-ecologistas parecen creer que la naturaleza es como en el ideario cristiano del paraíso, con ese jardín donde el lobo y el cordero van de la mano.